Imaginario social y discurso psicoanalítico.

Por Rómulo Aguillaume Torres.

Quizás el título de mi trabajo podría haber sido la crisis del psicoanálisis en la postmodernidad y haberme sumado así, a la enésima reflexión sobre el tema. Decir que el psicoanálisis está en crisis no es decir mucho, la crisis del psicoanálisis es una parte de su identidad. El psicoanálisis siempre fue una disciplina en crisis, lo que, entre otras cosas, condicionó su marginalidad y su fuerza y hoy únicamente tendríamos que señalar en que consiste esa crisis, en algunos aspectos distinta a las anteriores y que, desde luego, no podemos despachar con el argumento de la resistencia al psicoanálisis únicamente.
En El libro negro del Psicoanálisis, si tuviéramos la paciencia de leerlo, encontraríamos muchas de las críticas posibles, algunas ya antiguas, pero que en definitiva marcan los niveles donde la supuesta crisis del psicoanálisis es más evidente:

  1. Como modelo teórico donde la neurociencia parece tener la última palabra.
  2. Como praxis clínico terapéutica donde lo conductual y la farmacología también tienen la última palabra.
  3. Por último, y lo que más se acercaría al tema de esta mesa: el discurso psicoanalítico ha dejado de ser subversivo al no encontrarse con una sociedad que, como a la que se dirigió Freud, cercenaba el campo de lo sexual.

Tres niveles críticos que salvo el último, han acompañado al psicoanálisis desde sus orígenes. El primero, que el modelo teórico es insolvente, a demostrar lo cual se dedicaron los distintos epistemólogos, desde Nagel a Grumbaun. La neurociencia parece el último constructo teórico y algunos psicoanalista se unen a ello de forma que ya hay algo que se llama neuropsicoanálisis, intento de abrazar ambas disciplinas y que en opinión de Eric Laurent (2000, p.66) puede ser el abrazo de la muerte. Y que el psicoanálisis no cura, que vienen repitiendo psiquiatras y conductistas desde su inefable teoría de la cura. Y la última y actual, a la que quiero centrar este trabajo, que el discurso psicoanalítico ha dejado de ser subversivo porque se encuentra con una sociedad, llamada postmoderna- a la que en buena parte ha contribuido a crear- reacia a ese discurso, por producir sujetos inaccesibles a la praxis psicoanalítica.
La necesidad de que lo social ocupe el lugar que le corresponde en la formación de la subjetividad no quedó resuelto con el celebre pasaje de Freud (1920): En la vida anímica individual- nos dice Freud- aparece integrado siempre, efectivamente, el otro, como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado». El problema es como se integra el otro y a que se integra, quiero decir que la integración de los múltiples condicionantes en que el sujeto se encuentra: imaginario social, clase, tradición cultura, raza etc. deben hacerse posibles en el método, objeto y metapsicología psicoanalítica, esto es, que los supuestos paradigmas psicoanalíticos sean capaces de responder a las tensiones de lo social. En cualquier caso, “La socialización- dice Castoriadis- no es una simple adjunción de elementos exteriores a un núcleo psíquico que quedaría inalterado; sus efectos están inextricablemente entramados con la psique que sí existe en la realidad efectiva. Esto vuelve incomprensible la ignorancia de los psicoanalistas contemporáneos respecto de la dimensión social de la existencia humana”. (Castoriadis …)
Considerar las teorías y métodos psicoanalíticos en su relación con el imaginario social va a seguir siendo un tema ineludible y que en términos más cercanos a la clínica lo podríamos plantear como pregunta: “¿Cómo puede verse en el desarrollo del niño un proceso natural y, al mismo tiempo, la historia social de su formación? La tensión entre lo natural y lo sociocultural ha sido un buen referente que ha hecho evolucionar el psicoanálisis y enriquecerse en un gran número de corrientes y escuelas, que reflejan en su nacimiento y desarrollo las influencias de lo social y el cambio de sus imaginarios y, por otra parte los cambios internos que han alcanzado a su propio método. Crisis social y crisis del método marcan lo que para algunos es la crisis del psicoanálisis y para otros simplemente un nuevo momento de su desarrollo. En palabras de Jorge Ahumada, “La llamada “crisis del psicoanálisis” deriva de una crisis del pensar acerca de si en la sociedad global, crisis en cuya génesis juega un papel principal el pasaje desde la aculturación en el medio familiar y la cultura de lo escrito hacia la aculturación de los medios visuales, esto es, en realidad más y más “virtuales”. Y la otra causa de la crisis está en la actitud de las sociedades psicoanalíticas que difunden y banalizan los conceptos y abandonan el método. Hasta aquí la opinión de Ahumada.
También Cornelius Castoriadis desde posiciones epistemológicas distintas coincide en el diagnóstico social en su incidencia sobre el psicoanálisis. En este caso la aculturación se expresa como la ausencia de un imaginario social que facilite identificaciones que estarían en la base de la reflexibilidad, esto es de la función del pensamiento.
La crisis de la modernidad, de su imaginario y de sus significaciones y del sujeto antropológico que produjo ha marcado profundamente tanto el lugar que ocupa actualmente el psicoanálisis, los modelos teóricos en que se apoya y la práctica en que se sustenta. Crisis de la modernidad que podríamos resumir como el fallo en la credulidad ante el progreso y la verdad científica.
François Lyotard, definió la postmodernidad: “Simplificando al máximo- escribe Lyotard- defino lo postmoderno como la incredulidad ante las metanarraciones”. Y como ya sabemos, el conocimiento científico como fundamento del progreso y de la emancipación es la principal “metanarración” que queda cuestionada.
El objeto del conocimiento científico queda cuestionado y el proyecto epistemológico clásico cambia: “el campo de la epistemología clásica tal y como la entendemos en la actualidad surge de la idea de que la mente es capaz de crear representaciones que reflejen de forma exacta lo que está ahí afuera; el conocimiento pues, es posible en tanto la mente crea representaciones exactas al mundo exterior. (…) Pero esta idea básica, centro del proyecto epistemológico no es ya aceptada por muchos autores que consideran que “hay que abandonar la noción del conocimiento en cuanto representación exacta, que resulta posible gracias a procesos mentales especiales e inteligible gracias a una teoría general de la representación”. El problema es que sin ese imaginario de verdad y progreso, impregnándolo todo habría que preguntarse cual sería su sustituto. Para algunos la respuesta ya es conocida y esta entre nosotros: hemos pasado de un imaginario donde la verdad era posible a un imaginario donde la eficacia viene a ocupar su lugar. En tiempos de Freud el psicoanálisis era cuestionado desde criterios de cientificidad. En los tiempos actuales desde criterios de eficacia. El tipo antropológico ha pasado, del obsesivo meticuloso capaz de exterminar minuciosamente a millones de individuos, fundamentado en estudios profundos sobre la verdad empírica de la superioridad de tal raza, al individuo fragmentado de la postmodernidad. “…, en las condiciones de la postmodernidad, los sujetos se hallan constituidos en diferentes configuraciones con relación a las estructuras interpersonales de comunicación, las cuales promueven el uso defensivo de la negación y el antipensamiento. Opinan que vivimos en un mundo amenazador en el que la tecnología despersonaliza al individuo, el marketing vacía los objetos de significado y los sujetos se encuentran frente al constante dilema de discriminación entre lo que es real o irreal, dentro y fuera, la autenticidad y la inautenticidad, etc. Dado que las formas sociales y culturales ofrecen muy poca contención emocional y estabilidad personal, la ansiedad y la desesperación se incrementan forzosamente- podemos ver con facilidad cómo los síntomas de ansiedad son cada vez más y más frecuentes en las consultas médicas y psiquiátricas-, y nuestros recursos internos para hacernos cargo del sufrimiento psíquico disminuyen. Ello comporta una excesiva identificación proyectiva, con incremento de los objetos extravagantes y una disminución del significado y de la capacidad para elaborar sentimientos y pensamientos.
Sin embargo no es esta una opinión compartida por todos. E. Roudinesco piensa que “el sufrimiento psíquico se manifiesta hoy bajo la forma de la depresión”, aunque termina, igualmente haciendo del pensamiento, de la ausencia de reflexión la causa de su malestar. Así, el paciente actual, nos dice Roudinesco, “pasa del psicoanálisis, a la psicofarmacología y de la psicoterapia a la homeopatía sin tomarse tiempo para reflexionar acerca del origen de su desdicha”.
En una primera conclusión, si es que podemos concluir algo diríamos que la sociedad postmoderna produce un sujeto que no piensa , que no reflexiona, posiblemente porque la importancia de la temporalidad ha cambiado. Decía Viñar ayer, en una entrevista libre y amigable que tuvo la bondad de concedernos, que el sujeto actual vive en un presente omnipresente, que lo anula todo, que el pasado no existe, que las nuevas tecnologías ponen al sujeto en condiciones de inmediatez, que el futuro ya no es un proyecto, ni el pasado una palanca de experiencia. Si esto ha cambiado así, o en parte ha cambiado así, quiere decirse que la función reflexiva del pensamiento va desapareciendo, y que el psicoanálisis en tanto acción reflexiva, se encuentra en precario. Yo no estaría tan seguro de todo esto. Creo que el sujeto postmoderno sigue pensando, sigue deseando y que lo que ha cambiado es el contenido de su pensamiento y los placeres de sus deseos y, que como psicoanalistas debemos captar estos nuevos cambios. Ahora ya no estamos en una sociedad de lectores- dicen- y el deseo queda obturado en una sociedad de consumo- también dicen. Bueno, pues esa es la sociedad en la que estamos y en la que debemos trabajar.
El imaginario social tal cual es conceptualizado por Castoriadis incide de lleno en el psicoanálisis en tanto es definido como un “magma de significaciones imaginarias sociales” encarnadas en instituciones. Como tal, regula el decir y orienta la acción de los miembros de esa sociedad, en la que determina tanto las maneras de sentir y desear como las maneras de pensar. “El imaginario social provee a la psique de significaciones y valores, y a los individuos les da los medios para comunicarse y les dota de las formas de la cooperación: Es así, no a la inversa.” Quiere decirse que no es el sujeto surgiendo de la conflictiva edípica o narcisista quien construye lo social, sino a la inversa, una sociedad que excreta individuos conformados según su imaginario.
Charles Taylor en su libro Imaginarios sociales modernos – en el que es capaz de no nombrar ni una sola vez a Castoriadis, nos presenta el imaginario moderno occidental como surgiendo a través “de ciertas formas sociales, características de la modernidad occidental: la economía de mercado, la esfera pública y el autogobierno del pueblo. Entre otras.” Precisamente todas ellas fallando en estos momentos.
Falla la familia, falla el discurso político, falla la economía (llamada de mercado) etc. Me referiré al fallo de la familia. Hace unos meses tuvimos unos encuentros en Madrid sobre la crisis de la familia o, mejor dicho sobre las nuevas familias, LA FAMILIA Y SUS VINCULOS. NUEVAS PARENTALIDADES, así se llamaban las jornadas. Fueron unas Jornadas donde inevitablemente surgió el tema de la familia en conflicto porque, al parecer el que los homosexuales se casen y puedan adoptar hijos es una señal inequívoca de que la familia está en crisis.
Algo no está en crisis cuando esta establecido y es inamovible y en el caso de la familia esto no ocurrió nunca: entre la familia romana y la familia actual hay una gran diferencia y no podemos decir que el sufrimiento psíquico dependieran de una u otra organización familiar. Por tanto no es la crisis familiar lo determinante, sí parecería serlo las condiciones en que los valores o, en terminología de Castoriadis, las significaciones imaginarias sociales, fallan en la presencia en que cualquier sociedad demanda para facilitar los procesos identificatorios. Se quiere decir, que los apuntalamientos del proceso identificatorio en sus entidades socialmente instituidas ya sea la familia, la escuela o el trabajo, son elementos claves en la constitución de la subjetividad. Para Castoriadis cada sociedad produce su propio mundo creando las significaciones, los valores que le son propias y que tienen una función triple: estructuran las representaciones del mundo en general, designan las finalidades de la acción, lo que se puede y no se puede hacer y, por último crea los tipos de afectos característicos de esa sociedad. Representaciones, finalidades y afectos producirían sujetos antropológicamente diferentes. La novela de Jonathan Littel, Las benévolas, nos muestra un tipo antropológico, Max Aue, que solo se podría dar en un momento histórico como el de la Alemania nazi. Pero Max Aue no es un sujeto enfermo desde el punto de vista psicopatológico, por mucha repugnancia que nos produzca su figura. Es un sujeto antropológico no un sujeto psíquico. El sujeto antropológico deviene de la sociología, es el sujeto social, mientras el sujeto psíquico es anterior y hunde sus raíces no solo en lo social.
Permítaseme comentar algo más sobre el sujeto, tal y como se concibe desde el modelo de Castoriadis y que si parece tener cierto interés desde el punto de vista del psicoanálisis.
Cornelius Castoriadis hace un intento por fijar el sujeto que el estructuralismo extravía. “Los discursos sobre la muerte del hombre y el fin del sujeto- nos dice Castoriadis- no fueron nunca otra cosa que la cobertura pseudo-teórica de una evasión de la responsabilidad- por parte del psicoanalista, del pensador, del ciudadano”. A partir de esta posición crítica y de la dificultad de pensar el sujeto en su totalidad, después de la pluralidad de sujetos que el psicoanálisis introduce con sus instancias psíquicas, Castoriadis se pregunta ¿puede formularse una noción del sujeto que las recubra a todas y que no sea simplemente formal, es decir, más o menos vacía? (Id.)
La subjetividad se expresa en una multitud de regiones donde impera el para si, esto es, donde la relación con el mundo se manifestará con una finalidad básica de preservar “la especificidad, el ser aparte”
en este sentido describe Castoriadis cuatro regiones donde ese para si de la subjetividad se manifiesta: el para si de lo viviente, de lo psíquico, del individuo social y de la sociedad. Cuatro regiones que interactúan entre si pero que permanecen autónomas. Quizás restaríamos complejidad a todo ello si lo tradujéramos como el concepto de autoconservación freudiano, pero lo que a mi me interesa resaltar es esta posibilidad de estudiar la subjetividad en distintos niveles de su manifestación, sobre todo lo que se refiere a la existencia de un sujeto psíquico y otro social. Así “…estamos siempre frente a una realidad humana en la cual la realidad social (la dimensión social de esta realidad) recubre casi totalmente la realidad psíquica. Y, en un primer sentido, el “sujeto” se presenta como esta extraña totalidad, totalidad que es y no es una al mismo tiempo, composición paradójica de un cuerpo biológico, de un ser social (individuo socialmente definido), de una “persona” más o menos consciente, en fin, de una psique inconsciente (de una realdad psíquica y de un aparato psíquico) el todo supremamente heterogéneo y no obstante definitivamente indisociable. De tal forma se nos presenta el fenómeno humano, es frente a esta nebulosa que debemos pensar la pregunta por el sujeto” (Id.).
Castoriadis contempla la dificultad de unificar todos estos sujetos, obvia esta dificultad y define el sujeto del psicoanálisis como meramente proyecto. La necesidad de una interpretación va dirigida a un alguien que todavía no existe “ya que aquello a lo que se apunta a través de una cura es la transformación efectiva de alguien, ni previsible ni definible de antemano…” (Id.) Aquí el sujeto debe advenir, así como antes lo era el Yo. “Este sujeto no es simplemente real, no está dado, debe ser hecho y se hace mediante ciertas condiciones y dentro de ciertas circunstancias. El fin del análisis es hacerlo advenir” (…) Este sujeto, la subjetividad humana, está caracterizado por la reflexividad (que no debe confundirse con el mero pensamiento) y por la voluntad o capacidad de acción deliberada, en el sentido pleno de este término”. (Id.)
Yo estaría de acuerdo solo a medias con este modelo de Castoriadis. La mitad con la que estoy de acuerdo es con la que concibe al sujeto como proceso y la mitad en la que estoy en desacuerdo es con que el fin del análisis pueda hacer advenir ese sujeto. Creo que esta concepción última del advenimiento de un sujeto se mantiene dentro de una lógica esencialista con la que el psicoanálisis, tanto freudiano como lacaniano, rompieron hace mucho tiempo. No es posible borrar la distancia que separa lo real de su simbolización, no es posible, pues, un sujeto real, un sujeto que pueda ser pensado más allá de su devenir. Y si debo ser sincero, tampoco sé si estoy muy de acuerdo con el concepto de proceso, que me da la impresión que se transforma en proyecto. No es lo mismo proceso que proyecto. Proyecto apunta a una finalidad, aunque se diga que es inalcanzable, y una finalidad tiende a obturar la distancia entre lo real de su simbolización. “Esta aspiración de abolirlo- nos dice S. Zizek- es precisamente la fuente de la tentación totalitaria. Los mayores asesinatos de masas y holocaustos siempre han sido perpetrados en nombre del hombre como ser armónico, de un Hombre Nuevo sin tensión antagónica”.
En cualquier caso, el sujeto psíquico por debajo del social y éste, recubriéndolo todo, nos devuelve una imagen donde el supuesto sujeto, del que nos habla Castoriadis, queda nuevamente sin sustantivar, pero sí delimitado en esferas e interrelaciones de gran valor heurístico.
¿Hasta que punto el sujeto psíquico puede sostener todo ese universo de significados que lo social pretende imponer? Es evidente que entre el sujeto social encarnado por Platón y el sujeto social actual hay enormes diferencias. Sin embargo ya no sería tan evidente la diferencia entre el sujeto psíquico en distintos momentos históricos. La evolución psíquica es muy lenta determinada posiblemente por factores biológicos, no así la evolución social. Quizá esa desarmonía sea la responsable de las dificultades psicológicas y de las llamadas enfermedades mentales. Quizás la compulsión a la repetición no sea más que la resistencia de lo psicológico a abandonar posiciones que el sujeto social plantea. O quizás el malestar en la cultura de Freud o el sujeto parlante de Lacan sean las expresiones del sufrimiento psíquico como característico del ser humano. La naturaleza impone límites a la cultura y ésta impone presiones a aquella. Este sujeto, que no es simplemente real que no está dado y que debe ser hecho y que se hace mediante ciertas condiciones y dentro de ciertas circunstancias, nos permite anticipar que las condiciones son las del método psicoanalítico y las circunstancias las del imaginario social. Circunstancias como el deterioro progresivo del socialismo real, desde los años sesenta y su culminación en la caída del muro, no llegaron, sin embargo a afectar a ese supuesto sujeto psíquico. No nos encontramos con olas de suicidios, como hubiera sido lo esperable, sino con cambios en el imaginario social: la fragmentación y el escepticismo de la posición postmoderna, esto es una ideología del desencanto intelectual surgida del fracaso de la utopía.
Para Freud el factor último, más allá del cual no es posible ir, es donde debemos buscar, como psicoanalistas, el referente de lo psíquico. Un factor social nunca es un factor último, siempre puede ser reducido a una vicisitud pulsional y estas, a su vez, serán entendidas dinámicamente en la conflictiva edípica. La muerte del rey es la muerte del padre, que a su vez lo es por el deseo hacia la madre, que a su vez lo es por el plus de placer que representa, placer que ya marca una dimensión psíquica en que la descarga pulsional se expresa. Pero si la pulsión nos parece anticuada podemos acudir a las relaciones de objeto, las que se dan primariamente en el seno familiar. Este “familiarismo” pasaría a ser el referente último. Este modelo, aparentemente reduccionista, y que está en la base de la praxis psicoanalítica, no clausura ni mucho menos, un conocimiento que se abre a lo social precisamente a través del concepto de sublimación, aunque éste, el placer sublimatorio siempre fue un placer de segunda categoría incapaz de competir con el placer pulsional. Pero en tanto la realidad psíquica es la realidad del psicoanálisis y no la realidad social nos encontramos con una dificultad que esta en la base de todo este problema.
La mayoría de los trabajos psicoanalíticos en que lo social es un factor presente, traumático o no, siempre se organizan en la dirección de si el psiquismo puede o no elaborar esa característica social EL reduccionismo psicoanalítico siempre se impone como referente último.
Luis, 25 años, está en su último año de carrera. Se siente muy deprimido porque una asignatura se ha convertido en un problema infranqueable. Para los demás también, me dice, y se adentra en un alegato interminable en contra del sistema: “Claro, ahora con la crisis no interesa que salgan profesionales y es mejor tenernos entretenidos en la Facultad”. Tres sesiones más tarde- o quizás cuatro- Luis ha abandonado a ese sujeto social aguerrido, o al menos reivindicativo y se encuentra hablando de los enfrentamientos con su padre, un hombre silencioso y distante –posiblemente como el psicoanalista- que cuando deja de serlo se convierte en violento y arbitrario. El sujeto psíquico, el sujeto del psicoanálisis será el protagonista en los años venideros. La pregunta ¿Qué será de ese sujeto social rebelde y reivindicativo, sobrevivirá a su paso por el análisis?
Para terminar, aceptando que el psicoanálisis se fundó y desarrolló ignorando, en parte, sus determinantes sociales, sin embargo sí es cierto que se fundó una ciencia- con todas las comillas que queramos poner- que ha permitido una práctica de la cura- más comillas- y que continua siendo una herramienta de acercamiento a los cambios sociales en su posible incidencia sobre el sujeto psíquico. “¿Son fecundos los paradigmas del psicoanálisis para los nuevos enigmas que se avecinan?”, se preguntaba Silvia Bleichmar, reflexionando sobre los cambios sociales y científicos que vivimos: el cambio de sexos, el reconocimiento del matrimonio homosexual y la adopción dentro de él, las familias monoparentales, etc., etc. Y, también la pregunta complementaria ¿es posible, para el sujeto psíquico, la integración de todos los cambios que lo social y la cultura le demanden? Quiere decirse que ese podría ser un nuevo, o no tan nuevo, lugar del psicoanalista frente a lo social: ver la incidencia que sobre el sujeto psíquico operan los cambios sociales y denunciar los que son incompatibles con su desarrollo. Una posición científica con un poquito de ideología.

Vía: Centro Psicoanalítico de Madrid.
Enlace: https://www.centropsicoanaliticomadrid.com/publicaciones/revista/numero-17/imaginario-social-y-discurso-psicoanalitico/#:~:text=%E2%80%9CEl%20imaginario%20social%20provee%20a,lo%20social%2C%20sino%20a%20la

Carta De Sigmund Freud Detalla Las Raíces Judías De Su Familia

Una carta inusualmente personal de cuatro páginas, fechada el 30 de junio de 1913 y escrita por Sigmund Freud en su papelería personal desde su casa en Viena, se subasta esta semana en la casa de subastas de Nate D. Sanders en Los Ángeles. La oferta de apertura para el conjunto de cartas y sobres es de $ 25,000.

Según el sitio web de la subasta, la carta autografiada contiene notas de Freud sobre su ascendencia y raíz judía, el desarrollo del psicoanálisis y el “intenso rechazo” que ha sufrido, su matrimonio e hijos, y sus escritos profesionales y su título honorario.
La carta está dirigida a su colega psicoanalista Dr. Paul Federn, uno de los primeros protegidos de Freud. Freud comenta secamente al comienzo de su carta sobre su renuencia a responder la correspondencia de Federn, que extravió: “muy probablemente como consecuencia de mi resistencia”.

Sobre de la carta de Freud al Dr. Paul Federn

“Durante varios meses, su comunicación del se había vuelto imposible de rastrear, muy probablemente como consecuencia de mi resistencia …”, escribe Freud. “Nací el 6 de mayo 1856 en Freiberg / Moravia. Mi padre y mi madre vinieron de Galicia. Mi madre, nee Nathansohn, de Brody, de muy distinguida ascendencia (la familia Nathansohn – Kallir), mi padre de la clase mercantil. Según la tradición, como me informó una vez, se dice que la familia Freud abandonó en algún momento su ciudad natal de Köln [Colonia] durante un período de persecución de judíos y luego emigró hacia el este.

“Después de una breve estancia en Leipzig, llegué a Viena a los 4 años, completé el Gymnasium, llegué a la universidad en 1873 y, después de mucho trabajo, me convertí en estudiante del fisiólogo Ernst Wilhelm Ritter von Brucke que, debido a mi estado empobrecido, me aconsejó tomar un campo práctico. Luego recurrí a la neuropatología, me convertí en un doctor interno en el hospital y profesor adjunto en 1885. En el otoño de 1885, recibí una beca de viaje y fui a París para trabajar y estudiar con el Prof. Jean-Martin Charcot. Luego traduje sus conferencias. En la primavera de 1886, establecí mi práctica médica en Viena, y en septiembre de ese año, me casé con Martha Bernays, la nieta del Hakham [Rabino Principal] Isaac B. de Hamburgo, sobrina de Jacob y Michel B. han criado a 6 niños;

“Mi trabajo sobre la neurosis, debido a la influencia del Dr. Josef Breuer en Viena, comenzó con una publicación en el año 1893. A partir de esto se desarrolló el llamado psicoanálisis, un método de tratamiento psicológico de las neurosis, que llega a un estado psicológico especial. conclusiones avanzadas, y los fundamentos científicos permitieron múltiples aplicaciones a otros campos, incluida la vida espiritual e intelectual normal. Prácticamente no se le había prestado atención hasta aprox. 1906, cuando la creciente preocupación por los problemas psicoanalíticos comenzó a crecer, lo que resultó en un contingente celoso de adherentes, así como una oposición feroz, que han mantenido al público médico comprometido hasta el día de hoy”.

Freud luego enumera las revistas que había publicado: “En 1902, obtuve el título de Profesor extraordinario. en Vienna. De ninguna manera esto significaba constituir el reconocimiento de mi trabajo. Ese fue el caso, sin embargo, con respecto a una llamada a la Universidad Clark en Worcester, Mass., EE. UU. Donde, después de haber dado varias conferencias, me otorgaron un doctorado honorario, LLC.

El tipo de rechazo inusualmente intenso por parte de la escuela psiquiátrica hizo que los partidarios del psicoanálisis establecieran una asociación psicoanalítica internacional, que ahora cuenta con 7 capítulos locales (Viena, Zurich, Berlín, Munich, Budapest y 2 en Estados Unidos). Los miembros de esta asociación han celebrado varias conferencias locales; el próximo será en Munich en septiembre de 1913. Ahora se pueden encontrar adherentes al psicoanálisis en todas partes. Las publicaciones sobre el tema son numerosas. Todo el movimiento sigue creciendo … Freud”.

Artículo original de © israelnoticias.com | Autorizado para su difusión incluyendo este mensaje y la dirección: https://israelnoticias.com/editorial/carta-sigmund-freud-detalla-raices-judias-familia/

 

‘Freud’, el thriller de Netflix con Sigmund Freud como personaje principal

El gigante de streaming prepara una serie de suspenso que recreará parte de la vida del padre del psicoanálisis.

Pronto, de la mano de Netflix, veremos en la ficción a un joven Freud buscando a un aterrador asesino en serie durante el siglo XIX en Viena, Austria.

El padre el psicoanálisis estará en una futura serie de Netflix. El gigante del streaming audiovisual le sigue apostando a conquistar más audiencias con idiomas diferentes al inglés y a contar historias de grandes pensadores.

El turno esta vez es para Sigmund Freud y estará contado en alemán, la segunda producción de Netlfix en este idioma luego de la inquietante Dark. Pero no se trata de una biografía del neurólogo, aunque se titulará Freud, contará la historia del joven austriaco quien es útil por sus técnicas innovadoras para ayudar a rastrear a un asesino serial en el siglo XIX  en Viena, Austria, acompañando a la médium Fleur Salomé y el veterano de guerra e inspector de policía, Alfred Kiss. 

Netflix lanzará Freud internacionalmente fuera de Austria, Bélgica, Finlandia y Hungría. La cadena pública austríaca ORF pondrá en marcha de la serie de ocho partes, que comienza a producir en septiembre. Por otra parte, Marvin Kren, cuyos créditos incluyen la serie alemana 4 Blocks dirigirá  la serie que está siendo escrita por Stefan Brunner y Benjamin Hessler. 

Hasta el momento no se tienen mayores indicios de quiénes estarían en el casting. Una de las recientes personificaciones del autor de La interpretación de los sueños (1900), estuvo a cargo de  Viggo Mortensen en la película Un método peligroso (2011) y años más atrás Montgomery Clift interpretó al pensador judío en Freud, pasión secreta (1962).

¿A quién les gustaría para personificar a Freud?, ¿les gusta la idea de llevar a la pantalla chica la imagen de Freud a lo Sherlock Holmes?

Mientras llegan más noticias les mostramos la imagen oficial de la serie:

 

Tomado de: https://www.radionica.rocks/series-tv/freud-el-thriller-de-netflix-con-sigmund-freud-como-personaje-principal

La infidelidad

17_lucas cejas_img547.jpg

Luciano Lutereau (*)

La infidelidad es uno de los temas más problemáticos en una relación de pareja. La relación monogámica implica un pacto de exclusividad. Sin embargo, como dice la frase popular, “hecha la ley, hecha la trampa”.

Es curioso que se nombre “salir de trampa” al encuentro furtivo entre dos amantes. Porque no queda claro si el que sale de trampa será un cazador o la presa. Asimismo, incluso es llamativo que se llame “amantes” a quienes se encuentran por fuera de una relación matrimonial. Porque, salvo excepciones, esos encuentros suelen implicar algún tipo de decepción.

Por cierto, cabría aquí hacer muchísimas distinciones; por ejemplo, no es lo mismo quien sostiene una relación continua con otra persona, que la situación ocasional en que se condesciende meramente al goce sexual. Aunque sea doloroso plantearlo en estos términos, no es poco frecuente que alguien inicie una relación “paralela” durante cierto tiempo hasta que esta “nueva” relación conduce al sepultamiento de la anterior. No creo que se deba conservar el nombre de infidelidad para estos casos. Por eso, me refiero en estas líneas a la infidelidad entendida en el segundo sentido planteado, es decir, a la coyuntura en que alguien mantiene una relación sexual con otra persona, a expensas del compromiso que lo une con su pareja, y en la que no se incluye ningún componente emocional.

“No sé por qué lo hice” es lo que muchas veces suelen decir los pacientes varones que pasan por situaciones semejantes. Y a veces arguyen que podría tratarse del deseo de sentirse hombres, que “todavía pueden” (de acuerdo con el título de un espectáculo de Cacho Castaña, que recuerda que siempre se alardea de lo que se carece). No obstante, en las mujeres se encuentra a veces el mismo argumento, sumado a una descripción de la pérdida de erotismo en su relación, y la falta de remedio al sucumbir al “sentirse deseada”.

Ahora bien, ni para un caso ni para el otro, pareciera que la perspectiva de género ofrece demasiadas respuestas, ya que la infidelidad en estos casos suele presentarse como algo inmotivado. Y esa falta de motivos suele llevar a que el traidor (porque la infidelidad en este punto es un asunto de traición) deje alguna pista para ser descubierto. Esa pista puede ser tan sutil, como para motivar que el otro decida revisar su celular. En última instancia, lo importante es que aquí encontramos un factor crucial: la asociación entre infidelidad y sentimiento de culpa.

Desde la perspectiva freudiana, la infidelidad podría explicarse de una manera general. En una de sus “Contribuciones a la psicología del amor” (1910) Freud hablaba de la división del deseo en el varón, orientado por un lado hacia el amor materno y, por otro lado, hacia el erotismo de la mujer degradada. Por esta vía, al perder incentivo su relación de pareja, el deseo por otra mujer aparece como una suerte de compensación. No obstante, esta consideración es demasiado amplia.

Quien sí entrevió un aspecto más profundo de este fenómeno fue Melanie Klein, cuando en su trabajo “Amor, culpa y reparación” (1937) advirtió que la infidelidad es corriente como una manera de reducir la dependencia que se siente ante la persona que se ama. De esta manera, es una suerte de venganza hacia el otro, para desasirse de algún modo del, como dice la canción de Los Redonditos, “maldito amor que tanto miedo da”. De acuerdo con esta explicación, se entiende por qué ese lazo íntimo entre infidelidad y culpa, ya que ésta viene a ser una forma de reducir el deseo agresivo hacia el otro, una manera de poner a prueba su amor (a través del perdón).

La explicación de Klein es más comprensiva que la de Freud. Incluso conduce a un resultado clínicamente atractivo: nadie es infiel por deseo, sino por cobardía moral, por torpeza e inseguridad. Sin embargo, resta un aspecto que debe ser esclarecido. Me refiero al componente de traición que la infidelidad conlleva. La venganza puede reconducirse a una relación dual como la que propone Klein, pero la traición supone el desafío de una ley que implica una “terceridad”. Para entender este matiz es preciso recurrir al psicoanálisis de Lacan.

En la traición, no sólo se expresa un deseo agresivo hacia otro, sino que se cancela el pacto que, como instancia tercera, unía a dos personas. Por eso, la infidelidad duele tanto, ya que se pone en cuestión la posibilidad misma de la relación. Una infidelidad nunca es algo que acontece como síntoma de una relación, sino que más allá de cualquier motivo, es el síntoma del fin de una relación. Es una trampa.

Lacan decía que lo que no está prohibido se vuelve obligatorio. Quizá por eso, la infidelidad sea un modo tan frecuente de terminar con una relación, cuando no hay otro modo más maduro de hacerlo. Sólo por derivación se habla de la infidelidad como algo que implica un deseo “prohibido” (la vida no es una canción del cuartetero Rodrigo). Por el contrario, en la infidelidad se hace de la prohibición una estrategia para sostener un deseo artificial y, en última instancia, decepcionante.

(*) Doctor en Filosofía y Magíster en Psicoanálisis (UBA). Docente e investigador de la misma Universidad. Autor de los libros: “Celos y envidia. Dos pasiones del ser hablante” y “Ya no hay hombres. Ensayos sobre la destitución masculina”.

 

Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2017/03/04/opinion/OPIN-03.html

González Taboas: «Lacan propone un amor con reglas para que sea posible un amor menos tonto»

En «Un amor menos tonto», la psicoanalista Carmen González Taboas comenta el seminario 21 de Jacques Lacan, establece diversos parámetros de lectura (no obligatorios) y recalca los malentendidos del amor, causa de obras de arte, también de desastres subjetivos, transversales a clases sociales o a modos de vivir.

Por Pablo E. Chacón

El libro, publicado por la editorial Grama, es un compilado erudito pero de lectura amable, que poco le debe a cierta jerigonza psi. González Taboas es miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).
Resultado de imagen para lacan

Télam : ¿Por qué razón elegiste el Seminario XXI?
González Taboas : Había escrito antes «Mujeres», con el Seminario 20, «Aún», otro seminario sobre el amor. Deseaba seguir en ese surco de Lacan, lo cual no era fácil pues el seminario 21, «Los no incautos yerran», no ha sido establecido ni traducido (corre una traducción que no facilita las cosas). Trabajé en su traducción; cada una de las clases me ponía en la proximidad de un Lacan apasionado, intenso; «no soy yo, es el discurso al que sirvo». En este seminario Lacan habla de los desastres del amor, cuando al amor se lo sueña parecido a una fusión milagrosa de dos que hacen uno. Los sexos humanos no se aparean, cada uno entra en la conjunción sexual con sus fantasías y sus goces; por eso no hay relación-proporción sexual; ignorar el bache de los goces que nos separan y alentar ilusiones de eternidad conduce al desastre (ejemplo: los femicidios). Lacan propone en cambio un amor más real; no es cualquier amor sino un amor con reglas (reglas que no existen, que los amantes tendrán que reinventar cada vez) para que sea posible un amor menos tonto.

T : Hablás de «los desastres del amor». Es cierto. Sucede. El psicoanálisis ¿puede inmunizar a un sujeto de caer, o de volver a caer bajo ese embrujo?
GT : Es una pregunta divertida porque contiene los elementos de la respuesta. El psicoanálisis ni inmuniza, ni cura, ni ayuda, ni garantiza, ni salva, ni hace ninguna otra cosa. Lacan dijo alguna vez: si no hubiera existido Polonia no habría polacos. Si Freud no hubiese descubierto el psicoanálisis (la tierra extranjera en cada uno de nosotros), no existirían los psicoanalistas. En el lugar del analista se juega, por la transferencia, el acceso al inconsciente donde se traman los embrujos. Los desastres del amor, los dolores o los fracasos de la vida amorosa se repiten; siempre un nuevo embrujo puede arrebatar al individuo, inmerso en sus imaginaciones, sin poder llevar a ellas una mirada más lúcida. ¿Para qué ver a un analista? Para eso, para llevar la mirada al deseo inconsciente que nos fabrica los objetos inexistentes e imposibles. Hará falta el tiempo del análisis (la apuesta de cada uno) para reconocerse en los propios engaños y en los beneficios de goce que de ahí se extraen.

T : ¿Por qué «un amor menos tonto’? ¿Es que hay amores tontos? ¿Cuál sería la diferencia, al menos desde la orientación lacaniana?
GT : El enamoramiento, decía Freud, es un cierto estado patológico que puede pasar como una ráfaga, o cobrar la dimensión del acontecimiento amor. Hay amores locos, trágicos, dramáticos, imposibles. Amores que se vuelven ineludible tormento del espíritu (en la «Divina Comedia», Dante imaginó el infierno de los amantes como un abrazo eterno). Si el amor irrumpe, impredecible, contingente, dice Lacan, queremos atraparlo, soñarlo necesario con promesas y garantías de eternidad; de ahí sale un «embrujado» por el espejismo de un destino, es ella, es él. En este seminario, ¿quiénes son los que yerran (los que se equivocan)?: los no incautos del inconsciente. Es decir, si no le buscan a los desastres del amor su trama inconsciente se equivocan. Se equivocarán, porque el amor se anuda para cada uno a partir de una lógica de la sexuación. La lógica común, la «normalidad», hace agua. Desborda de ella la poesía, las artes, el capricho, lo raro, todo lo cual la complica, fastidia, contradice, enfurece. Lacan le llama goce femenino (que no es solo de las mujeres aunque muchas veces) rechazado por quien juzga desde la supuesta normalidad dictada por el lenguaje. El amor menos tonto es un amor más real, que suple (hace un lazo) donde una fractura real (necesaria) separa los goces de uno y el del otro.

T : ¿Cómo explicar, en breve síntesis, las diferencias entre el inconsciente freudiano y el inconsciente lacaniano, el del último Lacan?
GT : No podría tratarlo en términos de semejanzas y diferencias. Quizás es una divisoria que no existe. Freud abrió lo que llamaba la «zona de las larvas», el inconsciente de las palabras, en cuya trama de goce y deseo se forman los síntomas. Por eso, a partir de los dichos del paciente, la interpretación de las formaciones del inconsciente producía efectos terapéuticos. Freud vislumbró más, pero los analistas se apegaron a la interpretación, en lo cual Lacan vio que se redoblaba el trabajo interpretativo del propio inconsciente (lapsus, chiste, sueños). En lugar de abrir en el inconsciente las vías hacia las inercias del goce silencioso que mortifica los cuerpos, esa vía se cierra con más palabras. Por eso no hay un inconsciente freudiano y un inconsciente lacaniano, hay un inconsciente palabrero y una travesía que lleva de las palabras a la fijeza de la letra, es decir, lo que en cada uno es un modo a veces insoportable de gozar-sufrir.

T : ¿Y cómo sería una ‘República de analistas’?
GT : Es simple. En este seminario, Lacan menciona a los científicos de siglo XVII que inventaban la ciencia moderna (Fermat, Descartes, Pascal, padre e hijo, Desargues, Huygens); sus trabajos y ellos mismos se comunicaban mucho, a veces viajando entre países. Lacan invita a los analistas a continuar la búsqueda de un psicoanálisis capaz de tocar lo real que afecta a los cuerpos y escapa a las palabras. Para eso escribió sus matemas, transitó la topología (una geometría no plana) y después la topología de los nudos. La República de los analistas es el conjunto de los dispositivos de Escuela (el cartel, el análisis, el pase) cuya función es mantener, no sin las palabras, la abertura de lo que puede ser aplastado por las palabras.

Fuente: http://www.telam.com.ar/notas/201605/145767-gonzalez-taboas-psicoanalisis-libros.html

Compulsión a la repetición: cómo hacer para no caer siempre en los mismos problemas

Reincidir en situaciones problemáticas se encuentra en una estrecha relación con todo aquello que se vivió en la infancia. Detectar cuándo esto sucede es la clave para solucionarlo. Por qué son importantes los modelos familiares

Por Alana Gorski

«Me tropecé con la misma piedra», es una de las frases que más se escuchan en charlas con amigos o familiares. Aunque a veces parezca un dicho inofensivo, en verdad no lo es ya que detrás de esas palabras subyace algo mucho más profundo.

La «compulsión a la repetición» es un proceso que no puede ser reprimido y de origen inconsciente a través del cual una persona se sitúa constantemente en situaciones penosas. De esta manera, repite antiguas experiencias sin recordar que siempre termina sucediendo lo mismo.

Para el gran Sigmund Freud, únicamente intervendría la interacción del principio del placer y el principio de realidad. Lo que se reitera son experiencias displacenteras, pero resulta difícil comprender en qué instancias la persona que pasa por esta situación encuentra placer, cuando en verdad se produce todo lo contrario.

Cuando uno recibe determinada información cuando es chico, tiende a repetirlo cuando es adulto (iStock)

Cuando uno recibe determinada información cuando es chico, tiende a repetirlo cuando es adulto (iStock)

La psicóloga Verónica Gomelsky explicó a Infobae que esto sucede porque repite sin darse cuenta determinadas situaciones que hay que resolver. «Lo que sucede es que inconscientemente y por naturaleza intentamos que algo se corrija o salga bien y entonces se dispara este mecanismo», aseguró.

 No hay un tipo de persona más o menos propensa a experimentar esto porque todas las personas poseen una base emocional de la cual aprendieron conceptos e ideas de cómo desarrollarse en la vida

«Uno compulsivamente va repitiendo determinadas historias aunque no lo quiera hacer. Esto sucede porque se tiene la intención de que el resultado sea otro. Lo que pasa es que si uno no corrige su base emocional y no sabe bien porqué suceden estas cosas, inevitablemente va a seguir haciendo lo mismo y el resultado va a ser igual», agregó.

“Lo que uno va buscando en la vida son los reemplazos de las figuras paternas”, dice Verónica Gomelsky (iStock)

“Lo que uno va buscando en la vida son los reemplazos de las figuras paternas”, dice Verónica Gomelsky (iStock)

Pero, ¿por qué cuesta tanto evitar determinadas situaciones cuando uno es plenamente consciente de que se está equivocando?: porque no puede hacer otra cosa porque no tiene elementos para salir de ese «círculo vicioso».

 

En estos casos, la reflexión y el análisis introspectivo son unos de los primeros pasos para avanzar, ya que en el reconocimiento se abre todo un universo que poco a poco ayuda a quien está siendo «víctima» de este trastorno. «Cada uno debería preguntarse y poner un límite a esa repetición. Debe decidir dejar de sufrir y encontrarle una vuelta a la vida porque no estamos acá para pasarla mal», explicó la especialista.

 

Por eso, es importante el tratamiento de tipo terapéutico, solo que en estos casos la persona debe estar preparada para afrontar los problemas reales. «No se va a a llegar a un punto de solución si realmente no está lista. Es muy habitual que cuando se dan separaciones, hacen el duelo luego vuelven a elegir más de lo mismo porque aunque sea doloroso o patológico, les es familiar», detalló Verónica Gomelsky.

 

Fuente: http://www.infobae.com/tendencias/2017/09/25/compulsion-a-la-repeticion-como-hacer-para-no-caer-siempre-en-los-mismos-problemas/

La desconocida historia del intento de Neruda por ofrecerle asilo político en Chile a Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis

Paula Molina Chile, para BBC Mundo
El documento de la Universidad de Chile, de 1938Derechos de autor de la imagenUNIVERSIDAD DE CHILE
Image captionEl documento de la Universidad de Chile, de 1938, que explica por qué la institución no puede “invitar” a Sigmund Freud a vivir en el país.

Reconociendo los elogios «al eminente sabio vienés (…) la universidad lamenta no encontrarse financieramente en condiciones de invitar al Dr. S. Freud a establecerse en Chile por el resto de sus días».

Una fotografía de este documento de la Universidad de Chile, fechado el 3 de junio de 1938, circuló hace algunas semanas en redes sociales. Allí se lee la respuesta negativa de la institución a una propuesta de «invitar» a Chile a Sigmund Freud, el famoso padre del psicoanálisis, quien sufría el acoso de los nazis en Viena.

El documento forma parte de las actas oficiales de la institución pública chilena, la más antigua del país y una de las principales de Latinoamérica, y generó sorpresa hasta en las autoridades universitarias.

«Sorprende por quién es», le dice a BBC Mundo la historiadora Alejandra Araya, directora del Archivo Central de la institución. «Lo interesante es que tampoco lo teníamos consignado aquí en la Universidad de Chile».

¿Por qué la universidad había negado los fondos para recibir a Freud? ¿Y quiénes habían pedido su asilo y por qué?

Quema de libros en 1933 en la Alemania naziDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn los años 30 los nazis empezaron a quemar libros de autores judíos, entre ellos las obras de Freud.

Movilización internacional

La historia transcurre en el convulsionado período entreguerras.

Tras los Juegos Olímpicos de 1936, Hitler recrudece la persecución contra los judíos. Los libros de autores judíos son quemados en piras públicas, entre ellas, las obras de Freud.

Mientras, en Viena, el destacado psiquiatra todavía duda que el nazismo vaya a llegar a su país. Sufre de un cáncer de mandíbula y paladar diagnosticado en 1923 y ha sido operado varias veces.

Enfermo y cansado, se considera «demasiado viejo para emigrar», como le escribe a uno de sus hijos, Ernst, que ya se ha autoexiliado en Inglaterra.

En 1938, los nazis alcanzan Austria. Los bienes de Freud y su familia son confiscados. En Londres, Italia y Suiza se empiezan a movilizar las redes para ir en auxilio del «padre del psicoanálisis».

Freud no lo sabe, pero también en Chile, a 13 mil kilómetros de distancia, un grupo de médicos e intelectuales decide acudir en su rescate.

Los lidera, entre otros, el poeta y futuro Premio Nobel Pablo Neruda.

Sigmund Freud en 1935Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionCuando los nazis llegan a Austria, en 1938, los bienes de Freud y su familia son confiscados.

«Patrimonio de la Humanidad«

El año 2008, el académico chileno Mariano Ruperthuz, autor del libro «Freud y los chilenos», obtuvo en Londres un documento del consulado de Estados Unidos en Chile, fechado el 16 de mayo de 1938.

El comunicado reporta que en su última reunión, la Sociedad Médica de la ciudad de Valparaíso ha decidido «invitar» a Chile al Dr. Freud.

En la resolución, los profesionales establecen que «grandes hombres cultos como Freud no pueden ser considerados patrimonio de una raza o un país,ya que pertenecen a toda la humanidad».

Agregan que el país de Freud ha desaparecido y que el psiquiatra ha sido objeto de «persecuciones y crítica grosera».

Grandes hombres cultos como Freud no pueden ser considerados patrimonio de una raza o un país, ya que pertenecen a toda la humanidad.»

El pedido de la Sociedad Médica de Valparaíso
Getty

Finalmente, deciden solicitar a la Universidad de Chile que «se invite al fundador del psicoanálisis a residir en nuestro país por el resto de sus días».

La idea es que «los frutos que aún pueda brindar su poderoso intelecto, sean dados a luz en el hospitalario suelo chileno».

La diplomacia estadounidense apunta a que la resolución tiene «cierta importancia política», debido al poder de la comunidad alemana en el país.

La Sociedad Médica, presidida por el doctor Juan Marín, que dedicó su vida a difundir las ideas de Freud en Chile, decide comunicar su resolución a distintas instituciones, entre ellas la Sociedad de Escritores de Chile y la «Alianza de intelectuales de Chile para la defensa de la cultura», fundada por Pablo Neruda, recién llegado desde España, donde ha visto los horrores de la Guerra Civil y la muerte de su amigo, Federico García Lorca.

Neruda funda la Alianza junto a poetas y escritores, como un espacio de resistencia en un mundo «acostumbrado al crimen fascista de cada día», como él mismo escribe.

El grupo realiza un homenaje a Freud, planteando que el psiquiatra está sufriendo los mismos vejámenes que Giordano Bruno, Sócrates o Galileo Galilei.

«Para Neruda la idea del intelectual comprometido era fundamental. Él decide actuar no sólo por Freud, sino por los intelectuales europeos«, le dice a BBC Mundo el académico Ruperthuz.

«Actúa también por temor a que el nazismo se implante en Latinoamérica. Estos intelectuales chilenos se organizan y abogan por Freud pensando en él como un intelectual judío, médico, que había revolucionado la visión del ser humano. Para ellos Freud era un intelectual que podía iluminar la naturaleza humana, y Chile requería mucho de eso en esa época», enfatiza.

Pablo Neruda en 1952Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionPablo Neruda, que acababa de ver los horrores de la Guerra Civil española, quiso actuar “no sólo por Freud, sino por los intelectuales europeos”, según Ruperthuz.

«Nacis» en Chile

Aunque la Asociación Psicoanalítica Chilena -filial de la Asociación Internacional de Psicoanálisis fundada por Freud en 1910- no se organiza en Chile hasta 1949, sus ideas ya se discutían en los años 30 en el país.

«Freud ya conocía a algunos médicos chilenos», le dice a BBC Mundo el profesor Ruperthuz.

«Uno de ellos era German Greve, que estuvo con él en 1894 en Europa. Estaba también Fernando Allende Navarro, un médico chileno formado en Suiza con Hermann Rorschach, el autor del famoso test de las manchas».

«Allende Navarro tenía deseos de implantar el psicoanálisis en el sistema hospitalario chileno, porque la salud mental empezaba a concebirse como un problema social en Chile», cuenta.

Pero el psicoanálisis no era la única de las ideas europeas que había llegado a Chile.

Ya en 1932 se había formado el Movimiento Nacional Socialista de Chile (también llamado Partido Nacista), que llegó a elegir tres representantes al Congreso en 1937. El partido desapareció un año más tarde, cuando más de 50 de sus militantes fueron acribillados en un intento de golpe de Estado, en la llamada «Matanza del Seguro Obrero».

Los años siguientes, los simpatizantes locales del régimen hitleriano se organizaron para actuar en la clandestinidad y organizaron actos de espionaje y sabotaje, según documentos desclasificados por la policía de investigaciones de Chile en junio de 2017.

Emblema naziDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl “Partido Nacista” de Chile duró un año, pero luego sus miembros pasaron a la clandestinidad.

Pero la propuesta de «invitar» a Freud a Chile, en vez de ofrecerle asilo, no topaba contra el nacionalsocialismo local, sino con la neutralidad que Chile asumió hasta bien entrada la Segunda Guerra Mundial. El país fue el último en sumarse a los «aliados», tras declarar la guerra a Japón en abril de 1945. Refugiar al psiquiatra podría haber cuestionado esa neutralidad.

Aún así, ¿por qué la Universidad de Chile no accedió a financiar la invitación?

La historiadora Alejandra Araya, ofrece una explicación: «En la respuesta formal se reconocen los méritos de Sigmund Freud, no se lo minimiza de ninguna manera. Sin embargo, la universidad no se puede comprometer económicamente con su asilo».

«En ese momento Freud tiene 82 años», continúa la académica. «La universidad no solo tenía que recibirlo como profesor, tenía que comprometerse con su mantención. Podría haberlo nombrado profesor benemérito, pero lo que se pedía implicaba comprometerse con un desembolso para que Freud pudiera vivir y mantenerse».

«Las personas que integraban el consejo que recibió la propuesta de invitar a Freud y que responden que no, formaban un grupo intelectual muy importante en Chile y conocían al personaje, pero estaban atados de manos«, señala.

El libro con los documentos emitidos por el Consejo Universitario de la Universidad de Chile en 1938Derechos de autor de la imagenUNIVERSIDAD DE CHILE
Image captionEl libro con los documentos emitidos por el Consejo Universitario de la Universidad de Chile en 1938, entre ellos la negativa a invitar a Freud.

Freud no, otros sí

No hay prueba de que Freud haya recibido efectivamente la invitación a refugiarse en Chile. No hay rastro de que se haya realizado alguna gestión efectiva fuera del país en torno a su situación.

«Ningún chileno contaba con vínculos intelectuales o políticos tan íntimos con Freud como los que prevalecieron en su decisión de partir a Londres», dice Ruperhutz.

Sigmund Freud salió de Viena en 1938, junto a su cuñada Mina, su hija Ana, su esposa Marta. Su paciente, la princesa Marie Bonaparte, sobrina nieta de Napoléon y Princesa de Grecia y Dinamarca, encabezó las tratativas que lo llevaron a suelo británico. Pasó casi un año en Londres, donde murió el 23 de septiembre de 1939.

Para el académico, sin embargo, el desconocido gesto chileno es importante.

«La preocupación por Freud es señal de una sociedad muy actual. Chile es un país chiquitito, periférico, pero intelectualmente muy potente, que en los años siguientes tendrá dos Premios Nobel (Neruda y la poetisa Gabriela Mistral, que lo ganó en 1945). Entonces, esta posición a la vez de periferia y potencia intelectual que se ve en esta anécdota caracteriza muy bien a Chile».

«A la luz de hoy, la sola idea se ve como un gran sueño«, afirma Araya.

Una placa en la residencia de Neruda en Isla Negra, con una poesía dedicada a los refugiados españoles que llegaron en el carguero francés Winnipeg.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionAunque Neruda falló en su intento de ayudar a Freud, pocos años después logró que se le diera asilo a 2.2000 refugiados españoles que llegaron en el carguero francés Winnipeg. A ellos, les dedicó el poema que puede verse en esta placa en su residencia de Isla Negra.

En Chile, la Alianza de Neruda se comprometió con la coalición política del Frente Popular chileno que, siguiendo los ejemplos de Francia y España, unió a los partidos de izquierda y centro contra el avance del fascismo y el nazismo.

A fines de 1938 , el frente llevaría al poder al primer presidente radical de Chile, Pedro Aguirre Cerda.

El gobierno del Frente Popular eliminó las restricciones a la llegada de refugiados judíos al país. Se calcula que 13 mil personas encontraron amparo en el país sudamericano entre 1935 y 1941.

El próximo intento de solidaridad internacional de Neruda sí encontraría éxito.

El 3 de septiembre de 1939, el gobierno apoyó la llegada del «Winnipeg», un viejo carguero que zarpó desde Francia trayendo al país a 2.200 refugiados de la Guerra Civil Española.

  • El poema 15 de Neruda en 21 idiomas

«Allí el gobierno chileno sí dio el auspicio y el sueño se pudo cumplir«, apunta el profesor Ruperthuz. «Y esos refugiados, que eran personas comunes y corrientes, terminaron haciendo una enorme contribución al país».

 

Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias-41338950

Desafíos de la masculinidad

Por Luciano Lutereau (*)

Resultado de imagen para masculinidad

La masculinidad no es un dato de partida. No se nace hombre, sino que la “hombría” precisa de actos específicos; y en toda cultura se encuentran ritos que delimitan el momento en que un varón puede ser considerado como tal. Desde el punto de vista del psicoanálisis, la masculinidad implica el atravesamiento de conflictos puntuales. A esta cuestión, se refirió Freud en un artículo titulado “Introducción del narcisismo”. En este texto, Freud plantea que la pubertad implica un acrecentamiento de energía sexual en el varón que requiere ser elaborada para no enfermar. Este aspecto es fundamental: la libido no tramitada psíquicamente es patógena, como lo demuestran ciertas afecciones propias de la juventud que hoy en día se diagnostican como “ataques de pánico”, pero en realidad son síntomas hipocondríacos.

La energía que permanece en el yo no sólo se expresa a través de la hipocondría, sino también a través de actitudes melancólicas. He aquí algo típico de la adolescencia, su inclinación hacia lo “dark” (lo “emo”, etc.). ¡Los niños no son dark ni gustan de vestirse de negro ni de dejar de bañarse! En tanto, los adolescentes hacen gala de su melancolía como un modo de denunciar la incomprensión del mundo de los adultos… hasta que un día se enamoran. Ese día vuelven a bañarse.

El amor, un primer desafío

Porque el amor es una de las formas de conducir al mundo esa libido yoica que puede llegar a ser enfermante. Qué notable la lección freudiana: no es que se enferma porque no se ama, sino que ¡se ama para no enfermar! Ahora bien, el enamoramiento implica para el varón un doble desafío: por un lado, le impone la “idealización” (con el consiguiente empobrecimiento del yo, en la medida en que todo lo bueno está en el otro) y, por otro lado, la posición de un deseo posesivo. En este punto, amar es desear tener al otro, con las consecuencias más o menos estrepitosas que esta situación establece para los jóvenes: suelen ponerse celosos, prohíben a sus novias ponerse tal o cual ropa (o salir con sus amigos, visitar a la familia, etc.), en definitiva, el deseo celoso del joven ¡es un verdadero conflicto masculino!

Ahora bien, ¿cómo resolver este primer desafío? Porque si desear es poseer, confronta con la angustia (de castración) de perder al otro. Se vive con el miedo a que el otro se vaya y, en ese punto, más se lo quiere poseer. En última instancia, ¿cómo se tiene a una mujer? Quizá no haya otra respuesta para estos celos que la de afirmar que sólo se la puede tener como pérdida. Se tiene una mujer en la medida en que se acepta que no se la puede poseer, es decir, en cuanto se reconoce que siempre somos un poquito “cornudos” (porque incluso ella puede sernos infiel consigo misma, cuando es otra para sí misma, a veces sin saberlo). Los varones obsesionados con el goce femenino, y nuestra época da gala de ellos, son los que menos soportan dejar a las mujeres tranquilas.

El segundo desafío, la potencia

Por otro lado, hay un segundo desafío constitutivo de la masculinidad. Esta vez en relación con la potencia, ya que se basa en reconocer que “hombre” es el que queda confrontado con la posibilidad de su impotencia. Dicho de otra manera, el varón es el que tiene que demostrar su potencia, pero este acto produce como efecto el conflicto con la posibilidad de no llegar a ser potente. Este conflicto se expresa en otro síntoma psíquico: si para el conflicto anterior se trataba de los celos, para éste se trata de la vergüenza. Porque avanzar en la vía de la potencia avergüenza, como lo demuestra el varón que tiene que acercarse a hablar con la chica que le gusta, o bien el que tiene que ocupar por primera vez un lugar ante la mirada pública como varón, etc.

En última instancia, el varón sufre la impotencia como posibilidad, y quizá no haya otra salida para este conflicto que el de subjetivar esa impotencia, es decir, admitir que ésta es condición de la potencia. Dicho de otro modo, que la vergüenza es un indicador del deseo, de que sólo impotentiza aquello que interesa, aquellas situaciones en las que se nos juega algo. Y no se trata de actuar una valentía impostada o un arrojo temerario, sino advertir la cobardía constitutiva del hombre.

Ni posesivos ni héroes, celosos y vergonzosos, los varones necesitan transitar conflictos específicos en el camino de la masculinización.

(*) Doctor en Filosofía (UBA) y Doctor en Psicología (UBA). Coordina la Licenciatura en Filosofía de Uces. Autor de los libros: “Celos y envidia. Dos pasiones del ser hablante”, “Ya no hay hombres. Ensayos sobre la destitución masculina” y “Edipo y violencia. Por qué los hombres odian a las mujeres”.

 

Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/id_um/155376-desafios-de-la-masculinidad-espacio-para-el-psicoanalisis-por-luciano-lutereau.html

Cómo se interpreta un sueño

 

Por Alberto Isaac Mendoza Torres

En un mundo de realidad virtual, de películas en 4D, de pantallas 4K, que podamos seguir soñando, es la primera señal de que la alienación no ha ganado la batalla. La otra gran señal, es que la mayoría, cuando despertamos de un sueño, ya sea angustiante o placentero, queremos saber qué hay “oculto” en ese sueño, que nos hizo pegar un alarido a media noche o nos dio la idea de que a voluntad podríamos prolongarlo en los primeros instantes del despertar.

¿Y quién se ocupa de interpretar lo que ocurrió anímicamente mientras dormíamos? Desde luego la ciencia no. A la medicina con su clínica del sueño, sólo le interesa medir cuántas horas pasamos durmiendo, si tenemos somnolencia en las mañanas, o en las tardes, si roncamos, los movimientos nocturnos, las apneas. No lo que los sueños pueden producir en nuestras vidas.

Se ocupan de su interpretación los libros baratos que se venden en las tiendas del tecolote, del señor Slim. En los que nos imponen la idea de que soñar significa algo, siempre lo mismo. Así, por ejemplo hay una creencia extendida que si sueñas con boda es el anuncio de una muerte cercana. ¡En tan mal concepto tenemos al matrimonio! Tal vez esta pretendida explicación del sueño, tenga su fundamento en la antigua Grecia, donde las fiestas funerarias y matrimoniales compartían los mismos ritos, y era difícil distinguirlas.

Sobre la significación de los sueños, desde luego que se ocupan los artistas, los poetas, los filósofos y claro está el psicoanálisis.

Les invito a formularnos dos preguntas: una: ¿Cómo se interpreta un sueño?, y dos: ¿los sueños tienen sentido?

Con Homero el sueño es un fenómeno independiente del que sueña, siempre vendrá de fuera, con la encomienda de ordenar o de profetizar. Hay en los sueños una figura que siempre se dirige al soñador, “se coloca sobre su cabeza” y le da una orden. Pero a veces, dice el propio Homero en la Odisea, “hay sueños inescrutables y de lenguaje oscuro y no se cumple todo lo que anuncian a los hombres. Hay dos puertas para los leves sueños: una, construida de cuerno, y otra, de marfil. Los que vienen por el bruñido marfil nos engañan, trayéndonos palabras sin efecto, y los que salen por el pulimentado cuerno anuncian al mortal que ve cosas que realmente han de verificarse”.

¿Cuándo sí son cumplidores de profecías, y cuándo nos engañan? Por eso recurren a los interpretadores de los sueños, para que los descifren. Pero a veces fallan, como Euridamante, quien al interpretar las producciones oníricas de sus hijos, falla, dicen que porque selecciona que sueños sí y cuales no son dignos de interpretar.

En el Renacimiento, el médico y matemático Girolamo Cardano, sigue en su onirocrítica la tradición de Aristóteles, Artemidoro y de Galeno. Apunta en su Tratado acerca de la inmortalidad del alma, que a menudo los hombres no sueñan con las cosas que vieron el día anterior, sino “a los que aman u odian vehementemente”. La interpretación de los sueños que propone tiene una clara relación con las cuestiones humorales, sin embargo advierte que es importante el relato del sueño, los detalles son el sustento, porque “no hay mejor intérprete que el soñador mismo…porque tiene pintada ante los ojos la imagen real y al mismo tiempo la representación onírica, de tal modo que posé el criterio para hacer corresponder una a una las partes de la figura vista de los sueños con cada una de las cosas concretas que se le asemeja”. Y advierte sobre la necesidad de poner un límite a esa interpretación, ya que “…consiste en contener en lo finito, realidades infinitas”

La tradición judeo-cristiana también tiene sus aportes con relación a los sueños y su interpretación, que influyen de manera decisiva en la construcción de la subjetividad. La Biblia deja su innegable herencia en este sentido. En el Antiguo Testamento se contabilizan cuarenta y tres sueños, mientras que en el Nuevo Testamento sólo aparecen nueve visiones o sueños. El cristianismo liga a los sueños con las cuestiones de índole sexual. Esto es lo que permite a San Agustín ser un héroe contra la lujuria onírica. Una representación de que la santidad pasa no tanto por una condición del ser, sino por el triunfo ante los deseos carnales, por la represión de la sexualidad.

La tradición hegeliana de la interpretación, de la cual podríamos decir es heredero el propio Freud, creador del psicoanálisis, lo lleva a hablar del sentido en los sueños y su relación simbólica con el deseo. Para Freud los sueños serían cumplidores de deseo, es además la vía regia para llegar al inconsciente. En tanto que para Lacan, los sueños se traducen como una tarea de latín, gracias a un diccionario que cada quien tiene en la cabeza y que se llama asociación libre.

Entonces el psicoanalista posibilitaría esa asociación libre, en donde el paciente (analizante), con su trabajo de análisis podría ir descubriendo de vez en vez, lo que para él significan sus sueños, y sobre todo, cómo ha sido colocado como sujeto con relación a su deseo, en ese soñar.

 

Tomado de: http://diariotiempo.mx/opinion/opinion-la-interpretacion-los-suenos-alberto-isaac-mendoza-torres/

¿Por qué el cuerpo a veces obedece y otras desobedece?

  • Determinadas personas muestran síntomas sin causa orgánica, como parálisis, cegueras, dificultades relativas a la sexualidad o esterilidades
ARACELI FUENTES

Resultado de imagen para psicosomático

Los cuerpos de hombres y mujeres son cuerpos que desean y gozan. Eso hace imposible pensarlos de un modo maquínico, como si pudieran programarse con exactitud y predecir sus respuestas.

Hay cuerpos como el de los sujetos histéricos que tienen, además, la posibilidad de ser, a la vez, cuerpos obedientes y desobedientes. Freud descubrió el psicoanálisis gracias a los síntomas que presentaban las primeras histéricas que fueron a consultarle. Parálisis, cegueras, dificultades relativas a la sexualidad, esterilidades, etc., demostraron ser síntomas que no tenían ninguna causa orgánica que pudiera explicarlos. A esta facilidad del cuerpo histérico para producir síntomas que carecen de causa orgánica, Freud la llamó: complacencia somática.

Freud descubrió el psicoanálisis gracias a los síntomas que presentaban las primeras histéricas que fueron a consultarle

Años más tarde otro psicoanalista, Jacques Lacan, se refirió al mismo fenómeno hablando de rechazo. Freud y Lacan no se contradicen en este punto, pues el mismo fenómeno tiene dos caras: Hay complacencia del cuerpo histérico en lo tocante al deseo y hay rechazo del cuerpo en la histeria cuando se trata de someterse a “la norma” o al imperativo de lo que se supone que debe ser, venga de donde venga este deber, del discurso médico o de la familia.

Una viñeta clínica nos muestra muy bien esta doble aptitud de un cuerpo que obedece y desobedece al mismo tiempo. Una joven es presionada por su entorno para que se quede embarazada. En lugar de un embarazo de verdad tiene un embarazo falso, un pseudo embarazo, antes de quedarse embarazada de verdad.

Una joven es presionada por su entorno para que se quede embarazad y en lugar de un embarazo de verdad tiene un embarazo falso

¿Qué es este falso embarazo? Es, sin duda, su rechazo a la demanda de los otros que la presionan, pero no sólo, es también el “test” con el que pone a prueba el deseo del marido, ¿seguirá el deseándola cuando esté embarazada? Después del falso embarazo la joven pudo quedarse efectivamente embarazada.

Evidentemente, para poder descubrir de qué deseo es producto el síntoma, es necesario escuchar al sujeto en análisis. Descubrir a qué hace objeción es mucho más fácil.

Para poder descubrir de qué deseo es producto el síntoma, es necesario escuchar al sujeto en análisis.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20170316/42899713349/el-divan-cuerpo-obedece-desobedece.html