La medicina nos identifica, nos convierte a todos en enfermos

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Explícita o implícitamente, la pregunta “¿quién soy?” surge en la vida de cada cual y lo hace mucho más frecuentemente que la cuestión “¿qué soy?” Ambas van ligadas a lo relacional, sea como pertenencia cultural, sea como extrañamiento metafísico.

El “quién” suele asociarse a una pertenencia comunitaria. Uno es elemento de algo y puede hablar de sí mismo refiriéndose a sus apellidos, su nacionalidad, su profesión, situación laboral, estado civil, pertenencia a clubs, etc. Aun cuando las comunidades se caractericen por propiedades muy simples, como las tribus urbanas, la identidad parece siempre asociable a la marca comunitaria y con más fortaleza cuanto más simple es ésta.

Ese “quién” de pertenencia supone a la vez una situación comparativa, sea en términos económicos o jerárquicos. Siempre habrá alguien que llegará, si cree que la circunstancia lo exige, a decirle a otro aquello de “No sabe Vd. con quién está hablando”. El “quién” acaba siendo elemento de un conjunto intersección de tantos conjuntos como comunidades a las que se pertenece, todas ellas fluctuantes, pues cambian las relaciones familiares, laborales, de amistad, etc. Tal vez la única posibilidad de lograr un “quién” sólo aparentemente estático sea la soledad eremítica o de hikikomori, o la vida reglada en una comunidad monástica.

La identidad personal se quiere a veces matemática, como igualdad máxima a alguien ejemplar, sea un santo, un científico, un actor o un cantante. Pero tenemos un serio problema por el hecho de que las figuras ejemplares no son ya heroicas, siendo más bien reales pero inalcanzables por su propia contingencia. El héroe requiere la singularidad de su trayectoria vital, siendo eso, que incluye tanto al amor a la vida como el desprecio de la muerte, lo que lo hace ejemplar.

En ausencia de héroes, olvidados los grandes mitos, la identidad se busca en la idealidad del nuevo mito cientificista, el que adora al cuerpo y tiene como meta el éxito social. Estar sanos y ser reconocidos socialmente (no sorprende la popularidad de Facebook) se convierte en deber existencial. Un deber imposible, porque nunca seremos sanos del todo, pues la Medicina moderna se encargará de asignarnos siempre a una clase de enfermos o “pre-enfermos”. Un deber imposible también porque nunca alcanzaremos el nivel de “excelencia”, certificable por la agencia de turno, en el que sentirnos cómodos.

Si no podemos ser héroes (ya no sabemos en qué consiste eso), podremos en cambio ser víctimas, en cuyo caso la identificación está servida: seremos celíacos, prediabéticos, hipertensos, fóbicos… o seremos pacientes que “tienen” un SIDA, un TDAH, una tuberculosis, una depresión (antes se “era” tísico, se “estaba” deprimido). Desde la designación diagnóstica o pronóstica podremos formar parte de una nueva comunidad, la definida por tal marca. Las asociaciones de enfermos, sus lazos de colores, congresos altruistas, “performances” y campañas de micro-mecenazgo, darán cuenta del poder de tal marca, íntimamente asociado a lo cuantitativo, a la dilución del sujeto en la identidad comunitaria.

Habrá incluso quienes luchen unidos por el reconocimiento de esa etiqueta de clase, llámese intolerancia al gluten, nomofobia, electro-sensibilidad, etc. Se trata de identificarse como víctima con derechos a dejar de serlo, aunque no se quiera.

Al hacer de la norma un ideal, una concepción perversa de la Medicina nos convierte a todos en enfermos, nos identifica con la carencia, con la falta, en vez de hacerlo con la posibilidad del ser. El deseo se asfixia así en una querulancia tan inagotable como estéril.

El afán de identidad acaba conduciéndonos paradójicamente a la gran alienación, la que facilitará el coaching, elmentoring, el marketing de cuerpos y mentes, las gamificaciones y demás ventas de humo. En busca de la identidad podemos hacernos estúpidamente idénticos.

Javier Peteiro Cartelle.

 

Tomado de http://identidades.jornadaselp.com/comunidades/cuando-la-enfermedad-identifica/

El psicoanálisis contra la misoginia

ENTREVISTA A LUCIANO LUTEREAU

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Por Eleonora Lubich

Luciano Lutereau es psicoanalista, doctor en Filosofía y Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires, donde trabaja como docente e investigador. Coordina la Licenciatura en Filosofía de Uces. Autor de varios libros, entre ellos: “Ya no hay hombres. Ensayos sobre la destitución masculina” (2016) y, más recientemente, “Edipo y violencia. Por qué los hombres odian a las mujeres”, publicado por la editorial Letras del Sur, que reúne algunos de sus ensayos publicados en El Litoral.

—En principio, el subtítulo de su último libro es inquietante: “Por qué los hombres odian a las mujeres”, ¿a qué se refiere?

—Es inquietante, quizá provocador, pero no lo es tanto si se lo lee con detenimiento: los hombres son los varones y las mujeres; es decir, el odio a las mujeres es algo constitutivo del sujeto, al menos desde la perspectiva psicoanalítica. El complejo de Edipo implica la constitución del sujeto a partir del desprecio a lo femenino, por eso el libro se llama “Edipo y violencia”.

—Es extraño, porque para el sentido común, los hombres aman a las mujeres…

—Ayer en un grupo de estudio que coordino, una colega preguntó: “¿Por qué a los hombres les gustan todas las mujeres?”. ¡Pero eso no es cierto! Para el sentido común los hombres podrían estar con cualquier mujer, por lo general en función de una demostración de potencia (dedicada a otro hombre). La escena callejera de grotesco halago no tiene como fin la seducción. En realidad, la torpeza del piropo habla menos de la relación de un hombre con una mujer que de la formación reactiva con que un varón se defiende de la posición pasiva ante otro varón. Por eso las principales víctimas de la violencia del piropo son las travestis, con quienes la crueldad suele ser extrema. Este aspecto del machismo no suele ser pensado. Sólo para una visión exterior un hombre puede desear a cualquier mujer. Incluso es una idea habitual: creer que los hombres desean más de lo que aman. ¡Pero no es cierto! Al contrario, los hombres pueden amar a cualquier mujer, mientras que desear, desean sólo a una. E incluso cuando se acuestan con muchas mujeres, siempre es con la misma. En el varón, el amor es una forma de defensa respecto del deseo. Los varones pueden amar a diferentes mujeres para no desear sólo a una. Por eso el síntoma del neurótico obsesivo suele estar a nivel del amor (como una manera de dividir a la mujer, en “al menos dos” con la duda), mientras que la histeria masculina hace del amor una condición. Es como dice la canción de Sabina: “Y sin embargo, cuando duermo sin ti/ contigo sueño./ Y con todas si duermes a mi lado”.

—Y de manera más concreta, ¿cómo piensa la relación entre varones y mujeres?

—Los hombres no escuchan a las mujeres. Sólo obedecen lo que dicen otros hombres. A lo sumo escuchan lo que dicen sus madres, pero porque no las consideran mujeres. Un hombre le cuenta a su mujer la intervención fabulosa de su analista esa semana y ella responde: “¿Vos pagás para que te digan eso? ¡Te lo digo desde el día en que nos conocimos!”. Habría que escribir alguna vez un tratado acerca de los modos en que la diferencia sexual incide en la posibilidad de escuchar la palabra del analista, pero éste es otro tema. La dominación masculina es, en última instancia, un modo de relación con la palabra. Los hombres no escuchan. La misoginia consiste en el desprecio que los hombres expresan a hacia la palabra femenina. “No podés quedarte callada”, “Querés hablar todo el tiempo”, “De cualquier cosa hacés un problema”, son frases habituales. En 1958, Lacan contaba el caso de un fin de análisis en un hombre, lo resume a partir de la relación con su esposa: “Ella le habla tan bien como lo haría un analista”. Hoy en día, la última mascarada del machismo es la del hombre que se llama “feminista” a sí mismo. Esta impostura revela la posición de quien no quiere escuchar nada, sino identificarse a una masa. Y toda identificación masificada es masculina. El varón misógino de nuestro tiempo es feminista, y es tan políticamente correcto que hasta juega al fútbol con las chicas. Se fascina con lo que dicen las mujeres, pero no las escucha; porque dice lo mismo y, por lo tanto, no responde.

—Este último punto es importante, ¿el feminista es el varón misógino de nuestro tiempo?

—Lo resumo con una anécdota. Hace poco conversaba con un amigo filósofo. No sólo es un escritor conocido, sino que también fue un alto funcionario de un gobierno anterior. Hablábamos de los últimos casos de femicidios. Entonces él dijo: “Aparentemente la piba era medio bardera”. Me quedé duro. No me iba a indignar, porque la indignación es una pasión facilista (y neurótica). Su comentario no tenía que ver con una pseudo-complicidad masculina, en la reunión estaba una amiga de ambos. Con sinceridad le dije: “Yo no creo que con ese comentario vos hayas querido decir que existe una justificación de su muerte”. Es obvio que no, pero entonces ¿por qué lo dice? ¿Por qué dice algo que no sabe que dice (justo él que, como filósofo, es especialista en saber). En 1923, Freud decía que el varón desmiente la diferencia sexual, y sólo la acepta con la condición de suponer la falta de pene como un castigo. El “desprecio por las mujeres”, entonces, tiene un fundamento psíquico. Eso explica por qué cada ser despreciado es “feminizado” en la lógica fálica. No es una cuestión cultural, sino que tiene un fundamento pulsional. Por eso el saber no alcanza para combatir la misoginia. Mi amigo no es un misógino: es un tipo muy culto, que como funcionario ha hecho mucho por minorías oprimidas, pero lo no sabido del inconsciente no se modifica estudiando ni con buenas intenciones. En el inconsciente, la mujer es culpable de su diferencia, y la fuerza pulsional con que los varones culpabilizan a las mujeres, en mi experiencia, sólo pude corroborar que el análisis la alcanza. Porque el reverso de esa culpabilización es otra figura igualmente renegatoria (y fálica): la victimización. Por eso, para concluir, mi apuesta para combatir la misoginia es a través de la práctica del psicoanálisis.

Los hombres pueden amar a cualquier mujer, mientras que desear, desean sólo a una. E incluso cuando se acuestan con muchas mujeres, siempre es con la misma.

Los hombres no escuchan a las mujeres. Sólo obedecen lo que dicen otros hombres. A lo sumo escuchan lo que dicen sus madres, pero porque no las consideran mujeres.

 

Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2017/06/09/opinion/OPIN-03.html

La piel del discurso médico

La piel del discurso médico. Seminario UIMP a cargo de Javier Codesal y Montserrat Rodríguez Garzo en la Diputación de Huesca

La piel del discurso médico pone en cuestión tres ámbitos de la producción cultural, interrogando el más “críptico” de los hechos de lenguaje: el lenguaje artístico. El seminario, organizado por la UIMP en colaboración con la Diputación de Huesca, trata de articular el hecho artístico con producciones que representan otros saberes, la medicina (dermatología y psiquiatría), el psicoanálisis y la estética. Y ello para indagar en los mecanismos del lenguaje que intervienen en las elaboraciones patológicas de causa no médica y en las artísticas, siendo ambos campos los polos del debate.

El seminario se dirige a personas interesadas en el arte actual, en los mecanismos del lenguaje en la producción artística, en el pensamiento médico y psicoanalítico actual sobre psicopatología y psicosomática, así como a las personas interesadas en pensar los temas propuestos (artistas, médicos, psicólogos, psicoanalistas, antropólogos, historiadores del arte y estudiantes de estas disciplinas).

El proyecto se encuadra en un trabajo de largo recorrido que los directores, Javier Codesal y Montserrat Rodríguez Garzo, vienen desarrollando desde 2003. La piel del discurso médico combina este seminario interdisciplinar con la publicación de un libro y con la celebración de la exposición Caerán las almas de las pieles, que reunirá el trabajo de los artistas Patricia Albajar, Ignasi Aballí, Stan Brakhage, Javier Codesal, Pepe Espaliú, Helena Almeida, Dani García Andújar, Olvido García Valdés, Enrique Marty, Pepe Miralles, Pedro Morales Elipe, La Ribot y Columna Villarroya.

La organización del seminario seleccionará, para que formen parte del programa oficial, un total de 6 comunicaciones, entre proyectos artísticos, trabajos teóricos e investigaciones realizadas desde la creación artística, medicina (psiquiatría y psicodermatología), psicoanálisis, psicología, historia del arte, sociología, literatura, estudios culturales, teoría del arte, filosofía, antropología, literatura, cine, etc, en tanto exploren temas relacionados con el seminario. El plazo de presentación de las mismas finalizará el 15 de junio de 2017.

El exceso de transferencia psicoanalítica

«Además de ser un elemento crucial de la cura psicoanalítica, la transferencia es ante todo un fenómeno humano que se puede sentir en diversos grados en las relaciones entre los individuos”, señala en psicoanalista Jean David Nasio, antes de abordar el aspecto psicoanalítico. Como estudiante puedes haber desarrollado inconscientemente una afección especial por el profesor de filosofía porque hablaba increíblemente bien… “O puede que cuando eras pequeño estabas muy unido a tu tío porque contaba historias maravillosas”, explica el psicoanalista. Se trata de una transferencia.

La transferencia es la función mediante la cual un sujeto transfiere, de manera inconsciente, y revive, en sus vínculos nuevos, sus antiguos sentimientos. Estas emociones reaparecen en el presente tal y como las hemos imaginado o como fantasías del pasado. Este fenómeno es también muy importante para la cura analítica. Para el psicoanalista Daniel Lagache (1949), «se trata principalmente de un desplazamiento de una conducta emocional, en relación con un objeto infantil, especialmente los padres, a otro objeto u otra persona, especialmente el psicoanalista en el momento del tratamiento». 

El origen de la transferencia psicoanalítica

La transferencia fue descubierta por el psicoanalista austríaco Sigmund Freud (hacia 1920). Preocupado por saber cómo tratar a sus pacientes histéricos, Freud utilizó la hipnosis para que pudieran recordar. Buscando revivir esas emociones desagradables que se encontraban en el origen de su trastorno, se dio cuenta de la importancia de la relación con sus pacientes.

Estos últimos parecían proyectar en su analista las figuras y las imágenes de su infancia. “Define la transferencia como un desplazamiento del afecto de una persona a otra, es decir, el analista…”, explica el psicoanalista J.-D. Nasio. Freud la utilizará para hacer que fluyan las emociones del pasado y la transformará en uno de los pilares del psicoanálisis.

Las virtudes de la transferencia psicoanalítica

De gran importancia en la obra de Freud, la transferencia promueve la vuelta al trauma pasado y las virtudes terapéuticas de esta relación especial que se instaura entre paciente y analista, más allá de la misma interpretación psicoanalítica.
El analista desempeña un papel de verdadero agente terapéutico. “Una presencia activa del terapeuta puede alimentar de manera positiva la transferencia para que el paciente pueda descubrirse, conocerse mejor y llegar a curarse”, precisa el psicoanalista. Las cuatro nociones principales de la transferencia son el amor, el deseo, el odio y la angustia, que son los más presentes en el marco de la cura.

El exceso de transferencia psicoanalítica

Tras la transferencia, llega la revelación del objeto. Aunque la transferencia facilita el desarrollo correcto de la cura y alivia a la persona, puede aparecer rápidamente otro problema: el exceso de transferencia. El psicoanalista despertará en el paciente determinadas emociones, a las que podemos un afecto real, el sentimiento amoroso e incluso el deseo. La transferencia supone entonces un problema. El hecho de que un paciente se enamore de su analista pone de manifiesto que la transferencia ha sido mal gestionada: se trata de una hipertrofia de la relación, lo cual no es deseable. Será el terapeuta el encargado de poner fin a una transferencia de naturaleza amorosa o erótica. La buena gestión de la transferencia es una de las tareas principales del terapeuta que debe ser consciente de esta singular relación y tener cuidado de no avivar un sentimiento. Una relación paciente/analista orientada hacia una relación amorosa, una relación sexual o de odio, representa un gran obstáculo en el camino de la curación.

En realidad, la transferencia es el centro de toda relación paciente/médico, sean cuales sean las nuevas formas que adopta hoy la terapia. “Por esta razón, la supervisión, representa una valiosa red de la que deberían disponer todos los equilibristas de la psique”, concluye J.-D Nasio, que ha afirmado que es un trabajo de alto riesgo y que requiere una buena vigilancia.

C. Maillard

 

 

Tomado de http://www.doctissimo.com/mx/salud/mente-sana/salud-mental/transferencia-psicoanalitica

El denominado Psicoanálisis Online, problemas y perspectivas

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La profesora investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Rosa Imelda De la Mora Espinosa, lleva a cabo la investigación “El denominado Psicoanálisis Online, problemas y perspectivas” para profundizar en la comprensión de esa práctica que recientemente comenzó también a desarrollarse a través del Internet.

El proyecto lo realiza como parte de los trabajos de la Línea de Investigación Teoría Psicoanalítica del Centro de Investigaciones Psicológicas y Educativas (CIPE) y con la colaboración de Bibiana Angélica Rangel Hernández y de Michel Oriad Valle, estudiantes del Área Básica de la Licenciatura en Psicología y de la Maestría en Psicología Clínica de esta unidad académica, respectivamente.

De la Mora, quien es miembro del Cuerpo Académico Consolidado “Psicoanálisis, Clínica y Sociedad”, explicó que el psicoanálisis es un saber creado por Sigmund Freud que permite ayudar a los pacientes a entender lo que les acontece a nivel psíquico, a través de implementar el método de asociación libre para que hablen de lo que les perturba; en el consultorio, el psicoanalista realiza una labor de escucha importante que le permite hacer intervenciones y aportar elementos que sean de utilidad para quienes recurren a él.

Esta interacción requiere, entre otros aspectos, de un ambiente de absoluta privacidad y de confianza, sostuvo la investigadora; sin embargo, señaló que en la actualidad, las nuevas tecnologías y el Internet  también han influido en la dinámica del psicoanálisis, pese a lo vulnerable que son en cuanto la privacidad.

De la Mora Espinosa refirió que, desde 1974, Jacques Lacan –otro referente teórico de este saber– advertía que instrumentos tecnológicos, a los que llamó “gadgets”, se habían convertido en elementos de la existencia humana. Hoy, consideró la universitaria, es innegable que el celular, el iPad, la computadora y el Internet, entre otros, han adquirido mayor relevancia y en algunas situaciones se han vuelto indispensables, y en prácticas como el psicoanálisis comienzan a ser recurrentes por medio de éstos.

“Primero fue a través del uso del teléfono, después del correo electrónico, luego por mensajes en el chat o WhtasApp y ahora por videollamadas de Skype o de cualquier otro programa que lo permita. El Internet es un arma de doble filo porque no podemos garantizar al cien por ciento la privacidad y confidencialidad que requiere el psicoanálisis”, dijo.

En este sentido, manifestó que si bien el psicoanálisis en línea resuelve algunos aspectos prácticos, quienes requieren y ofrecen este servicio deben tomar ciertas precauciones tales como evitar la escucha de terceros o asegurar que nadie más tenga acceso a las conversaciones.

“Lo que nosotros estamos abordando son los problemas y perspectivas de esto. Hay personas a las que les funciona de maravilla,  puede ser cómodo, pero es mucho mejor en persona porque el psicoanalista tiene más elementos para completar su labor, dado que el psicoanálisis es un saber que permite la escucha y soporte del sufrimiento psíquico y del deseo del sujeto”, indicó.

No obstante, reconoció que “a veces no hay alternativa cuando por cuestiones de enfermedad o cambios de residencia se corre el riesgo de perder el vínculo con el psicoanalista con el que se ha estado trabajando. Es una alternativa pero hay que estar claros en que en el psicoanálisis online no se tendrá la intimidad que se precisa”.

La profesora De la Mora Espinosa, también responsable de la Línea de Investigación “Teoría Psicoanalítica”, agregó que los avances de este estudio ya los ha presentado en distintos foros nacionales y extranjeros, y aseguró que  seguirán recabando información y en la búsqueda de testimonios de pacientes para concluir este proyecto.

Tomado de http://www.expressmetropolitano.com.mx/sobresale-investigacion-academica-uaq-psicoanalisis-linea/

«El psicoanálisis, en los ’60, impactó sobre las visiones del amor»

Hugo Vezzetti. Foto: David Fernández

Hugo Vezzetti. Foto: David Fernández

El psicoanálisis no parece haber tenido paz. Además de pujas internas (entre freudianos clásicos, jungeanos y, entre otras corrientes en pugna, lacanianos), ha recibido múltiples rechazos políticos. Hugo Vezzetti, en su último libro (Psiquiatría, psicoanálisis y cultura comunista. Batallas ideológicas en la Guerra Fría, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2016) reconstruye las impugnaciones comunistas al psicoanálisis y el pasaje que lo incorpora, en la década de 1960, a la cultura de izquierda y a la opinión pública general.

¿Qué ideas de la psicología predominaban en nuestro país en la década de 1950?

La psicología no estaba organizada como tal, si se tiene en cuenta que la Carrera de Psicología en la UBA se creó recién en 1958. Las ideas dominantes corresponden, por una parte, a la psiquiatría, que en la Argentina ya contaba con una tradición somática bastante sólida, instalada en los hospicios, y que insistía en el origen hereditario o constitucional de los trastornos. Por otra parte, el psicoanálisis estaba en sus comienzos. La Asociación Psicoanalítica se había creado en1942 y editaba su revista. Y el psicoanálisis proponía un abordaje orientado a las neurosis y centrado en los conflictos psíquicos.

¿Cuándo los comunistas rechazaron el psicoanálisis?

En 1949, en París, el Partido Comunista Francés publicaba un manifiesto contra el psicoanálisis firmado por el círculo psiquiátrico comunista y algún psicoanalista. Ese mismo año Gregorio Bermann, psiquiatra cordobés ligado al Partido Comunista Argentino, da cuenta de ese pronunciamiento en Buenos Aires, en la revista “Nueva Gaceta”, que era una publicación cultural de la izquierda dirigida por los comunistas argentinos.

Mientras tanto, se difundía.

El psicoanálisis, expulsado de Alemania y Europa Central por el nazismo, se había arraigado en Londres y en los Estados Unidos y se incorporaba al nuevo discurso de la salud mental.

¿Por qué los comunistas lo impugnaban?

La impugnación de los comunistas era doble. En el plano ideológico se lo tomaba como parte de ciertos rasgos culturales del modo de vida norteamericano, como el individualismo y la competencia. Además, en sus análisis de la sociedad y las masas se mostraba incompatible con las tesis marxistas. En el plano estrictamente psiquiátrico, los comunistas lo oponían al pavlovismo, que había sido consagrado en la URSS como el fundamento de la psicología.

¿Qué rasgos tenía la psicología de Pavlov?

Las investigaciones de Pavlov son anteriores a la implantación de la dictadura comunista en la URSS. Se presentaban como un estudio original del sistema nervioso: Pavlov nunca pretendió fundar una psicología. La postulación de la teoría de los reflejos condicionados como un sistema cerrado capaz de fundar una ciencia del sujeto psíquico compatible con el materialismo dialéctico es posterior, se produce hacia 1950, después de la muerte de Pavlov, en un período en el que la URSS pretende llevar la lucha ideológica al terreno de las ciencias. Confrontado con el sustento materialista de las tesis de Pavlov, que investigaban el funcionamiento cerebral, el freudismo era reducido a una expresión del idealismo y el irracionalismo.

¿Qué decía el nazismo de Freud?

La impugnación del psicoanálisis en la Alemania nazi era distinta en la medida en que se lo acusaba, ante todo, de “ciencia judía”.

¿Cómo, del positivismo de José Ingenieros, el flujo mental de los argentinos se entregó a Freud?  El positivismo médico y psiquiátrico fue una corriente de pensamiento influyente pero reducida al campo de los especialistas, aunque se extendía al ensayo sociológico y político. Con el psicoanálisis pasa algo diferente, no sólo en la Argentina, en la medida en que se difunde en los medios y se integra a un discurso ampliado en la opinión pública. En un período de cambios sociales y modernización cultural, hacia los 60, impacta sobre las visiones corrientes acerca de problemas que interesan a muchos, como el amor y la sexualidad, los conflictos familiares o la crianza de los hijos.

¿Qué queda del higienismo?

Queda sobre todo el discurso de la prevención y la idea de que la medicina y la psicología deben proyectarse fuera del hospital o del consultorio, hacia los barrios y la comunidad. Son ideas que también hoy forman parte de cierto sentido común establecido en la población asistida y están en la base de demandas y reclamos en el terreno de la salud pública.

Con las investigaciones de las neurociencias, ¿terminarán las batallas ideológicas en la psicología?

Los debates ideológicos, en un sentido amplio, asociados a la significación y los valores de los comportamientos y las acciones de los sujetos y los grupos, no se han terminado ni pueden ser reemplazados por explicaciones últimas atribuidas al funcionamiento cerebral. Pero ya no hay, afortunadamente, condiciones para batallas en las que pueda concebirse que las ciencias se reducen a ser una expresión del enfrentamiento político.

Señas particulares

Hugo Vezzetti Licenciado en Psicología (Universidad del Salvador). Profesor de la UBA e investigador del CONICET. Interventor y Decano normalizador de la Facultad de Psicología de la UBA (1984- 86). Miembro del comité de dirección de la revista Punto de Vista. Algunos de sus libros son “La locura en la Argentina” (1983), “Freud en Buenos Aires” (1989), “Aventuras de Freud en el país de los argentinos” (1996) y “Psiquiatría, psicoanálisis y cultura comunista” (2016).

Copyright Clarín, 2016. http://www.clarin.com/opinion/psicoanalisis-impacto-visiones-amor_0_1614438620.html

Mitología, educación y violencia adolescente

El trabajo de Sigmund Freud, sus teorías y técnicas, fueron puestos en duda en su época y aún hoy siguen siendo tema de discusión. La hipnosis o el psicoanálisis cuentan con tantos detractores como seguidores. Fue él quien puso nombre al conocido complejo de Edipo, base sobre la que, tiempo después, Carl Gustav Jung construiría el complejo de Electra.
Basándose en el mito griego, que muy resumidamente hace referencia a la historia de un joven que mata a su padre y desposa a su madre, Freud define este complejo como el deseo inconsciente de mantener una relación sexual (incestuosa) con el progenitor del sexo opuesto y de eliminar al padre del mismo sexo (parricidio). El complejo de Electra, por su parte, definiría la atracción sexual inconsciente que siente una niña hacia su padre y con su aparición, por tanto, se diferenciarían dos complejos distintos dependiendo del sexo de la persona que lo padezca. Esta idea a Freud no le gustaba aunque otros muchos creían que era necesaria ya que la educación y los rasgos de unos y otros eran distintos.
Y si hay un momento clave en la vida de las personas, esa es la adolescencia. Se sabe que es un periodo caracterizado por los trastornos de la identidad, los fallos de mentalización, la negación de la realidad psíquica, el predominio de la escisión y de ansiedades de abandono y de intrusión. Todo ello conlleva la tendencia a la actuación, la dificultad para elaborar las propias dudas y contradicciones, y para enfrentar los conflictos. Es decir, dificultades para vincularse a los otros, a un proyecto, a un tratamiento y, en definitiva, a ellos mismos.
Una característica destacada son las dificultades en atravesar el proceso de separación-individuación, por dos motivos principalmente. Por un lado, los padres también pueden encontrar dificultades en atravesar este período, al sentirse de algún modo amenazados por la situación, lo que duplicaría las dificultades del propio adolescente. Por otro lado se trata de un período donde otras personas de fuera del núcleo familiar pasan a revestir especial importancia, en la medida en que el adolescente necesita apoyarse en ellas, y pueden jugar un papel facilitador o entorpecedor del proceso de separación-individuación, interfiriendo así en la resolución de las situaciones de crisis.
En todo esto tiene un papel importante la violencia ya que aunque no es algo nuevo el hecho de que los adolescentes la ejerzan tiene una intensidad particular hoy en día debido probablemente a la complejidad de la vida social, a la explosión de los medios comunicación, de internet, redes sociales y a la mayor libertad de expresión que autoriza una sociedad liberal.
La violencia de los jóvenes, en efecto, ha llegado a ser desde algunas décadas un problema de salud pública, aun cuando estos jóvenes son más a menudo víctimas que autores de ella. Pero el carácter a menudo espectacular de esta violencia juvenil, su ausencia de motivaciones claras, la gratuidad aparente de muchos de estos gestos, sin beneficio para el interesado, no pueden más que aumentar la preocupación y el desasosiego de los adultos.
De hecho, los casos más extremos se plantean cuando esa violencia es ejercida contra los propios padres, algo que ocurre más de lo que se sabe ya que se trata de un asunto complicado que se suele ocultar en las familias.
Pero ahora un trabajo desarrollado por investigadores de la Universidad de Deusto y publicado en Developmental Psychology, ha permitido examinar, durante tres años y mediante entrevistas a 591 adolescentes de nueve institutos públicos y once privados de Bizkaia y a sus padres, la relación entre narcisismo y agresiones de hijos a padres.
El narcisismo, otro trastorno nacido de la mitología griega y también acuñado por Freud, hace referencia en su forma patológica extrema a algunos desórdenes de la personalidad, en que el afectado sobrestima sus habilidades y tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación.
Los investigadores han visto ese componente en algunos casos en los que los adolescentes sienten que deben conseguir todo lo que quieren aquí y ahora. No aceptan un no por respuesta. Cuando los progenitores intentan establecer límites, los hijos reaccionan con agresividad.
De hecho, un estudio llevado a cabo por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania), en el que participa la Universidad Complutense de Madrid, ha puesto de manifiesto que los niños de tres años controlan sus impulsos prácticamente de la misma forma que lo hacen los chimpancés, una situación que es distinta cuando los menores cumplen seis años, al registrar una mayor capacidad de autocontrol.
Es decir, según la investigación, la capacidad humana de controlar los impulsos tiene profundas raíces evolutivas y entre las causas que barajan los autores para explicar este cambio entre una edad y otra está la enseñanza activa de este tipo de habilidades de control por parte de padres, madres y otros adultos.
La educación desde la infancia para enseñar a controlar los impulsos se muestra, por tanto, como la clave para evitar este tipo de situaciones. No obstante, en Deusto se ha visto que el temperamento de los hijos es otra pieza importante y algunos niños y niñas son más impulsivos y aprenden más fácilmente la conducta violenta.
Estos jóvenes tienden a sentirse frustrados y rechazados y aunque no hay diferencias por sexos las estadísticas indican que el problema está aumentando entre las chicas. Cuando sucede, primero vienen los gritos e insultos y más tarde las agresiones físicas. Una vez que la conducta agresiva ha surgido en los adolescentes, los tratamientos deben intentar reducir la visión narcisista de ellos mismos. Para ello, el equipo sugiere “educar en el respeto y en la tolerancia a la frustración, y evitar la exposición a la violencia en los niños y niñas”.
María José Moreno, Mitología, educación y violencia adolescente, Cuaderno de Cultura Científica 17/12/2015
Referencias:
Cuadernos de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente, 2002; 33/34, 49-57
Cuadernos de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente, 2002; 33/34, 59-91
Calvete, Esther; Orue, Izaskun; Gamez-Guadix, Manuel; Bushman, Brad J. (2015) “Predictors of Child-to-Parent Aggression: A 3-Year Longitudinal Study” Developmental Psychology 51 (5): 663-667 DOI: 10.1037/a0039092
Esther Herrmann, Antonia Misch, Victoria HernándezLloreda y Michael Tomasello. (2015) “Uniquely human self-control begins at school age”, Developmental Science 18 (6). DOI:10.1111/desc.12272

Freud un punto de partida para la neurociencia: Mariano Sigman

El neurocientífico argentino Mariano Sigman.
Mariano Sigman, uno de los neurocientíficos de mayor prestigio internacional, ha dedicado toda su vida a intentar descifrar los mecanismos que gobiernan el funcionamiento de nuestro cerebro. Es uno de los directores de Human Brain Project, el proyecto más importante para emular artificialmente el cerebro humano, con el que se muestra muy crítico.
En su último libro, La vida secreta de la mente, Sigman propone a los lectores un nuevo viaje al interior de sí mismos. Un ejercicio de minería intelectual para intentar acceder a lo más profundo del cerebro, allí donde tal vez resida el secreto de la esencia humana

P: Eres uno de los directores del proyecto internacional más importante para emular el funcionamiento del cerebro humano mediante supercomputación. ¿Cree que se logrará?

R: Es muy difícil saber hasta dónde va a llegar este proyecto. Emula el proyecto Genoma Humano, que fue un éxito. Pero yo pienso que es muy difícil que suceda lo mismo con Human Brain Project -proyecto Cerebro Humano, en español-.
Genoma Humano estaba claro dónde había que llegar, aunque era muy difícil hacerlo. El proyecto Cerebro Humano es mucho más ambiguo. Queremos replicar el cerebro humano pero no sabemos qué es aquello que queremos replicar. Tal y como está, yo creo que es casi seguro que va a fracasar, por lo menos en ese sentido.
P: En tu libro dedicas un capítulo a la conciencia, donde hablas de Freud… ¿Hasta qué punto estamos dominados por nuestro inconsciente? ¿Qué opinas del psicoanálisis?
R: Lo que planteo en mi libro es que el consciente es casi una ilusión. Estamos completamente dominados por nuestro inconsciente. No hay casi ninguna decisión que no empiece en el inconsciente. Después nosotros las reconocemos como conscientes si pensamos que son decisiones conscientes, pero esa decisión comenzó en algún lugar del inconsciente. Creo que todas las pulsiones humanas, las motivaciones, las razones por las cuales nos levantamos y vamos a trabajar son inconscientes, aunque después nosotros le atribuimos consciencia. Estamos gobernados por el inconsciente.
Respecto a la relación con el psicoanálisis, la neurociencia es una disciplina que adolece de teoría. Tiene un montón de conocimiento enciclopédico, desagregado, pero no tiene un cuerpo teórico, a diferencia de la genética, la física, la química… A mí me gusta pensar que gente como Freud son los teóricos de la neurociencia. Yo considero a Freudcomo un punto de partida.
P: ¿Realmente el sexo es tan determinante en el inconsciente y en nuestro cerebro?
R: Desde el punto de vista de la neurociencia, el cerebro es una máquina que básicamente trata de producir dopamina. Dawkins tenía su idea del gen egoísta, como una máquina que trata de autorreplicarse. Yo creo que el cerebro es una máquina que hace lo que puede para conseguir dopamina. Busca sexo, chocolate, cocaína, muchos seguidores en Twitter… Sin duda que el sexo es una de las fuentes primarias para lograr dopamina, pero no creo que sea el centro de toda la psiquis humana.
P: ¿Por qué tiene la mente humana una tendencia tan fuerte hacia la fantasía y el mito, muchas veces por encima de la realidad?
R: Nuestro cerebro es una máquina de conjeturar. Está todo el tiempo estableciendo conjeturas y eso evolutivamente puede ser que tenga sentido porque es la virtud del ser humano, la capacidad de extraer reglas de datos muy escasos. Pero eso también hace que uno también cuando encuentra algo que es inexplicable, como las casualidades o la muerte, construya reglas para que expliquen esa regularidad que se nos escapa. Es al mismo tiempo la virtud y el karma del pensamiento humano.
Samuel A. Pilar, entrevista con Mariano Sigman: «Las grandes decisiones de la vida conviene delegarlas al inconsciente», rtve.es 01/04/2016

6 lecciones de libertad que el psicoanálisis deja a las mujeres

La primera peruana en practicar el psicoanálisis, Matilde Caplansky, nos da las claves para sentirnos libres y sin culpas

6 lecciones de libertad que el psicoanálisis deja a las mujeres
Matilde Caplansky insta a las mujeres a descubrir el mundo y vivir mejor. (Foto: Solange Adum)

Por Andrea Castillo C.

La psicoanalista Matilde Caplansky no piensa retirarse. Si algo le debe al su trabajo es el grado de conocimiento que tiene de sí misma. “Para volverte psicoanalista, tienes que analizarte cinco veces por semana durante 4 o 5 años, o todo lo que sea necesario”, nos dijo.

Conversamos con ella sobre cómo el psicoanálisis ha influido en su vida. “Soy libre, no tengo culpas de nada”, comenta. Aquí compartimos sus comentarios más destacados.

1. «El psicoanálisis me permitió entender tres cosas: que la  naturaleza se impone, que nuestro cuerpo es vulnerable y mortal, y que las relaciones con nosotros mismos y los demás son, más o menos, conflictivas siempre».

2. ¿Qué hacer si el psicoanálisis no está a nuestro alcance? En ese caso -nos dice- hay psicoterapia que ayuda, grupos de meditación, clubes de lectura. «Lo importante es formarse, estudiar y leer por siempre hasta el último día».

3.   Sé libre y ejerce tu libertad. «Las mujeres no hemos ejercido nuestra ciudadanía aún lo suficiente; hemos sido esclavas hasta que conseguimos el derecho al voto y aún hoy perdura un sistema patriarcal que siempre está oprimiéndote».

4. «Tú eres dueña de tu cuerpo; nadie te puede decir qué haces con él, eso es libertad».

5. «Freud decía que el psicoanálisis es terminable e interminable porque somos seres dinámicos, cambiantes […]. Puedes decir ‘hasta acá me quiero conocer y acá me quedo’, pero debes ser muy consciente de que la vida continúa y te plantea retos que hasta ese momento no los tenías».

6. «Cambiar siempre duele; darse cuenta de que una no es la mujer más inteligente o bonita del mundo duele, porque existe el narcisismo pero también es bueno saber quiénes somos y hasta dónde llega uno. Es importante vivir con una renuncia natural porque hay ciertas cosas que no podemos hacer».

¿Pero la sociedad nos pide ser exitosas, brillantes?. «La sociedad pide cada necedad que no se puede hacer caso de eso, para eso está la libertad», concluye. Si quieres entender más del psicoanálisis, Matilde recomiendas estas películas: “Mahler en el diván”; “Henry y June”, “36.5 grados”, “El silencio de los inocentes” y muchas de Woody Allen.

Tomado de http://elcomercio.pe/viu/estar-bien/6-lecciones-libertad-que-psicoanalisis-deja-mujeres-noticia-1878155