Confesiones literarias y personales de Marcel Proust

Marcel Proust, en una foto de archivo EM

Además de los siete tomos de «En busca del tiempo perdido», el gran autor francés escribió (se calcula) más de 100.000 cartas. Ahora llega a España las que se cruzaron Marcel Proust y su editor, Jacques Riviére

El 17 de diciembre de 1906, tras la muerte de sus padres, Marcel Proust se instaló en el bulevar Haussmann, número 102, segundo piso. Cerró cortinas y persianas, se sometió a los tormentos de su asma y empezó a escribir una obra monumental. El primer tomo de En busca del tiempo perdido, Por el camino de Swann, se publicó en 1913. El propio autor tuvo que correr con los gastos de impresión, tras numerosos rechazos. Pero a principios de 1914 Proust recibió la carta, hoy perdida, de un influyente admirador, Jacques Rivière, secretario de redacción de la prestigiosísimaNouvelle Revue Française. Así comenzó un intercambio de correspondencia, transformado pronto en amistad, que duró hasta la muerte del escritor.

En su primera carta a Rivière, Proust hablaba ya de su emblemática madalena: «Ha visto usted el placer que me depara la sensación de la madalena mojada en el té».

Las cartas entre Proust y Rivière acaban de ser publicadas en España por Ediciones La Uña Rota, con traducción, prólogo y notas de Juan de Sola. Es solo una pequeña parte de la correspondencia producida por Marcel Proust, un grafómano que vivía encerrado con sus enfermedades y prefería comunicarse por escrito: Philip Kolb, recopilador de la correspondencia proustiana, calcula que el escritor envió unas 100.000 cartas a lo largo de su vida. En el diálogo entre Proust y Rivière, el primero va desvelando las claves de su obra, su perfeccionismo obsesivo y su prodigiosa capacidad de observación.

La correspondencia empieza en 1914 y acaba en 1922, con la muerte de Proust a los 51 añosRivière no le sobrevivió mucho tiempo: murió en 1925, de tifus, a los 38 años.

En cuanto leyó el primer tomo de En busca del tiempo perdidoRivière se entusiasmó. Convenció a los responsables de NRF para que rescataran la edición de Grasset pagada por Proust y se comprometieran a publicar el resto de su obra; el propio André Gide, responsable de haber rechazado el manuscrito en NRF, entonó un mea culpa: dijo que jamás podría perdonarse el error. Rivière, por tanto, fue descubridor, impulsor y patrocinador de una de las obras culminantes de la literatura del siglo XX.

«Si no tuviera creencias intelectuales, si simplemente buscara rememorar y solapar estos recuerdos con los días vividos, no me tomaría, enfermo como estoy, la molestia de escribir», le dice Proust a Rivière. «¿Se puede usted creer que ni siquiera pienso que la inteligencia sea lo primero en nosotros? (…) Yo antepongo el inconsciente, que aquélla está llamada a aclarar, pero que es lo que constituye la realidad, la originalidad de una obra», le dice Rivière, cada vez más fascinado por Sigmund Freud.

Hay cartas, bastantes, casi cómicas por el puntillismo maniático de Proust en cuanto a correcciones y cambios de última hora. El libro muestra que en los años de la Primera Guerra Mundial (en la que Rivière combate), mientras acomete su gran obra, Proust ha dejado de ser el joven pisaverde que hacía crónicas sociales y derrochaba ingenio en los salones; ahora, maduro, enfermo y consciente de que no llegará a viejo, tiene la convicción absoluta de estar escribiendo algo portentoso, algo que va a sobrevivirle. Y quiere que llegue a los lectores de forma perfecta. Tras una enésima corrección, Rivière, en una carta del 25 de octubre de 1922, se exaspera: «Acabo de pedir que paren la impresión, que estaba a punto de empezar. Pero, por el amor de Dios, dime lo antes posible cómo debe terminar el fragmento».

A Proust le quedaba menos de un mes de vida. El 25 de octubre, Proust, febril, le dice a Rivière que le odia y ya no confía en él. «Tu carta me duele, no consigo ver en qué me he equivocado», responde Rivière. Días después, Rivière le envía a Proust su obra Aimée, con una dedicatoria. Responde (por carta) la sirvienta, Céleste Albaret«El señor Marcel Proust no se da cuenta de nada, es por eso que todavía no sabe todavía que le mandó usted su libro». Es el último contacto. Proust falleció, de bronconeumonía, el 18 de noviembre de 1922.

Fuente: http://www.elmundo.es/cultura/literatura/2017/12/06/5a26ed6146163f4d158b4592.html

Presentación del libro «Feminástica»

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«Feminástica» es un neologismo que combina femenina y fantástica y que da nombre al más reciente libro coordinado por la psicoanalista Cristina Jarque, en el que se abordan desde diferentes perspectivas una parte de la vida de mujeres fantásticas, que por su presencia en la historia, real o ficticia marcaron un antes y un después en la vida del mundo entero.

En la elaboración de este libro participaron, psicoanalistas, escritores y escritoras, tanto de América como de Europa. Es publicado bajo la firma de la editorial “Ledoria”, y es el volumen número 10 de la colección que sobre psicoanálisis realiza en conjunto con Lapsus de Toledo.

Esta presentación se realiza con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil en Puebla, preocupadas por la equidad de género.

Participan:

Caty Aguilar Oropeza

Activista – emprendedora

Laura Montero de Espinosa Copado

Autora – psicoanalista

Alberto Isaac Mendoza Torres

Moderador – psicoanalista

La imaginación poética del psicoanalista

“De rodeo en rodeo el sujeto en la punta de la lengua, no es una  palabra o  una frase que se pueda decir. Es el aire de las palabras que sin ese aire no tienen sentido, y uno está solo para escuchar y uno trata de escribir”

 

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Henri Meschonnic.

           Escuchar en Psicoanálisis es atender a otra escena, suspender el sentido habitual de las  palabras esperando la emergencia del sujeto del inconsciente. El análisis es un acto de escritura y reescritura, donde  la posición de  analista y paciente frente al lenguaje,  trascienden  el querer decir, comprender o explicar.

Sostendremos que en los momentos fecundos de un análisis sucede algo comparable al efecto de lectura de una obra literaria, al encuentro con un hecho artístico que conmueve,  dado que aunque el paciente intente relatar qué lo movilizó allí, algo se mantiene evanescente, resistente a la  significación; pero circula y sigue generando efectos, sujeto a la función metafórica y metonímica del lenguaje.

Sostendremos que un analista transcurre aún en su vida cotidiana,  abierto a la polisemia, que su trabajo de artesano en la palabra, se nutre también del goce estético y es por ello que muchos de nuestros ensayos refieren a las bellas formas del decir y el hacer, en escritores, poetas, filósofos o artistas plásticos.  Un camino sobre el que va Lacan en el Seminario 25:   “No hay más que la poesía, se los he dicho, que permita la interpretación. Es por eso que no llego más, en mi técnica, a lo que ella sostiene. Yo no soy bastante poeta. No soy bastante poâte”

 Henri Meschonnic, lingüista y poeta,  reflexiona sobre los vínculos entre poesía e histeria, subrayando que Freud comienza a interesarse en el lenguaje al observar los efectos de esta última sobre el cuerpo. Es en la histeria donde se evidencia que el organismo es más que referencia de lo biológico,  es cuerpo bordeado por el lenguaje,  el  lugar donde se  encarnan las metáforas.

Es en la poesía, en la oralidad, donde la fuerza de la carga pulsional toma una dirección inversa, se dirige desde el cuerpo hacia el lenguaje y ya no desde el lenguaje hacia el cuerpo como se observa en la histeria. “Poner al cuerpo en el lenguaje, utilizando su energía es la función de la oralidad”[1]

En este sentido el Psicoanálisis subvierte la práctica de la Psiquiatría como una clínica de la mirada, centrada en la observación y clasificación de síntomas y se troca en una clínica de la palabra. Debemos recalcar que se trata de la palabra otorgada al paciente.

En “El poeta y los sueños diurnos”  Freud compara la actividad del poeta con el juego en el niño y el fantasear del adulto.  Tanto el niño como el poeta crean un  mundo propio. Cuando el  niño juega lo impulsa la deriva pulsional, un hacer restitutivo  y expresivo que lo satisface.  De la misma forma la fantasía del neurótico, el ensueño diurno, recrea y permite la satisfacción de un deseo insatisfecho del que proviene la fuerza pulsional que lo dirige.

Pero solo el poeta logra que su experiencia, una impresión individual bordee  lo universal, que un objeto simple, cotidiano,  arroje una luz nueva; que  un paisaje ajeno se nos vuelva familiar, próximo y lejano a la vez; que allí  algo nos hable.

Para  Rilke  “lo abierto” designa  ese instante  en el cual sin que un límite haga obstáculo, lo seres y las cosas entran al espacio de la percepción pura. Dice en La Octava Elegía de Duino: “Con plenos ojos, la criatura ve lo abierto, solo nuestros ojos están invertidos y colocados en torno a ella por entero…”

        Siguiendo a Gérard Pommier “Lo abierto remite a esa experiencia de lo infinito en lo finito, es ese momento en el que  a partir de una mirada dirigida a una cosa simple,  todo es aceptado, consentido… Lo abierto aparece cuando tomo una palabra en el hueco de mi mano y cuando  espero”[2].

Aún lo terrible se vincula con lo bello a través de las palabras del poeta, algo se hace poético en la vía metafórica que constituye el síntoma.

       Tomemos  entonces  los  versos de la poeta Selva Casal“El universo flota en el espacio sideral / Tú  en el mar  / Como en el líquido amniótico” [3]Sus palabras son la entrada al poema: “Esto está escrito para leer bajo el agua”. Al leerlo las imágenes que evoca me llevaron de inmediato al recuerdo de esta  viñeta clínica:

Una mujer  embarazada de su primer hijo. ¿Cuáles son los rastros de su madre en ella? No tiene certezas sobre su verdadero origen. La muerte de su madre de crianza la dejó con la incógnita. Ya sin lazos familiares, los de esa familia conocida en la que todos se han ido, la inminencia de su propia maternidad  la lleva a intentar  volver a un  punto desconocido.    Un ritual  se le impone. Tiene que llenar el lavatorio con agua para meter la cabeza adentro. Una, dos, tres veces. Teme que si no lo hace algo podría sucederle a  su  bebé. Más tarde insiste en meter la cabeza en espacios continentes. Abre las puertas del ropero con la misma compulsividad.

Alguien dice que deberían internarla, le podría pasar algo al bebé.

Otro escucha, lee la metáfora  y relanza la palabra. Desata  las preguntas amordazadas para que ella misma escriba una respuesta.

Tras el sufrimiento del síntoma algo de planteado por Lacan  en el Seminario 25,   remite a lo que muestra el caso. Leemos: “Trabajo en lo imposible de decir. Decir es otra cosa que hablar. El analizante  habla, hace poesía. Hace poesía cuando llega —es poco frecuente, pero es arte” [4]

Desde el decir poético de  Clarice Lispector  en Agua Viva: Escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es palabra. Cuando esa no palabra, la entrelínea, muerde la carnada, algo se ha escrito”.

Y allí estamos, en el arte de la espera. Por esa palabra que llega y lanzamos a rodar.

 

(Cabecera: fotografía de Laura Rivera)


[1] Meschonic; Henri. La poética como crítica del sentido. Mármol Izquierdo Editores. p.162

[2] Pommier, Gerard. “La excepción femenina, Ensayos sobre los impases del goce.”Alianza Editorial.1996 p.105

[3] Casal, Selva. “Biografía de un Arcángel”. Estuario Editora. Montevideo. 2012. p. 9

[4] Lacan Jaques. Seminario 25. Clase 3 1977.Ed digital.p. 9

 

Fuente: https://lasnuevemusas.com/esta-escrito-leer-agua/

Cuando con la palabra sanaban espiritualmente los corazones

Jordi Nadal, autor de «Libroterapia»

He aquí un pequeño gran libro en el que se respira la pasión que la lectura produce en su autor, que es también editor de profesión y bibliómano por encima de todo. «Leer es vida», reza el subtítulo, y no es ocioso repetir esa frase hasta la saciedad, pues en demasiadas ocasiones se han opuesto vida y lectura, como si el modo de vivir plena e intensamente excluyera la posibilidad de emplear nuestro tiempo libre en leer un buen libro, aprendiendo en sus páginas todo lo que ignoramos acerca de nosotros mismos, conocimiento imprescindible -recuérdese la máxima délfica- que las juergas, el sexo, las drogas y el «rock & roll» no siempre proporcionan. Con ello no quiero decir que sea improcedente divertirse haciendo el ganso por ahí fuera. Con ello solo quiero decir que una forma como otra cualquiera de divertirse es la lectura.

Los libros nos informan de lo que ocurre en nuestro interior con una capacidad de penetración digna de la más sofisticada de las excavadoras. Y, por si fuera poco, curan. Bueno, lo que en realidad cura son las palabras contenidas en los libros. Bien lo sabían los chamanes de los que habla Eliade, cuando con la palabra sanaban espiritualmente los corazones y las almas de las mujeres y hombres de la tribu. Palabras sanadoras que Jordi Nadal (Lliçà d’Amunt, Barcelona, 1962) ha extraído de las lecturas de algunos de sus autores favoritos, de nombres tan sonoros como Camus, Canetti, Emerson, Gide, La Rochefoucauld, C. S. Lewis, Saint-Exupéry o Torga, sin agotar la lista dechamanes ilustres que figuran en «Libroterapia».

Jordi Nadal ha elegido catorce autores terapéuticos. Tras su lectura somos más libres

De La Rochefoucauld (1613-1680), por ejemplo, el célebre autor francés de aforismos, dice: «Grande y ácido, no queda casi nada en pie tras su lectura. No se idealiza, no idealiza. Sabe de amor y de guerra, y de suerte y de muerte. Jugó fuerte y con intensidad». Se preguntarán cómo las palabras de un tipo tan cínico y misántropo como La Rochefoucauld pueden resultar sanadoras. Pues precisamente por eso, porque no eluden la verdad, no la envuelven en paños calientes de ñoñería y condescendencia. Van al grano de lo real, al fundamento de lo humano. Baste decir que Friedrich Nietzsche, el gran Nietzsche, prefería sus «Máximas» a «todos los libros juntos de todos los filósofos alemanes».

Grado de empatía

De la misma manera que los autores y los textos seleccionados por Nadal operaron en su ánimo de forma terapéutica cuando le fueron saliendo al paso a lo largo de su existencia, así nos ocurre a nosotros al acercarnos a «Libroterapia», un libro en el que su autor, como en una conversación íntima en un restaurante con velas, se convierte en nuestro semblable, en nuestro «frère» -que diría Baudelaire-, en un auténtico «Doppelgänger»: tal es el grado de empatía con el lector que despliegan sus páginas, certeramente prologadas por Xavier Coll. Una empatía que traslada el flujo cómplice que estableció Jordi Nadal con sus catorce autores terapéuticos a los lectores del libro que los agrupa, produciendo con ello un efecto catártico y sanador que hace que volvamos de su lectura más libres y más sabios. Permítanme que honre estas líneas con una frase del médico y escritor portugués Miguel Torga (1907-1995): «¡Aquí está el mundo otra vez! Está lleno de sol, de flores, de ruidos, y, sobre todo, no huele a medicinas». El efecto que produce el libro de Nadal es justamente ese: sentir que existe algo fuera del hospital para enfermos terminales que es la vida, un algo misterioso, curativo y perenne que se encuentra en los libros.

Tomado de http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-libroterapia-palabras-sanadoras-201706220156_noticia.html?platform=hootsuite

«El deseo nunca puede ser secuestrado porque matas a la persona»

Montse Batlle: «El deseo nunca puede ser secuestrado porque matas a la persona»

Con poco más de 20 años, Montse Batlle se tuvo que poner al frente de la empresa familiar: una fábrica de maquinaria agrícola con 200 empleados. Ella quería ser periodista pero las circunstancias familiares anularon su deseo. Sin embargo, hace algo más de cuatro años le dio un giro al timón de su vida y pudo al fin vivir en libertad. Esta tarde (19 horas) presenta en Districte Hipérbole su segundo libro, ‘En busca de la libertad’.

Montserrat Batlle presenta este viernes a las 19 horas en Districte Hipérbole su segundo libro, ‘En busca de la libertad’ (Kairós), acompañada por Jorge Montojo y con la coordinación de Carmina Claret de Sentís. En este libro recoge entrevistas a personas que dominan aspectos como la psicología, el psicoanálisis, la espiritualidad, el misticismo y la filosofía, temas en los que es experta.

Esta escritora es autora además de ‘Lo íntimo y lo sagrado. Conversaciones sobre la naturaleza profunda del ser humano’, un libro que lanzó en 2012, un año clave en su vida porque a partir de entonces pudo llevar al fin la vida que quería llevar. Hoy cumple 65 años.
¿Por qué ha elegido plantear los temas de su libro en forma de entrevistas a diferentes ‘sabios’ en sus ámbitos?
Mi intención es ser una persona puente. Los conocimientos de estas personas generalmente no llegan a la gente de a pie, a la gente que se mueve en otros ámbitos laborales pero que tienen una serie de problemas identitarios que no saben cómo resolver. La entrevista es la manera más rápida e inmediata de transmitir al público los conocimientos de la persona que sabe más del tema.

Es en cierto modo el trabajo del periodista…
Te voy a confesar una cosa. Mi vocación era ser periodista, pero mi familia no me dejó serlo. Teníamos una fábrica de maquinaria agrícola, mi hermano estaba mal de salud, después falleció y me tuve que hacer cargo de una empresa con 200 trabajadores. En la fábrica había muchos hombres y me encontré con actitudes bastante machistas además. Al cabo de los años la fábrica terminó y, por suerte para mí, pude dedicarme poco a poco a ser periodista, que es lo que quería ser. Pero había pasado por muchas presiones psicológicas a nivel familiar y de trabajo en la empresa y eso me convirtió en una ‘buscadora’. ¿Por qué no podía salir mi identidad a flote, por qué no podía ser ‘yo’ en esta vida? Mi búsqueda viene de ahí. Por eso el título de ‘En busca de la libertad’. En aquel momento podría haber dicho: ‘no, no voy a hacerme cargo de la empresa’ pero pensé ‘voy a ser una mala hija, no puedo hacer esto?’

¿Con cuántos años se hizo cargo de la empresa?
Yo tenía 22 años. Había estudiado secretaria de dirección, vi que mi padre quería que entrase en la fábrica pero yo descubrí el periodismo y me dije: ‘¡bueno, esta es mi pasión!’. Pero me dijeron que no, que tenía que ayudar a mi hermano que estaba malo de salud. Cuando él falleció me vi con toda la historia encima. Yo en ese tiempo no pude ser realmente yo en la vida.

¿Y cuándo se ha sentido libre de ser quien es?
He podido ser yo a partir de hace muy poco tiempo. Mi primer libro lo publiqué hace cuatro años y mañana [por hoy] cumplo 65 años.

¿Qué les diría a quienes estén en una situación como la que sufrió usted?
Hay que asumir la responsabilidad de cada uno. Es lo que nos cuesta muchas veces. Decimos: ‘¡Ay! es que mi papá era así o mi madre me hacía hacer aquello’. Mi libro va mucho en la línea de dar coraje a las personas que no han podido expresar su voz por miedo al discurso autoritario. Ese ‘En busca de la libertad’ que dice el título se refiere a la libertad interior, porque esa es la que después rige la libertad exterior. Se trata de saber construir y saber reaccionar y responder al otro desde la singularidad que tenemos cada uno y abrazando nuestra vulnerabilidad.

El subtítulo del libro es ‘desde la voluntad secuestrada’. ¿Qué quiere decir?
Para mí es lo fundamental del libro. En lenguaje psicoanalítico sería el ‘deseo secuestrado’. En España el psicoanálisis está un poco desfasado en comparación con otros lugares del mundo donde nos llevan ventaja, por eso el deseo solo lo interpretamos como el deseo sexual, como dijo Freud. Pero el deseo, la libido, es el motor de la vida de cada uno y, desde ahí, eliges tu profesión, tu pareja y tu ilusión de vida. El deseo nunca puede ser secuestrado porque matas a la persona. Yo considero que he estado sobreviviendo pero no viviendo mi vida. Hace cuatro años que he empezado a vivir.

¿Su propia experiencia vital transmite un mensaje positivo: sí se puede seguir el propio deseo y da igual la edad y la circunstancia?
Claro, no hay edad si tienes claro qué quieres hacer. Yo quería ser bailarina porque se me da bastante bien, pero no pude dedicarme al mundo de la danza. Ahora en cambio bailo tango. Todo lo he adecuado a lo que puedo hacer ahora, en este momento.

¿Le sorprende verse por ejemplo presentando su libro por todo el país, incluso en Argentina?
Me gustaría animar a la gente que piensa que su vida ya está hipotecada y que no pueden salir de ahí, porque si me llegan a contar la vida que yo tengo ahora hace 20 años hubiese alucinado, nunca hubiese pensado que iba a ser capaz de tener esta libertad. De poder ‘ser’.

¿De todas las entrevistas y búsquedas que ha hecho qué le ha resultado más revelador personalmente?
En este libro he entrevistado a varios psicoanalistas lacanianos (de Lacan), una línea en la que ahora soy muy afín. He pasado por todos los mundos espirituales desde que estoy ‘de búsqueda’. Comencé a los 30 años, así que llevo 34 de búsqueda. He pasado por todo tipo de meditaciones. que me parecen fantásticas, y por todo tipo de terapias alternativas, pero para mí ha sido muy revelador encontrarme con el psicoanálisis lacaniano porque apuestan por la subjectividad del ser humano, por la singularidad de cada individuo.

¿Cómo funciona?
En el psicoanálisis el saber está en uno mismo, no está en el terapeuta, y esto para mí es muy revelador. Todos pensamos que no sabemos suficiente y que es el otro el que nos tiene que ayudar a salir de nuestros conflictos, pero el psicoanálisis sabe que la única llave de salida de tu propio conflicto la tienes tú. Ellos te hacen como un útero para que tú en ese marco puedas nacer a tu nueva vida. Pero no te imponen una receta como pasa ahora con la new age: Lo de ‘sé feliz» o lo de ‘piensa en positivo’ se lo lleva el viento con el tiempo. En cambio el psicoanálisis reconstruye las bases de la persona.

En su libro hay psicoanálisis pero también mística.
Hay bastante parte de mística. Para mí los místicos tienen mucho interés porque valoran la fuerza de la palabra. El inconsciente está hecho de palabras. Por mucho que meditemos nunca llegaremos al enredo que podemos tener cada uno en nuestro inconsciente. La meditación es sana como es sano nadar, pero no por ello hay de adscribirse a ninguna disciplina. Detrás puede haber ciertas cosas que no son tan sanadoras para la persona. Le cambian unos catecismos por otros.

Muchas personas pasan de moda en moda, de corriente en corriente…
Hay que ir a la raíz, al ‘real’ que dicen los psicoanalistas: la realidad de cada uno de la que mucha gente no es consciente. ¿Cuántas mujeres nos enamoramos de hombres que no nos convienen o repetimos tipos de patrones? El psicoanálisis se ocupa de cortar con la repetición. El origen de esas adicciones está en el inconsciente.

 

Fuente: http://www.diariodeibiza.es/cultura/2017/06/02/deseo-secuestrado-matas-persona/919920.html

Metáfora y revelación

Por Margarita Carrera

Que el lenguaje poético revela de manera profunda la verdad, es algo que sostienen psicoanalistas freudianos —entre otros— y adversan filósofos tradicionales.

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Para estos últimos habrá diferencia entre el lenguaje poético y el lenguaje filosófico, separan, en forma tajante, la poesía de la filosofía. Y no hay caso de poderlos convencer de que el poema revela, intuitivamente, verdades que luego, después de largos años, la ciencia llega a descubrir mediante sus diversos métodos rigurosos.

Heidegger le da especialísima importancia al lenguaje en el campo de la filosofía. Para ello, se remonta a Parménides y a Heráclito, quienes establecen que “logos” (en el sentido primitivo de “poner”) y “phásis” (en el sentido de “luz”), esto es, “traer a luz”, es la esencia del lenguaje. Lo cual lleva a estos filósofos a la futura confirmación heideggeriana de considerar “la esencia del lenguaje desde la esencia del ser”. De aquí la expresión “el lenguaje es la casa del ser”, sobre la que Heidegger levanta su filosofía, solo había un paso; pero este paso fue —aunque él se niegue a reconocerlo— metafórico, poético. Pues, por prejuicios antiquísimos de la filosofía tradicional —de la que no escapa Heidegger—, este niega que su bella y verídica frase sea “mera imagen” y mucho menos de una manera “metafórica” de pensar, ya que ello sería impropio de lo que se debe considerar como filosofía.

Para mí que es imposible desconocer esta magnífica metáfora con la que Heidegger —poéticamente, que no filosóficamente— devela una verdad difícilmente discutible. De ella se podría deducir que todo lenguaje —que es “semeion”, seña— tiende a lo metafórico, y que, así, es la metáfora la esencia del lenguaje, que, a su vez, es la esencia del ser.

Ahora bien, en mi obra Antropos establezco que el ser radica en el hombre y su inconsciente. Esto nos lleva a la tarea de describir, descubrir, develizar el mundo inconsciente que yace oculto en la psiquis humana. Llegamos al inconsciente, de acuerdo con Freud, por medio de la interpretación de los sueños. En ella, el creador del psicoanálisis descubre que la elaboración onírica está regida por ciertos mecanismos que operan de manera inexorable. Los más destacados: la censura, la condensación y el desplazamiento.

J. Lacan, que continúa en Francia el psicoanálisis freudiano pero unido al estructuralismo de Saussure, creando así una nueva escuela psicoanalítica-lingüística, nos remite, al hablar de la condensación, a la metáfora; y al hablar del desplazamiento, a la metonimia. Así, la verdad es revelada en forma velada en los sueños, por medio de metáforas y metonimias que, con sutileza, maneja la censura. El lenguaje metafórico deja de ser interesante únicamente para los estudiosos de la literatura, y se convierte en el lenguaje por excelencia que, mediante los sueños y la poesía, nos conduce a las más ocultas verdades que esconde el hombre.

El inconsciente, o el ser del hombre, se manifiesta, sobre todo, en el sueño y en la poesía, por medio de metáforas y metonimias. Pero, ante todo, es la metáfora la que traduce las grandes verdades del hombre y su universo, que no nacen de la arbitrariedad, sino de una fuerza creativa impulsada por el inconsciente individual o colectivo.

Dentro de esta nueva postura para la búsqueda de la verdad, los filósofos han de recurrir al lenguaje, poético, manifestado, simbólicamente, en el sueño y en la poesía.

La metafórica expresión heideggeriana, “el lenguaje es la casa del ser”, alcanza significados no previstos por el mismo Heidegger: el lenguaje es la morada, el recóndito albergue de ser del hombre y del ser de todas las demás cosas, gobernada de manera inexorable por una poderosa fuerza, equivalente a la fuerza del inconsciente del humano.

Fuente: http://www.prensalibre.com/opinion/opinion/metafora-y-revelacion

 

Personajes enmarañados en el pasado

PABLO MELICCHIO HABLA DE SU NOVELA LA MUJER PÁJARO Y UNA MODESTA ETERNIDAD
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El escritor y psicoanalista se mete con “cierta locura en torno al amor”, mediante un profesor universitario de novio con una de sus alumnas, que es internada con delirios y alucinaciones.

Por Silvina Friera

«Lo pendiente y el aburrimiento son más dañino que cualquier peste”. La frase, dicha por una viejita en una institución psiquiátrica donde su marido está internado, podría ser una suerte de cameo literario de un personaje sin importancia que mete el dedo en la llaga de La mujer pájaro y una modesta eternidad (Letra Viva), del escritor y psicoanalista Pablo Melicchio. Rafael, un profesor de literatura de novio con una de sus alumnas en la universidad, recibe un mensaje en el teléfono celular de María Marta, una artista plástica mayor que él con la que se inició sexualmente hace más de veinte años, que tomó el cuerpo de Rafael como modelo para pintar una versión del cuadro conocido como “El Cristo de Dalí”. Los personajes parecen atrapados en el pasado, enmarañados con los asuntos sin resolver, los desencuentros y el cúmulo de insatisfacciones y desdichas. Especialmente Carolina, la novia del profesor, internada con delirios y alucinaciones que remiten a una historia de violencia y abuso.

Desde el título, la novela despliega una trama surreal a través de “la mujer pájaro”, “una especie de poeta, filósofa y psicoanalista que se le aparece sólo a Rafael”, la define Melicchio, autor de las novelas Letra en la sombra (2008), Las voces de abajo (2013) y QuiniFreud (2016).

–¿“La mujer pájaro” es similar a la figura del psicoanalista para Rafael?

–Es la pregunta que me suelen hacer algunos lectores, pero la verdad es que prefiero que sea parte del misterio, aunque tiene muchas lecturas posibles. En un mundo de mujeres reales, donde Rafael queda atormentado entre una mujer joven y el regreso de la mujer con la que debutó sexualmente, “la mujer pájaro” puede ser la experiencia, la conciencia. Puede ser que Rafael también esté loco; de hecho, sólo él tiene encuentros con “la mujer pájaro”. Ella me parece una gran orientadora, como un personaje muy profundo. Cuando aparece “la mujer pájaro”, la novela sale un poco de lo terrestre y se vuelve más espiritual, ¿no?

–¿Es la primera vez que trabaja el tema de la locura desde la ficción?

–No. Por el hecho de ser psicoanalista y haber transitado por el hospital Borda, creo que en las cuatro novelas que escribí siempre aparece un elemento de la locura. Letra en la sombra tiene que ver con un chico preso, pero el hermano del chico preso es un loco que termina suicidándose. En Las voces de abajo, Chiche es un chico con capacidades diferentes que se conecta con los desaparecidos, y el personaje desfila por una institución en donde hay mucho de perturbación mental y de locura también. En esta novela me meto más con cierta locura en torno al amor; Carolina enloquece y queda atrapada en lo que llamo “la habitación de los ultrajes”. Aquello que no está elaborado retorna incesantemente. Carolina necesitó de un elemento perturbador para volver al pasado e intentar elaborarlo. Todo lo que le pasa a Carolina dentro de esa habitación del pasado, que son los recuerdos, es la forma de volver a transitar esas dolencias, que tiene que ver con el abuso y la violencia de género.

–“Yo siempre concebí el arte como una copia imperfecta de una imagen perfecta”, dice María Marta. ¿Está de acuerdo con esta definición que plantea el personaje?

–Sí, quizá también se apoya en una cita de (Fernando) Pessoa que puse en mi primera novela: “Todo cuanto hacemos, en el arte o en la vida, es la copia imperfecta de lo que hemos pensado hacer”. Lo que llevamos a la vida real son intentos de llegar a un absoluto y una belleza imposibles de alcanzar. No creo que en el arte se alcance lo perfecto; si no, dejaríamos de escribir. Sigo intentando escribir una novela perfecta que seguramente nunca voy a escribir. (Sigmund) Freud decía que sólo los artistas y los niños podían cambiar el mundo; que los neuróticos vivimos en castillos en el aire.

–¿Por qué es tan central en la novela El Cristo de Dalí?

–Me interesa mucho el surrealismo y estudié mucho a (Salvador) Dalí, a (Luis) Buñuel… El Cristo de San Juan de la Cruz es la representación del dualismo: un Cristo suspendido en las alturas, perfecto, bello, sin dolor; pero a la vez abajo queda el mundo terrestre. Si uno se pone a observar esa obra, es interesantísima porque tiene mucha luz y mucha sombra, tiene espacios donde uno tiene que completar con la mirada. María Marta pinta esa obra y toma a Rafael de adolescente como modelo para que veinte años después tenga sentido esa obra.

–¿Qué le interesa del surrealismo?

–Necesito que la vida tenga un poco de magia y el surrealismo te permite ver los relojes de otra manera, el tiempo de otra manera. El psicoanálisis se nutrió mucho del surrealismo porque en definitiva el inconsciente es surreal, ¿no? Lo que soñamos, ¿es real o no es real? No por ser neuróticos no alucinamos. El surrealismo es un discurso diferente que rompe con la linealidad.

–¿Hasta qué punto utiliza las experiencias que le cuentan sus pacientes en las ficciones que escribe?

–En general, nunca tomé a un paciente como personaje, pero la maravilla del psicoanálisis es que trabajamos con los significantes, con las palabras y con el inconsciente por sobre todas las cosas. En cada uno de los libros que escribí hasta ahora aparecen frases o palabras que han dicho algunos pacientes; con eso sí trabajo, porque muchas veces me quedo pensando en un paciente o escribiendo acerca de ese paciente para armar su historia clínica y repensar su problemática. Y escribiendo ya me apropio de alguna palabra o de alguna frase que es levadura para una novela. En QuiniFreud sí tomé muchas cosas de un paciente que tuve, que vino tres veces. El decía que el mundo estaba tomado por la oscuridad, que quería reclutar gente para luchar contra la oscuridad que gobernaba el mundo. Su locura era por momentos creíble (risas). En la novela, el paciente se le instala al psicólogo y no lo deja salir del consultorio para convertirlo en agente de la luz.

–¿Por qué cree que hay una gran empatía entre literatura y psicoanálisis? ¿Por qué se llevan tan bien?

–Freud era un gran escritor. (Jacques) Lacan decía que se pensaba escribiendo. Viktor Frankl se salvó en medio del Holocausto por pensar y escribir. Literatura y psicoanálisis trabajan con las palabras. Y con los silencios también.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/15333-personajes-enmaranados-en-el-pasado

La verdadera historia de amor obsesivo y esquizofrénico de “El gran Gatsby”

Estephanie Gutiérrez

Los escritores Zelda y Francis vivieron cercanos a Hollywood, pero el dinero y poder siempre les faltaron, lo que consumió su pasión

Zelda Sayre y Francis Scott Fitzgerald fueron una de las parejas más cercanas a Hollywood, pero su loco y desenfrenado tipo de vida fue la causa de su llegada al infierno. Zelda fue la musa que inspiró la gran obra de Scott Fitzgerald, el clásico de la literatura estadounidense El Gran Gatsby.

Ambos eran escritores, se conocieron cuando él no había publicado aún ninguna novela, pero el día que conoció a Zelda, ella se convirtió en su mayor obsesión. Fitzgerald tenía un talento nato para la escritura, en 1914 se integró a la Universidad de Princeton, intentó ingresar al equipo de fútbol de la misma, pero fue eliminado, así que se dedicó a las letras, formó parte del Cottage Club, un club conocido como el Big Four. Para 1917, dejó la escuela para unirse al ejército, donde escribió The romantic egotist (El ególatra romántico), que aunque no era su mejor trabajo, sembró la semilla del talento en sus letras.

En ese mismo año, Fitzgerald fue ascendido a subteniente de infantería y asignado al campamento Sheridan, a las afueras de Alabama, fue durante una reunión con el club campestre que conoció a Zelda Sayre, la hija de un juez del Tribunal Supremo de Alabama, una típica niña bonita de sociedad que lo rechazaba en un principio, lo obligaba a seguirla y estaba obsesionado con ella, y la chica parecía disfrutarlo.

En 1919, Zelda aceptó la propuesta del hombre, pero terminaron la relación sólo unos meses después, porque ella no creía que su novio pudiera mantenerla, el escritor regresó a casa de sus padres para crear This side of Paradise, con el que alcanzó las primeras mieles del éxito. Con el pago por sus textos logró convencer a Zelda de que acepara su amor y se casaron en la catedral de San Patricio en 1920.

Ya como marido y mujer, la vida de la pareja estuvo rodeada de arte, viaje y éxito en los primeros años de matrimonio. Con el éxito de sus dos primeros textos alcanzaba para mantener los caros gustos de su mujer, visitaban París y se relacionaban con otros bohemios, como Ernest Hemingway.

Pasaban una parte del mes gastando su dinero, mucho más del que ganaban y la siguiente peleando y discutiendo por la mala relación que tenían, una donde había celo profesional, rumores de infidelidad y una estancia en Hollywood que los acercaba a los productores, pero los alejaba de sí mismos.

En cada texto, Zelda era la musa del escritor, pero cuando ella publicó su primera novela y usó datos biográficos de la pareja, Scott no estuvo de acuerdo, a pesar de que él había basado Tender Is the night y The great Gatsby, que no se dio a conocer hasta después de su muerte, en la mujer.

Zelda creía que Francis le había robado su talento y la opacaba en su carrera, pues necesitaba leer sus diarios y escritos para inspirarse en su amor, pero Hemingway aseguraba que la celosa era ella. Cuando ella mostró el texto que se publicaría como su primera obra, él le exigió que suprimiera todos los textos que el dispuso, pues eran muy reveladores.

Según los expertos, la obra de Zelda estaba a la altura de la de su marido, pero las publicaciones de él, han hecho que ésta se vaya olvidando con el tiempo.

La pareja era querida en donde se presentaba, por eso se daban la vida que tenían, representaban a los amores tristes y tormentosos de los 20, en sus textos reflejaban una profunda depresión por lo que no podían lograr, a pesar del intenso amor que se profesaban. En las décadas de los 20 y 30 se convirtieron en ícono, una especie de inspiración, su vida de excesos, de parranda y alcohol los convertían en un sueño aspiracional, pero lejos estaba la gente de imaginar lo que ocurría en su casa.

Mientras Scott trabajaba en la que sería su cuarta novela, Zelda cayó en una profunda crisis, era junio de 1930 y ella estaba por cumplir los 30 años. La enfermedad fue diagnosticada como esquizofrenia, ella viajó a Suiza, donde fue internada en la clínica Prangins, de donde se escribían apasionadas cartas que han relatado su amor.

En 1934, Scott publicó una de sus novelas más alabadas, Tender is the night, una historia que narra la caída de un importante psicoanalista y su esposa Nicole, cuyo personaje está inspirado en Zelda y en el momento que estaba viviendo.

Para 1940, la pareja se alejó, Scott ya salía con Sheilah Graham y su esposa estaba internada en diferentes centros psiquiátricos. A finales de ese año, la adicción al alcohol del escritor, le provocó una infarto fulminante que le arrebató la vida el 21 de diciembre. Tenía sólo 47 años. Zelda vivió hasta 1948, cuando se incendió al hospital donde ella residía y murió calcinada.

Tras 20 años de un amor mal concebido, falto de fortuna y dinero, los amantes perdieron la razón el uno por el otro; fueron enterrados juntos y en su lápida se lee el final de El gran Gatsby: “Y así seguimos empujando, botes que reman contra la corriente, atraídos incesantemente hacia el pasado”.

Fuente: http://de10.com.mx/top-10/2016/12/21/la-verdadera-historia-de-amor-obsesivo-y-esquizofrenico-de-el-gran-gatsby

Alicia, psiquiatría a la derecha

 

Hace ya 150 años desde la publicación de ‘Alicia en el país de las maravillas ’ y aún se siguen descubriendo datos curiosos sobre la mente humana

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Mucho se ha escrito sobre el famoso cuento de Lacan Charles Lutwidge Dogson, más conocido como #Lewis Carroll, sobre ‘Alicia en el país de las maravillas’; obra que ha dejado su huella en literarios, músicos, cineastas y científicos. Si bien siempre se ha hecho una lectura entretenida a lo que lo fantástico se refiere, lo que aquí abarco es una visión más amplia, al estilo del #psicoanálisis freudiano, a partir de la visión de diferentes psicoanalistas y neurólogos.

No pierdas tu muchosidad

El primer elemento que se ha señalado es, sin lugar a dudas, nuestra Alicia. Este personaje representa, según diferentes estudiosos como la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica, la encarnación de lo que es el inconsciente humano. Diferentes críticos han señalado que el momento en el que el personaje entra en la madriguera significa la entrada en el inconsciente por parte del propio ser; lugar donde se encuentra con la pérdida de la propia identidad.

El Conejo Blanco, representa la cotidianidad, la responsabilidad. El hecho de que este se vea sometido al tiempo es una clara representación del yugo al que el hombre va acompañado diariamente y, por lo tanto, una crítica al sometimiento temporal. De esta manera, lo que nos hace cuestionarnos el propio autor son los comportamientos que hemos asumido pero que nunca nos hemos planteado. Por el contrario, y según la psicoanalista Alison Gopnik, la Reina de Corazones personifica aquellas virtudes de pensar en lo imposible, es decir, lo irracional. La experta ha descubierto “que los niños que juegan a ‘creer lo imposible’ tienden a desarrollar una capacidad cognitiva más avanzada. Mucho de lo que hacen en el juego de la simulación es plantear una hipótesis y seguirla hasta una conclusión lógica”.

¿Qué sombrerería te ocurre?…

Si seguimos avanzando entre nuestros personajes, encontramos al Sombrerero al cual se le ha asociado con la razón. En la obra este personaje se encarga de decirle a Alicia lo que debe hacer, el camino correcto; por lo tanto, se encarga de establecer la parte racional de nosotros mismos. No obstante, según señala Robson, la locura que presenta el personaje no se identifica con el funcionamiento natural de la mente humana sino que lo que buscó Lewis Carrol fue hacer una crítica a la intoxicación que sufrían los fabricantes de sombreros del S.XIX a consecuencia del mercurio, lo que les provocaba diferentes comportamientos como hiperactividad, pérdidas de memoria, etc.

El Gato Cheshire es uno de los personajes más estudiados por los psicoanalistas. Distintas teorías han abordado a este, aunque la más aceptada es la del Gato como la personificación de los sueños. Como bien señala la Escuela de Psicología de Costa Rica, en los sueños, con frecuencia los objetos se transforman y adquieren nuevas identidades, de ahí que el personaje cambie constantemente durante la obra..

Otro de los personajes que los psicoanalistas y neurólogos han clasificado como una de las creaciones más desconcertantes de Carroll es la Reina Blanca. Esta, a diferencia del resto, se personifica como la consciencia y, por lo tanto, la memoria. Es el personaje que más se acerca a nuestra realidad.

Sin lugar a dudas, lo que Lewis Carroll nos dejó plasmado sobre la mente humana en su obra ha hecho que más de un científico se haya dejado la cabeza analizando los significados que han ayudado al descubrimiento de ciertas patologías que aún eran un misterio para los psicoanalistas. #Literatura

 

Fuente: http://es.blastingnews.com/ocio-cultura/2016/12/alicia-psiquiatria-a-la-derecha-001338879.html

‘La lucidez de Esquizo’: versos desde la esquizofrenia, de Graciela Zaráte

La poetisa argentina afincada en Almería, Graciela Zárate, presentó en la Biblioteca Villaespesa, el mismo escenario donde hace dos años dio a conocer ‘A contraluz de embargo’, sobre su propio proceso de desahucio, ‘La lucidez de Esquizo’, «una inmersión poética en la mente y la realidad de un enfermo de esquizofrenia. Desgraciadamente soy cuerda», llega a afirmar en sus versos, con un poco de frivolidad argentina.

La lucidez del esquizo
La lucidez del esquizo

El libro reúne 34 poemas en los que la autora habla «del esquizofrénico como un ser pensante y deseoso que se plantea la existencia con gran intensidad, alguien que roza la trascendencia de un filósofo, que lucha por entender lo que existe y cómo». Para ella,  el loco es un visionario, un ser incomprendido.

Ha necesitado tres años de documentación e inmersión en la literatura de artistas con perfiles esquizoides para gestar este libro, que ofrece un inusual punto de vista, al hablar en primera persona, desde la posición de un esquizofrénico. Cuando acaba ‘A contraluz de embargo’, su primer poemario editado, en el que narra los primeros doce meses de vida tras su desahucio, encuentra la necesidad de hablar de otros. Es así como desemboca en ‘La lucidez de Esquizo’.

El libro, editado en mayo de 2016 por la editorial Lastura, vio la luz coincidiendo con la última Feria del Libro de Madrid, donde la autora fue invitada a firmar ejemplares. No obstante, se negó a realizar una presentación formal en dicha ciudad ya que prefirió que este acto tuviera lugar en la que considera ya su tierra, Almería.

El acto contó con  una actuación del grupo de Jazz ‘Brotolling Trío’, formado por Ginés Peregrín, Pilar Romero y Maite Palomo, así como imágenes del polifacético artista barcelonés  Josep Grifoll.

Graciela Zárate nació en Buenos Aires, Argentina, en 1962. Tras estudiar allí Escenografía y Vestuario Teatral en la Universidad del Salvador, se traslada a España en 1985, país en donde reside hasta la fecha y donde comienza a escribir poesía. Ha trabajado en Madrid en el Centro Dramático Nacional y en el Teatro Real, entre otros. En marzo de 2012 se retira a la provincia de Almería donde escribe ‘A contraluz de embargo’, versos autobiográficos en tiempo real editado por Lastura en 2014 (próximamente en tercera edición en castellano y en primera en su traducción al francés).

En la primavera de 2016 publicaba tres nuevas obras en la misma editorial: ‘Hoy todo huele a niña’ y ‘La lucidez de Esquizo’ en la colección Alcalima de poesía, y el poemario infantil ‘Poemas para dibujar en voz alta’ dentro de la colección ‘Versos para duendes’. Ha participado en  recitales en ‘Los Banderines de El Zaguán’ -un carismático pub almeriense- y fue protagonista de una de las sesiones de ‘Poeta de Guardia’ emitidas en Candil Radio, la emisora municipal de Huércal de Almería.

Ha colaborado en revistas como ‘Álora, la bien cercada’ (Málaga), y ‘La hoja azul en blanco’ (Madrid), entre otras, y en diversos blogs especializados. Además, ha publicado diversas críticas de opinión sobre cultura y temas sociales en el periódico ‘Ideal’ de Almería; ha participado en la antología contra la violencia machista ‘Amor se escribe sin sangre’ (Lastura, 2015) y ha coordinado el libro colectivo ‘Refugiamos’, una edición solidaria publicada en la misma editorial.

‘La lucidez de Esquizo’, ilustrado por Paola Santos Sánchez, está prologado por Cristina Martín (Princesa Inca), poeta catalana que ha publicado cuatro obras, paciente de esquizofrenia y habitual colaboradora de distintos medios de comunicación. La poeta afirma: «La lucidez de Esquizo nos acerca con delicadeza extrema y verdad de hierro, a un mundo triste pero también poderosamente poético y apasionado. Nos invade una compresión emocional de lo que la sociedad llama locura; es ahí donde la autora pone toda su contundencia poética en versos extremadamente auténticos y profundos. Quedémonos pues con la fuerza de sus palabras, en las que el loco es descrito como un ser espiritual y con una fuerza vital grandiosa mientras los otros, los mal llamados cuerdos, lo quieren encauzar por su raíl». Los versos contaron en la presentación con el análisis literario de Fernando Labordeta Blanco.

Las imágenes proyectadas durante la presentación son obra del catalán Josep Grifoll, poeta y artista plástico, que a los 6 años ya pintaba al óleo y a los 10 las paredes de casa de sus padres parecían un Museo en el que ya vendió una de sus obras y comenzaba con experimentos, sus pinturas se fabrican con tierras naturales o pinta murales en los terrenos rocosos de los bosques de Casserres (Barcelona). Pero no es hasta los 19, cuando sus repetidas ‘crisis’ prácticamente le dejan sin salir casi durante dos años y es ahí cuando él descubre que cura más el arte que la psiquiatría. Sus obras y fotografías han sido expuestas en Nueva York, Milán, Francia, Madrid, Bilbao, Barcelona, etc.

‘Lastura’ es una editorial independiente nacida en la primavera de 2013 en Ocaña (Toledo). Dirigida por Lidia López Miguel, cuenta en su consejo editorial con la poeta y profesora Isabel Miguel (editora y directora de las colecciones de poesía) y con el dramaturgo y profesor teatral Miguel Ángel Mañas (director de la colección de teatro). En la actualidad ofrece fundamentalmente cinco colecciones: ‘Alcalima’ (poesía), ‘Versos para duendes’ (poesía infantil), ‘Alquisa’ (narrativa y micronarrativa), ‘Draconia’ (narrativa infantil) y ‘Apuntador’ (teatro). Su catálogo ofrece 140 títulos, mayoritariamente en las colecciones especializadas en poesía. Uno de los objetivos primordiales de esta editorial desde su fundación es ofrecer literatura multilingüe desde La Mancha y mantener unos justos precios de venta al público.

Graciela Zárate ha escrito, pero aún no ha publicado, un poemario sobre la muerte de su padre.

Fuente: http://www.eldiario.es/andalucia/lacajanegra/libros/lucidez-Esquizoversos-esquizofrenia-Graciela-Zarate_0_585141483.html