Carolina Alcuaz: «La locura no es déficit»

La psicoanalista desmitifica preconceptos que hay en torno a quienes tienen padecimientos psíquicos

Por Oscar Ranzani

Es con la locura que la creencia de que la sociedad existe puede ser cuestionada. Se puede estar dentro o fuera de la sociedad, por así decirlo. Esta afirmación la menciona  la psicoanalista Carolina Alcuaz en su libro Otra sociedad para la locura. Estudio sobre los lazos sociales en las psicosis (Xoroi Edicions), un libro fundamental para pensar el debate en torno a la locura y su inserción en la sociedad. Y una publicación imprescindible para desmitificar ciertos preconceptos que hay en torno a quienes tienen padecimientos psíquicos. “La idea fue partir primero de qué es la sociedad, qué se entiende por sociedad porque ésta funciona como si fueran las reglas del juego, como un manual de instrucciones, un sentido compartido. Hay un discurso en el cual entramos. Y justamente la locura lo que pone en cuestión es eso. En muchos momentos, el loco queda afuera de estas reglas, queda fuera del discurso común. Entonces, el discurso común es una construcción”, explica esta psicóloga graduada en la Universidad Nacional de La Plata, en diálogo con Página/12.

Alcuaz entiende a la sociedad como una convención: hay maneras de estar en el mundo y la locura pone en juego eso. “Lo que tomé en el libro fueron diferentes experiencias donde la locura cuestiona que haya una única sociedad, una única manera de estar en el mundo”, explica. Esta profesional entiende que alguien puede perder en el momento de locura el sentido compartido, la vivencia del tiempo, puede desconocer que un subte está para transportar gente, por ejemplo. “O sea que el sentido común estalla y se puede llegar a otra dimensión del sentido, un sentido delirante porque no es compartido por todos, por lo menos en ese momento porque también hay delirios que son compartidos. Entonces, la locura pone en juego que no hay una única sociedad, que hay maneras de estar en el mundo, que hay lazos sociales y que cada uno arma lo que puede y trata de estar en esa sociedad compartida”, reflexiona Alcuaz.

–¿Cree que hay que desestimar que los pacientes con psicosis no están preparados para la vida social?

–Claro, esa es la idea del libro porque tiene un interés clínico para aquellos que nos dedicamos a la psicosis, que hay un tratamiento posible, que en el tratamiento, el analista y todos los profesionales que participen interdisciplinariamente estamos ahí para buscar una solución, buscar cuál sería el lazo, el vínculo que le permita estar en la sociedad sin tanto sufrimiento. Entonces, habrá que ver qué encuentra cada uno. En ese sentido, la locura no es déficit. Por eso, es un libro que apela también contra todo lo que ha sido el depósito de la locura en los hospitales, en los asilos por años, cuando en realidad ahí hay que hacer una crítica, más allá de las políticas de salud. Es complejo: primero tener una idea de que la locura no es déficit; segundo, tener políticas de salud que favorezcan dispositivos como hospitales de día, centros de atención ambulatoria que hagan que una persona no viva treinta años en un hospital. Y tercero, prestar atención a la singularidad de los lazos porque no hay un solo lazo social, no hay un modelo de lazo social. Y como terapeutas no les podemos imponer a los pacientes cuál sería el estilo de vida ideal que alguien tiene que tener sino que estamos ahí para ver cómo se puede acompañar en la búsqueda de una solución que alivie el malestar de la existencia y que no deje a alguien depositado en una institución de por vida por fuera de la sociedad.

–Ya que trae el tema de las instituciones, en el libro usted señala que en las instituciones de salud mental hay lugares donde circulan y se encuentran los pacientes: las habitaciones, los parques, los talleres. Y se pregunta: “¿Estar junto a otros asegura el vínculo?” ¿Hay lazo social, entonces, en las instituciones?

–No vamos a generalizar a todas las instituciones, pero primero hay que pensar qué entiende cada dispositivo clínico por lazo social porque, a veces, hay una idea de que si derivás a un paciente a un hospital de día, lo derivás para que haga lazo, como si eso fuera una cuestión automática, que porque alguien esté al lado de otro hace vínculo social. Y muchas veces en las instituciones se comprueba que los pacientes están hasta de manera anónima, uno al lado del otro, sin ninguna conexión. En cambio, se pueden hacer actividades que impliquen relacionarse con otros, el tolerar al otro, el escuchar al otro y que se arme algo de ese vínculo. Es muy interesante la experiencia que hubo en España cuando se creó la comunidad de aquellos que escuchaban voces, que tenían alucinaciones y que empezaron a juntarse y a poner en juego esas alucinaciones. Había algo que los unía: tener en común esas alucinaciones. Pero cada uno las resolvía de manera diferente. No es lo mismo el que comete un pasaje al acto porque la voz le dice: «Matate», al que arma un delirio o al que dice: «No debo obedecer a la voz» o «Me pongo a escuchar música y ahí mitigo esa voz enloquecedora». Pero lo importante fue que empezaron a armar lazos, empezaron a hablar de esta experiencia en un grupo. Entonces, me parece que se trata de ver en cada institución qué dispositivos permiten el armado de los lazos sociales. No es algo automático.

–¿Pensar en la desmanicomialización implica pensar qué política de lazo social se propone a la locura?

–Sí. Esa era también la idea del libro: que la desmanicomialización es, primero, conceptualizar por cada disciplina qué se entiende por vínculo social, qué se entiende por lazo social desde el psicoanálisis, desde la medicina, desde el trabajo social… Qué se entiende en cada institución y en cada dispositivo, hacia dónde apuntamos. Y tener la idea de que justamente la locura no es déficit. Entonces, hay todo un margen de invención de lazos posibles que es lo que yo muestro en el libro tanto con los pacientes como con casos más conocidos: Joyce, Schreber, Rousseau, artistas con una genialidad increíble, escritores que han logrado armar con sus escritos un lazo con el público, que les ha dado un nombre. Joyce obtuvo un nombre: «Seré el escritor dirigido al público universitario». Entonces, no se puede poner en duda que ahí haya un lazo posible. Se trata de estudiar el tema pero para que tenga alguna incidencia en la clínica. Y más en este momento que hay todo un debate sobre el tema de desmanicomializar. ¿Qué significa eso? Tiene que ver no sólo con sacar a los locos de un asilo donde están depositados treinta años sino que en un hospital general también hay que pensar qué idea de lazo social hay porque la práctica asilar también puede estar en un hospital general, cuando suponés que un loco es alguien deficitario. Yo he escuchado cuando les han dado diagnósticos diciéndoles: «Mire, usted tiene una psicosis, va a tomar medicación de por vida». O se le dice a un familiar: «Lo de este paciente es crónico, va a estar cada vez peor, se va a deteriorar». Como si un profesional tuviera la bola de cristal o como si un diagnóstico estuviera unido a un futuro trágico, cuando en realidad eso no es así. Las personas pueden inventar soluciones. Estamos nosotros para acompañar eso. A veces, cuando no lo logran quizás el lazo con el profesional es el único lazo posible, pero es lo que lo sostiene en la vida y eso es muy importante. Nosotros estamos para hacer esa apuesta junto con el sujeto en lograr que padezca menos. Si no, tiraríamos la toalla, pensaríamos que nada sirve, que todo es imposible. Incluso, muchas personas logran soluciones que duran un tiempo. Otras logran soluciones que duran toda la vida y que son totalmente fuertes y eficaces. No hay una idea de cuál sería la solución perfecta. 

Tomado de: https://www.pagina12.com.ar/338589-carolina-alcuaz-la-locura-no-es-deficit

La historia del Hospital Psiquiatrico de la Castañeda

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El Hospital Psiquiatrico de la Castañeda , construido sobre los terrenos de la hacienda La Castañeda ( misma a la que le debe el nombre ) en el antiguo Pueblo de Mixcoac , era tan grande que en su lugar ahora se encuentran dos Unidades Habitacionales , una Tienda Walmart y la Preparatoria 8 de la UNAM , en lo que hoy es Lomas de Plateros , fue inaugurado el 1ro de Septiembre de 1910 con la idea de que fuera el mejor en su tipo en el siglo XX .

Sus enormes carencias , tanto en personal calificado , como en instrumentos de trabajo o tecnicas de tratamiento , asi como el hacinamiento de enfermos que superaba en mas de tres veces el numero de pacientes para el que fue construido , provoco que entrar a ese hospital fuera como entrar a » La Puerta del Infierno »

Pero no para todos .. contaba entre sus numerosos pabellones , con uno que se conocia como : El Pabellòn de los pacientes distinguidos , en el que se alojaba a miembros de familias ricas , que no hubieran sido remitidos por parte de la policia , esto es entendible , porque si bien el Hospital era publico , o sea del estado , tambièn recibia donativos por parte de los familiares de los internos , contra lo que pudiera pensarse no eran pocos los que vivian en ese pabellon , llegando a superar en ocaciones mas del 20 % del total de los internos .

Dos de los Pabellones con mas triste memoria eran los llamados : El Pabellòn de los imbeciles , que era el de los pacientes realmente enfermos mentales y en los cuales experimentaban tecnicas no convencionales como electroshocks , lobotomias , baños de agua helada , mismas que servian de practica para los estudiantes de medicina que acudian a ese hospital a hacer sus » practicas »
El otro Pabellòn de triste memoria era el Pabellòn llamado Pabellòn de pacientes infecciosos en el que recluìan a los enfermos de Tuberculosis , de Sifilis , de Lepra , de Fiebre Tifoidea y a las prostitutas , solo por serlo , sin importar que no tuvieran ninguna enfermedad .

Estas y otras terribles historias de maltrato y hasta tortura de enfermos convirtieron a ese hospital en lo que algunos doctores llaman , como una pesadilla en la Psiquiatria mexicana .

Finalmente el Hospital de la Castañeda fue demolido en Junio de 1968 , pero antes su fachada fue cuidadosamente desmontada y sus piedras clasificadas y numeradas una por una para volverlo a construir exactamente igual en Amecameca , donde se encuentra actualmente , luciendo como en sus mejores dias , porque lo acaban de restaurar para usarlo como set televisivo.

¿En qué dios cree el «loco»?

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Fernando Colina (Valladolid, 1947) lleva años trasladando a la escritura sus experiencias en la consulta, ecos de su pericia con los trastornos psíquicos de los que emanan literatura, reflexiones sobre la sinrazón y conocimientos clínicos. De ese plasmar en letras vivencias y saber profesional brotaron obras como ‘Cinismo, discreción y desconfianza’, ‘El saber delirante’, ‘Deseo sobre deseo’, entre otras. Jefe del servicio de psiquiatría del Hospital Río Hortega de Valladolid y colaborador de El Norte.

En su libro ‘Sobre la locura’ (Cuatro Ediciones), un acercamiento ensayístico a ideas como la mentira, el poder, la amenaza, el diagnóstico, la violencia o la ternura y el amor, el trabajo, las medicinas y el derecho a estar loco. «Los locos tienen derecho a estarlo», proclama este experto en trastornos, crítico con la deriva de la psiquiatría moderna, más propensa a recetar medicamentos que a la escucha del paciente.

–¿En quién pensó al escribir?

–El libro lo dirijo a compañeros en la medida en que es muy crítico con la vertiente científica de la profesión, pero también he pensado en los enfermos con la intención de que entiendan. Mi ambición es llegar a la gente sin formación psiquiátrica pero interesada por la irracionalidad y el sufrimiento psicológico humano. Es una obra dirigida a analizar la locura, no las neuras habituales. Es un esfuerzo por liberarse del corsé que impone la ciencia en el sentido reductor, lo que llaman la psicopatología de la vivencia, un intento de abordar la locura desde el sujeto y sus dificultades.

–Defiende el arte de no intervenir y propone un cuidado que respete el derecho de estar loco.

–En la práctica nos movemos en una contradicción: te puedes pasar por exceso de intervencionismo, imponiendo criterios y tratamientos a un enfermo, pudiendo excederte porque hay cosas que no son curables y es mejor dejarlas como están, en su inestable estabilidad. Pero por otro lado puedes pecar de pasividad y de dejación y escaso interés si no acudes en ayuda del enfermo con la intensidad que deberías. El punto justo sería el artístico, de moral profesional donde uno tiene que medir qué posición adopta. No se puede evitar ese conflicto.

–A Dios dedica una de las reflexiones sobre la locura.

–La locura ignora la falta de fe. Entre los locos no hay ateos. Hablando con ellos llegas a la conclusión de que todos los psicóticos creen en Dios y no en el de la comunidad, sino en una variante distinta, propia y personal. La vida en sociedad es sustituida por la relación celestial.

–Considera que amor y locura están hermanados y atribuye al amor propiedades terapéuticas como devolver a los locos a su sano juicio.

–Hay muchas formas de amor. Desde el pasional hasta la amistad o el interés hay un campo enorme, muy heterogéneo. El concepto más cercano al de la amistad es el que mejor se puede utilizar en el campo de la locura. En el amor en el sentido de la pasión es, desgraciadamente, donde más patina el enfermo y más dificultades presenta en la vida a la hora de relacionarse y tener experiencias de intercambio personal.

–En la sociedad contemporánea identifica dos amenazas que se trasladan a la locura: el paro y la acción en falso, con la hiperactividad que usted certifica que se ha apoderado del discurso clínico de la infancia.

–Es una crítica al diagnóstico preponderante que hacen muchos psiquiatras infantiles sobre el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, como si hubiera que reducir la enfermedad a un estado en el que el niño se mueve mucho y hubiera que tratarlo con estimulantes. Es un ejemplo más de cómo la industria farmacéutica domina de arriba a bajo la interpretación psiquiátrica. Todos los órganos de opinión están en su poder. En toda la psiquiatría hay un excesivo empleo de medicamentos y una valoración de los malestares siempre enfocados a un tratamiento farmacológico. Y esto lo hacen los psiquiatras por un convencimiento que puede venir por formación, por comodidad… Yo intento utilizar los medicamentos lo menos posible, en la menor dosis, el menor tiempo que se pueda y siempre que haya posibilidad, pactándolo con el paciente. Aquí no hay una dosis terapéutica universal como en una enfermedad física, sino dosis personales y a negociar. Si escuchas mucho tiendes a dar menos dosis y si escuchas poco, tiendes a dar más dosis.

–Reflexiona también sobre el poder terapéutico de la escritura.

–La escritura tiene muchas propiedades que ayudan al psicótico a no naufragar, a reconstruirse y salvar angustias. Mientras se escribe, la existencia se vuelve más comprensible y racional.

–¿Lo que ve y escucha cada día en su consulta le resta confianza en la condición humana?

–No es para creer mucho, pero en eso no he cambiado. El grado de escepticismo lo tenía de joven igual que ahora. No soy persona de llevarse muchos desengaños. Soy de duelos anticipados. Hay sufrimientos increíbles que muchas veces se te olvidan que existen. Y me sorprende la de cosas que puede hacer la psiquiatría en contra del paciente: la falta de escucha, el radicalismo científico, la reaparición del electrochoque, son lastres de la psiquiatría que no hablan de la violencia del loco, sino de la del psiquiatra, muy sucinta, muy difícil de desenmascarar y muy cubierta por principios terapéuticos pero terriblemente desconsiderada con los enfermos.

Tomado de: http://www.elnortedecastilla.es/20140129/cultura/fernando-colina-entre-locos-201401292119.html

¿Psicología Biomédica sustituirá a la psiquiatría?

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El Colegio Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) aprobó  la creación de su licenciatura número 79, en Psicología Biomédica.

La nueva carrera nació en respuesta a la necesidad de desarrollar herramientas adecuadas para el diagnóstico preciso de trastornos mentales y enfermedades neurodegenerativas, endocrinológicas, inmunológicas y metabólicas, así como el tratamiento, con el propósito de elevar la calidad de vida.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los padecimientos neuropsiquiátricos y las enfermedades neurológicas son una de las principales causas de discapacidad en el mundo, ya que para 2020 los problemas del sistema nervioso, la demencia y los padecimientos neurodegenerativos aumentarán en casi 15 por ciento, lo que significará una carga económica y social para los países, cita el documento que explica la pertinencia social de este nuevo programa de estudios.

En México alrededor de 600 mil personas podrían presentar algún tipo de demencia y proyecciones recientes estiman que esa cifra podría duplicarse en 15 años en los países de bajo y mediano ingreso.

La Secretaría de Salud ha señalado que por lo menos una quinta parte de la población padece en el curso de la vida depresión, esquizofrenia, epilepsia o adicciones, entre otros trastornos mentales y ha reconocido que la demanda de los servicios relacionados con la salud mental constituirá una de las principales presiones para el sistema sanitario.

Mientras las naciones de altos ingresos económicos cuentan con un promedio de 6.6 psiquiatras y 2.7 psicólogos, aquellas de ingreso medio-alto, donde se encuentra clasificado el país, cuentan con un promedio de apenas 1.2 psiquiatras y 1.4 psicólogos por cada 100 mil habitantes.

La OMS ha identificado la falta de profesionales formados en la comprensión y el tratamiento de trastornos neuropsiquiátricos, como uno de los impedimentos para proporcionar servicios de salud mental adecuados en países de ingresos económicos medios-bajos.

La propuesta de una oferta educativa en las áreas de la Psicología y la Biomédica en la Unidad Lerma de la UAM obedece a la creciente necesidad de contar con profesionales dedicados a la salud mental y de la conducta, formados con un perfil clínico-biomédico basado en una sólida capacitación científica y en el manejo adecuado de herramientas diagnósticas, terapéuticas y de investigación no invasivas.

Rina María González Cervantes, directora de la División de Ciencias Biológicas y de la Salud de esa sede de la UAM, explicó que la Psicología Biomédica integra las ciencias de la conducta, las biomédicas y las cognitivas.

Con una perspectiva teórico-metodológica interdisciplinaria busca comprender, explicar y determinar patrones de la conducta humana desde los aspectos moleculares, fisiológicos y sistémicos del individuo y su relación con el socio-ecosistema, con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas y las comunidades.

El propósito de muchas de sus subdisciplinas es definir y comprender los mecanismos celulares, fisiológicos y moleculares, así como principios evolutivos que regulan las funciones superiores del cerebro conocidos como procesos mentales.

La formación del alumno estará regida por el paradigma integral de las neurociencias, que conceptualiza el cuerpo y la mente como una entidad indivisible en la que las funciones mentales y sus correlatos residen en el sistema nervioso, en particular en el cerebro.

En consecuencia sugiere que estas funciones y conductas pueden estudiarse de manera integral analizando los procesos controladores (neurofisiología), el desarrollo, la función y la evolución de la conducta mediante los métodos, los conceptos y las teorías de las ciencias biomédicas.

¿Loco yo?

Andrea V. Cecchi – Lic. Y Prof. en Psicología – Lic.andrea.cecchi@gmail.com

Decirle loco a alguien está dentro de nuestra cotidianeidad, este término posee varios sentidos que van desde lo más absurdo hasta lo más bello. Contiene significación peyorativa o positiva (“es un loco lindo”). Se puede amar con “locura”, se puede definir como locura a un hecho extraordinario, agradable o terrorífico. Se le puede llamar locura al arte, o a lo que es diferente.

El diccionario de la Real Academia define la locura (1) como una acción imprudente, insensata o poco razonable que realiza una persona de forma irreflexiva, en este sentido la locura nace como contraposición a la “norma”, según el paradigma de la época existían y existirán diferentes formas de ser loco según el criterio imperante.

Aquí el concepto define al que actúa diferente, en contra del “sentido común” de la época. De allí el término utilizado con tanta liviandad para definir a alguien que queda por fuera de lo “normal”, el que se arriesga a hacer algo diferente, el que sueña con lo imposible para otros, el que supera la barrera del ridículo, el que no se avergüenza. Cabe aclarar que lo normal es definido por cada sociedad en cada momento socio-histórico.

La segunda definición del diccionario dice (2): es un trastorno o perturbación patológica de las facultades mentales. La nosología, que es una rama de la medicina que diferencia, clasifica y explica las enfermedades, habla de “enfermedades mentales” y las describe en manuales de psiquiatría como el CIE-10 o el DSM IV. El psicoanálisis diferencia tres estructuras: la neurosis, la perversión y la psicosis, a ésta última se la denomina coloquialmente como locura.

Se basa en una escisión (división) o pérdida de la realidad, el pensamiento es desorganizado, la persona padece alucinaciones o delirios. Puede ser desde la pérdida absoluta de consciencia o una pérdida parcial. Alguien escindido es quien no “conecta” con un todo, el que no puede integrar la realidad como un todo integrado. Son las nominadas esquizofrenia, oligofrenia, paranoia, parafrenia entre otros.

Esto significa que quizás un psicótico puede vivir una vida, para los ojos de la sociedad, con total naturalidad porque su sintomatología solo se desarrolla en un ámbito determinado.

Por ejemplo, una mujer mayor, con nietos, que tiene una vida social activa, que está establecida económicamente, con formación académica, orientada en tiempo y espacio relata que a pesar de todo ello no es feliz porque sabe que es observada dentro y fuera de su casa por la CIA y el FBI y que los satélites la tienen en la mira, esto hace que ella deba acampar en su propio departamento para conservar su integridad. ¡Qué locura!, pero para ella es su certeza, rasgo indiscutible de la psicosis, se “sabe” con seguridad que aquello es real, mientras que el neurótico cree, supone, imagina, intuye, piensa, duda, fantasea o arma hipótesis, pero en el fondo sabe que no sabe nada.

Otro señor, muy amoroso, a cargo de un comercio que funcionaba muy bien, relataba como peleó la noche anterior con los leones del coliseo romano, porque él tenía la facultad de viajar por el tiempo y conocer la historia en tiempo real.

Décadas anteriores se entendía que el que estaba loco estaba destinado a sucumbir en un neuropsiquiátrico de por vida, hoy gracias al avance de la farmacología y de los procesos tecnológicos existen drogas que pueden estabilizar los estados alucinatorios y delirantes, no significa que sean reversibles pero si se puede participar de una vida social sin perturbar ni ser perturbado. Se desconocen las causas del desencadenamiento de la psicosis, pero se cree que intervienen múltiples factores como químicos, neurológicos, afectivos, ambientales, hereditarios, traumáticos, etc.

A veces de tanto observar a las personas me surgen preguntas como ¿quién es el loco?, ¿quién está exento de hacer locuras?, ¿de qué se trata ser normal?.

Fuente: https://puntonoticias.com/25-03-2017-loco-yo/

“El impacto de la depresión supone el 1% del PIB”

El pasado 29 de julio de 2016 el periódico El Mundo publica los resultados del estudio “Crisis Económica y Salud Mental en España” realizado por la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental a partir de datos recabados en las consultas de atención primaria durante la crisis.
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Algunos resultados del estudio indican que “En España, el impacto económico de la depresión supone más de 10.000 millones de dólares anuales lo que equivale al 1% del PIB”. “Las empresas no suelen disponer de programas de prevención y detección temprana, aunque más del 75% de las personas que tienen problemas de salud mental está en edad de trabajar”. «La depresión pasa desapercibida con frecuencia en el trabajo…

Al no poder reconocerlos, la discapacidad causada por la depresión es muy alta». «La depresión tiene importantes efectos en el área laboral, además de las bajas médicas que provoca. También hay una merma en la productividad de los trabajadores…” «Las empresas deben propiciar un clima en el que se pueda hablar con libertad de depresión».

La depresión es una enfermedad en la que el trabajador deprimido ha perdido algo amado. Esto puede ser una persona, un objeto o algo simbólico como un ideal. La crisis económica y de valores ha contribuido a aumentar los casos de depresión en un 19%.

 

La depresión afecta a la productividad del trabajador puesto que disminuye su deseo por trabajar, por vivir, por relacionarse con los demás, por levantarse por las mañanas, el empleado está irascible, dolido, siente un dolor muy grande puesto que la pérdida ha dejado en él una profunda herida abierta en su sistema psíquico. Algo así como si un enfermo quedase sin coser después de una extirpación.

 

Pero además, en el trabajador deprimido hay una fuerte disminución del amor propio, un empobrecimiento del Yo, que se traduce en reproches y acusaciones que se hace a sí mismo y puede incluso llegar a una delirante espera de castigo. Una manía de empequeñecimiento que se completa con insomnios, inapetencias y sojuzgamiento.

 

El Psicoanálisis nos devela los misterios de la depresión explicándonos que la ofensa, las postergación y el desengaño experimentados por la pérdida del objeto son retrotraídas al Yo del sujeto porque el deprimido, para no perder al objeto amado, mediante un complejo mecanismo psíquico, se ha identificado con él. El objeto perdido ocupa ahora el lugar del Yo del deprimido. Cuando atenta contra sí mismo, no es contra sí mismo contra quien atenta sino contra aquello que lo ha abandonado y le ha producido tanto dolor.

 

La resistencia a haber perdido el objeto o ideal es tan intensa que llega a surgir en el apartamiento de la realidad para mantener lo perdido una psicosis alucinatoria y en los casos más graves la persona puede llegar a suicidarse. El trabajador puede suicidarse laboralmente puesto que atentar contra lo que a uno le mantiene también es una forma del suicidio.

 

Grupo Cero, primera entidad mundial en materia de Psicoanálisis, cumple 40 años cuidando la salud mental en España y en el mundo. Su Departamento de Formación Empresarial está formando a las empresas del Henares en el conocimiento del aparato psíquico, la gestión emocional y la aplicación del método psicoanalítico para la detección de estos y otros problemas anímicos en las empresas y equipos de trabajo y para el crecimiento personal y laboral.

 

Virginia Valdominos
Psicoanalista de Formación Empresarial Grupo Cero

Fuente: http://empresariosdelhenares.es/not/2274/-ldquo-el-impacto-de-la-depresion-supone-el-1-del-pib-rdquo-/

Google premia app que promete diagnosticar esquizofrenias o psicosis

Google distinguió a una app argentina que promete revolucionar el campo de la psiquiatría.

Diego Fernández Slezak, investigador del CONICET premiado y becado con el Google Research Award 2016 por el desarrollo de una aplicación que permite diagnosticar esquizofrenias o psicosis.

El proyecto presentado por Slezak y su alumno, Facundo Carillo, se basa en el procesamiento automático de texto durante las entrevistas con el paciente y promete ser una herramienta clave para psiquiatras y psicólogos. Un psiquiatra ya probó primer versión en EE.UU con 100% de efectividad.

“Los diagnósticos de riesgo de psicosis por esquizofrenia psiquiátrica tienen un porcentaje de falsos positivos cercano al 70 por ciento. La aplicación que estamos desarrollando ayudaría a los profesionales a mejorar sus predicciones sobre que pacientes van a tener luego efectivamente un brote psicótico”, cuenta Slezak.

“El Hospital de Columbia nos envió datos de pacientes que fueron diagnosticados como de riesgo y luego seguidos durante dos años, por lo que ya podíamos saber si después habían tenido o no un brote. Con una parte de los casos hicimos ensayos y desarrollamos un modelo predictivo a través del análisis automático del texto de las entrevistas. Con la otra parte probamos la efectividad en lo diagnósticos y resultó que la aplicación acertaba en detectar los casos verdaderos y descartar los falsos”, agrega el investigador.

Combinando el Big Data y las neurociencias, Slezak demuestra la importancia de llevar las nuevas tendencias de cómputo al campo de la salud. Para eso, propone un método de análisis semántico y sintáctico, que procesa el lenguaje natural, para elaborar un test psiquiátrico sin precedentes.

Así, el subsidio de Google les permitirá a los investigadores argentinos completar el desarrollo de la aplicación y llevarla a consultorios de todo el mundo. Por su prestigio, comenta Slezak, el premio también le da una gran visibilidad al proyecto.

“Una de las principales virtudes que tiene este tipo de premio es que a través su difusión en la prensa los proyectos pueden llegar más rápido a la comunidad médica, algo que para nuestro trabajo es fundamental porque nosotros no podemos encargarnos de las entrevistas, sino que estas deben ser hechas por profesionales de la psiquiatría y la psicología».

 

Tomado de http://www.canal-ar.com.ar/23347-Google-premia-a-la-app-argentina-que-promete-cambiar-la-psiquiatria.html

El pabellón 21

Gonzalo H. Vallejo A.

 El 30º aniversario de la muerte del psiquiatra británico David Cooper no ha pasado inadvertido para los estudiosos de la alteridad comportamental y la legendaria cruzada de mediados del siglo XX de un puñado de hombres enfrentados a los prejuicios psico-moralistas que se levantaban en torno a trastornos mentales tales como neurosis, psicosis, paranoia y esquizofrenia, entre otros.

 

En 1987 se popularizó su polémica obra “La muerte de la familia” escrita en 1971. Cooper de la mano del Marxismo, el Psicoanálisis y el Existencialismo desnuda el carácter patriarcal, represivo e ideológico de la institución familiar y en su célebre manifiesto presagia el fracaso de las revoluciones por su quimérica conquista del Estado sin la necesaria transformación causal de la vida del revolucionario.   

Hace 50 años Cooper cerró el “Pabellón 21”, donde pacientes y terapeutas vivieron juntos una experiencia memorable lejos del mundo torturante de los fórceps, la lobotomía, los electrochoques, las drogas psicotrópicas y “el curanderismo legal”. Diez años antes había comenzado la célebre experiencia “antipsicótica” del “Kingsey Hall” con el psiquiatra escocés Ronald David Lang y el inglés Aaron Sterson relatada por Mary Barnes (“Mi viaje a través de la locura”), una esquizofrénica que logra su curación allí. 

 

Hablar de David Cooper es recorrer con el padre de la anti-psiquiatría el convulsionado, nihilista y creativo mundo de las Ciencias Sociales y comportamentales de la segunda mitad del siglo XX. Allí estaba Franco Basaglia (“Tras un trastorno mental hay un conflicto social”), el italiano que devolvió la palabra a los “dementes”. Con Giorgio Antonucci, Roberto Assagioli (creador de la Psicosíntesis) y el psiquiatra húngaro Thomas Iztvan Szasz (“la psiquiatría es una disciplina inquisitorial y de control social”), convirtió los manicomios italianos en comunidades terapeúticas (“Había una vez la ciudad de los locos”, 2010).

El autor de “La gramática de la vida” (1974) y “El lenguaje de la locura” (1978) participó en los combates de la izquierda intelectual francesa en favor de los “malditos” (homosexuales, locos, disidentes, marginales, excluidos y presidiarios) junto a Michel Foucault, Robert Castel, Félix Guattari, Jean Genet y Gilles Deleuze. Películas tales como “Psicosis” (1960), “La naranja mecánica” (1971), “Atrapado sin salida” (1975), “Instinto” e “Inocencia interrumpida” (1999), Rain Man (1988) y “El silencio de los inocentes” (1991), tienen un nostálgico sabor cooperiano.

Su obra “La muerte de la familia” la dedica a su hija Heidi de cuatro años: “Le enseñé el lenguaje del agua, cómo estrecharle la mano a un roble, saludarlo y escuchar sus respuestas (…). Lo que ella me enseñó fue mucho más que eso”. Su dicterio anarquista termina con una curiosa exhortación: dejar al final de nuestras vidas como legado testimonial, un encuentro amoroso aunque abollado y un triunfo contundente sobre la adversidad.

gonzalohugova@hotmail.com

Fuente: http://www.eldiario.com.co/seccion/OPINION/el-pabell-n-211607.html

Un psiquiatra con psicosis: La vida y muerte de Víctor Kandinsky

Victor Kandinsky nació en Siberia en 1889 y falleció en 1949 . Tuvo formación de enfermero y médico, de hecho su primer brote de psicosis acabó ligándolo a su pasión, la psiquiatría.

Mientras ejercía su profesión en medio de la guerra de Rusia contra Turquía emergió su enfermedad, inicialmente con delirios de índole diversa (de grandiosidad, persecutorios y de influencia, entre otros), luego comenzaron las alucinaciones de diferentes sentidos (excepto el gusto). La consecuencia anímica que sufrió fue gigante, ya que Kandinsky intentó suicidarse saltando al mar desde el navío donde estaba asignado como médico en 1877.

 Fue rescatado con vida y luego hospitalizado por largos meses. Su recuperación, paulatina y lenta, fue total. Luego se casó con una enfermera, no tuvieron hijos y ella publicó todas sus obras póstumas.

En base al aporte de sus descripciones se delineó años más tarde el llamado síndrome de Kandinsky – Clerambault (este último, apellido de otro famoso psiquiatra francés), mayormente conocido en la psiquiatría europea y que designa a un estado donde coexisten los delirios de persecución e influencia conjugados con pseudoalucinaciones. En este síndrome se presentan fenómenos psíquicos como pensamientos, sensaciones, que él o la paciente experimenta como impuestos desde afuera, por influencias extrañas. Al síndrome de Kandinsky-Clerambault también se le llamó síndrome alucino-paranoide.

Luego de varias recaídas de su mal y habiendo publicado casi cincuenta artículos científicos del campo psiquiátrico, el joven médico se suicidó con una sobredosis de opio en 1889.

Kandisky fue un precursor de los movimientos actuales de lucha contra el estigma de la enfermedad mental. Además de aportar significativamente al corpus teórico desde su propia experiencia.

Tomado de http://www.elciudadano.cl/2016/01/19/248800/un-psiquiatra-con-psicosis-la-vida-y-muerte-de-victor-kandinsky/

 

 

Psiquiátricos estadounidenses , Arquitectura Moral del siglo 19

El fotógrafo americano Jeremy Harris, cuyo trabajo artístico ha sido publicado en revistas como Wired y Rolling Stone, en esta ocasión se dio a la tarea de imaginar y plasmar en imagen la experiencia de pacientes que vivieron y en muchas casos murieron, al interior de los hospitales psiquiátricos del siglo 19; la compilación lleva por nombre “American Asylums, Moral Architecture of the 19th Century”. (Psiquiátricos estadounidenses, Arquitectura Moral del siglo 19).

Hosp_Abandonado

Mira en: http://amqueretaro.com/fotogalerias/2015/10/16/inquietantes-imagenes-de-hospitales-psiquiatricos-abandonados#prettyPhoto