Carolina Alcuaz: «La locura no es déficit»

La psicoanalista desmitifica preconceptos que hay en torno a quienes tienen padecimientos psíquicos

Por Oscar Ranzani

Es con la locura que la creencia de que la sociedad existe puede ser cuestionada. Se puede estar dentro o fuera de la sociedad, por así decirlo. Esta afirmación la menciona  la psicoanalista Carolina Alcuaz en su libro Otra sociedad para la locura. Estudio sobre los lazos sociales en las psicosis (Xoroi Edicions), un libro fundamental para pensar el debate en torno a la locura y su inserción en la sociedad. Y una publicación imprescindible para desmitificar ciertos preconceptos que hay en torno a quienes tienen padecimientos psíquicos. “La idea fue partir primero de qué es la sociedad, qué se entiende por sociedad porque ésta funciona como si fueran las reglas del juego, como un manual de instrucciones, un sentido compartido. Hay un discurso en el cual entramos. Y justamente la locura lo que pone en cuestión es eso. En muchos momentos, el loco queda afuera de estas reglas, queda fuera del discurso común. Entonces, el discurso común es una construcción”, explica esta psicóloga graduada en la Universidad Nacional de La Plata, en diálogo con Página/12.

Alcuaz entiende a la sociedad como una convención: hay maneras de estar en el mundo y la locura pone en juego eso. “Lo que tomé en el libro fueron diferentes experiencias donde la locura cuestiona que haya una única sociedad, una única manera de estar en el mundo”, explica. Esta profesional entiende que alguien puede perder en el momento de locura el sentido compartido, la vivencia del tiempo, puede desconocer que un subte está para transportar gente, por ejemplo. “O sea que el sentido común estalla y se puede llegar a otra dimensión del sentido, un sentido delirante porque no es compartido por todos, por lo menos en ese momento porque también hay delirios que son compartidos. Entonces, la locura pone en juego que no hay una única sociedad, que hay maneras de estar en el mundo, que hay lazos sociales y que cada uno arma lo que puede y trata de estar en esa sociedad compartida”, reflexiona Alcuaz.

–¿Cree que hay que desestimar que los pacientes con psicosis no están preparados para la vida social?

–Claro, esa es la idea del libro porque tiene un interés clínico para aquellos que nos dedicamos a la psicosis, que hay un tratamiento posible, que en el tratamiento, el analista y todos los profesionales que participen interdisciplinariamente estamos ahí para buscar una solución, buscar cuál sería el lazo, el vínculo que le permita estar en la sociedad sin tanto sufrimiento. Entonces, habrá que ver qué encuentra cada uno. En ese sentido, la locura no es déficit. Por eso, es un libro que apela también contra todo lo que ha sido el depósito de la locura en los hospitales, en los asilos por años, cuando en realidad ahí hay que hacer una crítica, más allá de las políticas de salud. Es complejo: primero tener una idea de que la locura no es déficit; segundo, tener políticas de salud que favorezcan dispositivos como hospitales de día, centros de atención ambulatoria que hagan que una persona no viva treinta años en un hospital. Y tercero, prestar atención a la singularidad de los lazos porque no hay un solo lazo social, no hay un modelo de lazo social. Y como terapeutas no les podemos imponer a los pacientes cuál sería el estilo de vida ideal que alguien tiene que tener sino que estamos ahí para ver cómo se puede acompañar en la búsqueda de una solución que alivie el malestar de la existencia y que no deje a alguien depositado en una institución de por vida por fuera de la sociedad.

–Ya que trae el tema de las instituciones, en el libro usted señala que en las instituciones de salud mental hay lugares donde circulan y se encuentran los pacientes: las habitaciones, los parques, los talleres. Y se pregunta: “¿Estar junto a otros asegura el vínculo?” ¿Hay lazo social, entonces, en las instituciones?

–No vamos a generalizar a todas las instituciones, pero primero hay que pensar qué entiende cada dispositivo clínico por lazo social porque, a veces, hay una idea de que si derivás a un paciente a un hospital de día, lo derivás para que haga lazo, como si eso fuera una cuestión automática, que porque alguien esté al lado de otro hace vínculo social. Y muchas veces en las instituciones se comprueba que los pacientes están hasta de manera anónima, uno al lado del otro, sin ninguna conexión. En cambio, se pueden hacer actividades que impliquen relacionarse con otros, el tolerar al otro, el escuchar al otro y que se arme algo de ese vínculo. Es muy interesante la experiencia que hubo en España cuando se creó la comunidad de aquellos que escuchaban voces, que tenían alucinaciones y que empezaron a juntarse y a poner en juego esas alucinaciones. Había algo que los unía: tener en común esas alucinaciones. Pero cada uno las resolvía de manera diferente. No es lo mismo el que comete un pasaje al acto porque la voz le dice: «Matate», al que arma un delirio o al que dice: «No debo obedecer a la voz» o «Me pongo a escuchar música y ahí mitigo esa voz enloquecedora». Pero lo importante fue que empezaron a armar lazos, empezaron a hablar de esta experiencia en un grupo. Entonces, me parece que se trata de ver en cada institución qué dispositivos permiten el armado de los lazos sociales. No es algo automático.

–¿Pensar en la desmanicomialización implica pensar qué política de lazo social se propone a la locura?

–Sí. Esa era también la idea del libro: que la desmanicomialización es, primero, conceptualizar por cada disciplina qué se entiende por vínculo social, qué se entiende por lazo social desde el psicoanálisis, desde la medicina, desde el trabajo social… Qué se entiende en cada institución y en cada dispositivo, hacia dónde apuntamos. Y tener la idea de que justamente la locura no es déficit. Entonces, hay todo un margen de invención de lazos posibles que es lo que yo muestro en el libro tanto con los pacientes como con casos más conocidos: Joyce, Schreber, Rousseau, artistas con una genialidad increíble, escritores que han logrado armar con sus escritos un lazo con el público, que les ha dado un nombre. Joyce obtuvo un nombre: «Seré el escritor dirigido al público universitario». Entonces, no se puede poner en duda que ahí haya un lazo posible. Se trata de estudiar el tema pero para que tenga alguna incidencia en la clínica. Y más en este momento que hay todo un debate sobre el tema de desmanicomializar. ¿Qué significa eso? Tiene que ver no sólo con sacar a los locos de un asilo donde están depositados treinta años sino que en un hospital general también hay que pensar qué idea de lazo social hay porque la práctica asilar también puede estar en un hospital general, cuando suponés que un loco es alguien deficitario. Yo he escuchado cuando les han dado diagnósticos diciéndoles: «Mire, usted tiene una psicosis, va a tomar medicación de por vida». O se le dice a un familiar: «Lo de este paciente es crónico, va a estar cada vez peor, se va a deteriorar». Como si un profesional tuviera la bola de cristal o como si un diagnóstico estuviera unido a un futuro trágico, cuando en realidad eso no es así. Las personas pueden inventar soluciones. Estamos nosotros para acompañar eso. A veces, cuando no lo logran quizás el lazo con el profesional es el único lazo posible, pero es lo que lo sostiene en la vida y eso es muy importante. Nosotros estamos para hacer esa apuesta junto con el sujeto en lograr que padezca menos. Si no, tiraríamos la toalla, pensaríamos que nada sirve, que todo es imposible. Incluso, muchas personas logran soluciones que duran un tiempo. Otras logran soluciones que duran toda la vida y que son totalmente fuertes y eficaces. No hay una idea de cuál sería la solución perfecta. 

Tomado de: https://www.pagina12.com.ar/338589-carolina-alcuaz-la-locura-no-es-deficit

«La psicosis no es una versión fallada de la neurosis predestinada a estallar»

El psicoanalista santafesino Ignacio Neffen plantea que no hay que considerar el modo de funcionamiento psicótico como una estructura frágil y endeble. Acaba de publicar el libro “La psicosis no desencadenada”, un concepto del psicoanálisis lacaniano que estudió durante diez años.

Luciano Zoco | area@ellitoral.com

 

Cuando alguien escucha la palabra psicosis, piensa en “brotes”, delirios y alucinaciones. Gente que escucha voces, ve personas que no existen y se imagina perseguida en pesadillas delirantes. Pérdida de la realidad, esquizofrenia y paranoia también figuran en el diccionario. Pero hay una rama del psicoanálisis lacaniano que propone una hipótesis bien diferente: considerar a las psicosis como un modo de funcionamiento psíquico estable que no necesariamente está predestinado a desarrollar crisis o estados de descompensación.

 

Es el camino que exploró durante diez años el psicoanalista Ignacio Neffen y que volcó en el libro “La psicosis no desencadenada. Esbozos de un concepto en la enseñanza de Jacques Lacan”, que acaba de publicar la editorial Letra Viva. Es su tesis de maestría e implicó repensar los modos de organización y compensación de la estructura psicótica, los discursos e invenciones que “ordenan” y evitan el desencadenamiento, en esa permanente lucha por construir, inventar y fabricar sentidos para la propia existencia.
— ¿Cómo surge el concepto de psicosis no desencadenada?
— En la obra de Lacan no tiene estatuto de concepto, pero él introdujo una serie de elementos clínicos y teóricos que permiten, como una lectura posterior, extraer ese concepto. Para el psicoanálisis lacaniano todas las personas se dividen en tres estructuras clínicas: psicosis, neurosis y perversión. No son una psicopatología sino modos de funcionamiento psíquico, posiciones subjetivas, cada una con sus particularidades. Además está el modo singular en el que cada persona habita la estructura, que es único e irrepetible. La psicosis es una estructura y después puede o no desencadenarse; es decir, entrar en lo que la psiquiatría llama la psicosis clínica, con delirios, alucinaciones y otros fenómenos.
— ¿Por qué se desencadena una psicosis?
— Es toda una discusión. Años atrás se pensaba que la psicosis necesariamente iba hacia el desencadenamiento, que era una estructura endeble y que en algún momento, por una exigencia simbólica que el sujeto no podía responder, por ejemplo una encrucijada específica en su vida, se llegaba a un desencadenamiento. En la actualidad, lo que se está estudiando es que por el contrario hay mecanismos de compensación y suplencia que permiten que la psicosis no se desencadene y eso puede durar toda la vida de una persona. Esos factores de estabilización pueden ser el trabajo, una relación amorosa, una relación con el arte, entre una infinitud de posibilidades. También hay discursos que pueden ser utilizados por un sujeto para orientarse en la vida, como el religioso, el jurídico, universitario o el militar incluso, que ayudan a que encuadre su existencia durante un tiempo indeterminado.

 

El ornitorrinco australiano desafió los intentos de clasificación de los naturalistas del siglo XIX. El psicoanalista lo puso en la tapa de su libro, en contraste a las imágenes clásicas sobre la psicosis, como un ejemplo de que tendemos a considerar como patológico todo lo que no se ajusta a nuestra forma de ordenar el mundo.Foto: Gentileza

 
— ¿Qué es lo que hace que una persona sea psicótica?
— Puede decirse, en un sentido estricto, que no se sabe fehacientemente. La medicina desde siempre está atenta a la causa orgánica sin poder concluir sobre ese punto. Han precisado diferencias a nivel de la neurotransmisión, pero cómo se llega a saber si es un efecto del modo de funcionamiento psicótico o si es la causa. El psicoanálisis pone aquí una hipótesis, no en términos de certeza. Para no caer en tecnicismos, podemos decir que Lacan consideraba que en la psicosis se produce un rechazo muy temprano de un ordenador simbólico que él llamaba el Nombre-del-Padre. Se trata de momentos inaugurales de la subjetividad, procesos inconscientes. Lacan lo resumía en lo que llamó una “insondable decisión del ser” ante la entrada en el lenguaje. Para nosotros el lenguaje no es una mera herramienta de comunicación, sino un elemento central en la constitución subjetiva.
— ¿La psicosis suele estar asociada al delirio y las alucinaciones que se producen en los desencadenamientos?
— Cada vez que uno busca en el diccionario psicosis aparece la idea de separación de la realidad. Ya muy tempranamente, en 1924, Freud decía que también en la neurosis hay pérdida de la realidad. Lo que llamamos realidad es una construcción entre elementos imaginarios y simbólicos, un entrelazamiento. Nadie puede decir que está en contacto con la realidad objetiva, siempre hay mediación de las fantasías inconscientes, por ejemplo. Lo que sucede en las psicosis, en especial tras el desencadenamiento, es que esos elementos simbólicos e imaginarios se conmueven y por ende también la vivencia de la realidad de dicho sujeto. Sin embargo, aunque pueda parecer paradójico, un delirio sistematizado permite en ocasiones reconstruir una realidad que pacifica la relación con el mundo. Desde esta perspectiva es un recurso, por eso Freud hablaba de autotratamiento. Pero, en cambio, en las psicosis no desencadenadas las estabilizaciones que conquista el sujeto evitan la emergencia de un delirio sistematizado. En este caso, no hay que pensar el modo de funcionamiento psicótico como un riesgo latente, ni como una enfermedad, sino como un modo entre otros de hacer con las exigencias de la existencia, el amor, la sexualidad, la relación con el propio cuerpo y con las otras personas. Lo importante es que la psicosis no es una versión fallada de la neurosis predestinada a estallar.

— ¿La psicosis es más riesgosa que la neurosis, desde el punto de vista de la salud mental?
— No necesariamente. Muchas veces nos fascinamos con los fenómenos propios de las descompensaciones psicóticas como los delirios o las alucinaciones y sin embargo, en general, representan una parte acotada en la vida de alguien. También hay muchas crisis subjetivas en las neurosis. Si uno toma como brújula el nivel de malestar en la existencia, en las neurosis en ocasiones hay síntomas muy incapacitantes, vidas enteras entregadas a posiciones sufrientes e ideales tiránicos. Por eso Freud propuso el sintagma “miseria neurótica” para referirse al funcionamiento psíquico de las neurosis. En todo caso, cada modo de funcionamiento tiene sus pro y sus contras en el modo de afrontar las vicisitudes y contingencias de la vida.
— ¿Por qué en la tapa del libro hay un ornitorrinco australiano?
— En general las tapas de los libros sobre psicosis contienen imágenes un poco dantescas, rostros desencajados gritando, incluso orejas atravesadas por cuchillos, etc. Por el contrario, el ornitorrinco australiano fue una elección simbólica en oposición a esa tendencia dominante. Cuando los naturalistas del siglo XIX se encontraron con el ornitorrinco tuvieron dificultades para clasificarlo por sus particularidades anatómicas (pico y patas de pato, cola de castor, cuerpo con pelaje, capacidad de inyectar veneno por medio de unos espolones traseros y reproducción ovípara). Lo interesante es que este animal, indiferente a nuestras formas de ordenar el mundo, simplemente hace su vida como cualquiera. En otras palabras, tendemos a considerar como patológico todo lo que no se ajusta a nuestra sensibilidad, sin embargo, las adaptaciones del ornitorrinco le permiten desempeñarse en su medio más allá de si nos simpatizan o no sus formas. Ahí está la relación con las psicosis no desencadenadas, puede que sus invenciones resulten excéntricas para algunos, y sin embargo a veces le permiten vivir su vida. Es algo digno de respetarse sin duda.

“Puede haber un modo de locura que a alguien le ayude a vivir”

 

Emilio Vaschetto, médico psiquiatra y psicoanalista

Por Oscar Ranzani

 

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El autor comparte la lección de Jacques Lacan de que se puede ser psicótico sin ser loco y la amplía para formular por qué se puede ser loco sin estar loco. La esencia de su investigación se resume en una frase propia: “Sólo el psicoanálisis contempla la extraordinaria alternativa de una locura sin locura.”

“Qué es la locura no es muy difícil decirlo, lo difícil es pensar cómo es que no estamos locos”. Este argumento tan polémico como certero pertenece al médico psiquiatra y psicoanalista Emilio Vaschetto. Autor del libro Ser loco sin estar loco (Grama Ediciones), Vaschetto presenta en el comienzo de su trabajo un riguroso estudio histórico sobre cómo la psiquiatría entendió la locura a través del tiempo para llegar a compartir la lección de Jacques Lacan de que se puede ser psicótico sin ser loco y ampliarla para formular por qué se puede ser loco sin estar loco. “En un primer momento, Lacan toma el tema del lenguaje interior como parte de lo que llamará endofasia. Siempre nos pensamos, nos hablamos bajo una forma más o menos audible que en la alucinación, incluso también en el delirio eso toma otra forma”, cuenta Vaschetto en la entrevista con PáginaI12. Eso puede observarse desde el punto de vista de la psicopatología. “Luego, Lacan va a tener un giro trascendental en su enseñanza donde va a generalizar un poco la idea de la locura, sacándose de encima todo ese edificio rígido demasiado encorsetado de los psiquiatras clásicos con los que se formó”, agrega.

–¿Podría haber psicosis que no sean patológicas?

–El título provocativo de mi trabajo tiene varias vueltas. Por eso, la ilustración de tapa es circular; es decir, uno puede leer: “Estar loco sin ser”, “Ser loco sin estar”, etcétera. Bajo esa forma laxa y provocativa del título se introducen varias cuestiones. Por un lado, si alguien puede ser psicótico sin estar loco. Es el caso de lo que se han llamado a lo largo de la historia locuras lúcidas, psicosis con conciencia, locuras morales, siempre bajo la forma de la figura retórica del oxímoron. Es sumamente interesante porque eso tiene otra visión de la clínica. Es una clínica sin manifestaciones, sin síntomas ostensibles. Es una clínica cotidiana. Tiene que ver con todo aquello que se ha desarrollado en estos últimos años fundamentalmente en el psicoanálisis de la orientación lacaniana, de la mano de Jacques-Alain Miller, como psicosis ordinaria. No es una idea que no haya estado nunca en la clínica. Siempre ha habido personajes raros, extraños, pero que uno no veía que estuvieran completamente locos sino que eran formas de locura sutil. Entonces, esa es una primera idea. Luego, también se puede estar loco sin ser psicótico. Hay formas de locura, formas llamativas, manifestaciones delirantes, alucinatorias, que no necesariamente son psicosis. La clínica ha dado cuenta de ello: las locuras histéricas, muchas formas de locuras puerperales. Por ejemplo, en la Argentina en un determinado período de la historia, cuando se institucionalizó el acto de parir, muchas mujeres fueron sacadas de sus casas. De parir en el hogar a parir en un ámbito institucional enloquecían al calor de la fiebre. El hospital era un espacio anómico. Pero no todas eran psicóticas. Eran estados pasajeros, oniroides, de ensueño, pero pasaban y se iban.

–¿En qué consiste el núcleo psicótico de la neurosis?

–La idea de un núcleo psicótico en la neurosis la han tenido los posfreudianos y algunas formulaciones de personas que han recibido cierta influencia de Jacques Lacan, pero que no podríamos mencionar como específicamente lacanianas. Lo que he tomado de relevo del núcleo psicótico dentro de las neurosis fue para tratar de encontrar algunas referencias a lo largo de la historia de la clínica psicoanalítica de colegas que se han ocupado de formas como la locura sutil, la psicosis sin locura o formas subclínicas de la psicosis. No necesariamente quiere decir que yo adhiera a ese concepto, pero he tratado de leer de una manera desprejuiciada todas las referencias que se han dado al respecto. Intenté resumir eso en un trabajo sumario.

–En las primeras páginas, donde desarrolla una pequeña historia de la psiquiatría, se mencionan los casos de los excéntricos, descarriados, maníacos y abúlicos, entre otros. Si se lee de corrido todo el compendio parece que la psiquiatría funcionó en el pasado como una especie de policía del pensamiento. ¿Es muy exagerado?

–(Risas). Bueno, la psiquiatría a lo largo de su historia, en un aspecto, no en todos, ha tenido una vocación policial. En nuestro país la tuvo. Pero no fue sólo eso. Lacan era psiquiatra, un gran clínico formado en las luces de la psiquiatría francesa, pero leyó la locura desde sus inicios como un problema de estilo. Es decir, él va a leer en su tesis de psiquiatría los escritos de una loca –y esto lo digo sin ningún estigma porque para mí la locura no es estigmatizante– desde el punto de vista del estilo. Por supuesto que él está influenciado por toda la forma de la psiquiatría que, como usted dice, clasifica, trata de tipificar, de ordenar en clases y, a la vez, tener un prejuicio sobre las personas, en un sentido. Pero en otro, Lacan le da una vuelta a todo eso. Termina vaciando semánticamente las categorías psiquiátricas para transformar –y esto es muy importante– a la paranoia en el lazo social mismo. La paranoia es el lazo social, es la configuración del yo. Cuando vemos mucho “yo” dando vueltas nos preguntamos si ese sujeto no es un paranoico. Pero, a la vez, todos nos constituimos de manera paranoica con nuestro yo. Luego piensa que, por ejemplo, la histeria puede ser un discurso; es decir, ya le quita ese aspecto de tipo clínico para volverla un discurso, un discurso histérico. La forma de la ironía esquizofrénica es el ideal de la función del analista. El analista sería una especie de esquizofrénico irónico que interviene así con su paciente. Es decir que Lacan empieza a vaciar semánticamente todas esas categorías. La parafrenia como una enfermedad del semblante, por ejemplo. Esta es la enseñanza más importante que deja Lacan, de una forma que yo llamo pospsicopatológica; no desatendiendo la psicopatología, pero saliendo de ese molde rígido, superándolo para apostar a las formas de respuesta singulares de cada sujeto y no a las grandes categorías.

–¿Por qué aclara que no es un libro acerca de las psicosis y su ontología?

–Tiene que ver con esa rueda del título. Comienzo hablando en ese rastreo histórico de cómo es la lectura de estas formas de psicosis sin locura dentro de la historia clínica para terminar hablando de cómo la psicosis misma lee al psicoanálisis; es decir, exonerar cualquier posibilidad de pensar que psicosis podría ser alguna esencia. Más bien me gusta la frase de Lacan de que la locura sería una seducción del ser. Esa frase me encanta porque me parece que nos corre de cualquier visión esencialista para pensar a la locura desde un punto de vista más bien corriente.

–¿La personalidad “como si” es propia de la esquizofrenia o abarca un conjunto más amplio?

–Cuando Heléne Deutsch aborda las personalidades “como si”, ella, psicoanalista, la plantea como una forma dentro de una esquizofrenia. Para Lacan, las personalidades “como si” serían cómo funciona un tapón o una suplencia para que alguien evite precipitarse en la forma clínica de la locura. Esa forma “como si” que haría a alguien ajustarse a modos de ser, a modos de identificación que le hacen a una existencia posible, son más bien formas de solución y no tanto síntomas o signos que nos podrían hacer pensar de alguien que estaría clínicamente loco. Tomando la filosofía de las ficciones muy de moda en esa época (Vaihinger habla de esto) Heléne Deutsch utiliza ese concepto para tipificar modos de identificación de los esquizofrénicos. Jacques Lacan lo ubicaría –o nos gustaría leerlo– desde este otro costado, como formas de respuesta, como alguien que encuentra una invención, un aparato de suplencia (para utilizar un término de Ramos Mejía) que le ayuda a vivir. Yo pondría el espíritu de lo que he investigado en que son formas de locura que, lejos de hacerle imposible la vida a alguien, le ayudan a vivir. Puede haber un modo de locura que a alguien le ayude a vivir. Pensemos si no en cada uno de nosotros.

–En el libro señala que Otto Kernberg definió a los “borderline” con aspectos psicológicos vinculados con la falta de profundidad emocional. Es bueno llamar la atención sobre este punto porque generalmente en el imaginario colectivo tiende a pensarse en un desborde emocional. 

–Sí, hay una visión de la locura que es popular: piensa que un loco está desbordado, excitado o que produce una alteración del orden público. Más bien hay muchas personas psicóticas que sufren un vacío de ser, que les cuesta mucho anclarse en la vida, que les cuesta mucho encontrar un fundamento a partir del cual vivir. He tomado la referencia de Otto Kernberg, primero porque es un psiquiatra americano y uno tiene que leer a los americanos porque eso tiene alcance global, pero sabiendo que también hay cierta ingenuidad en esas formas de la clínica americana. Los desórdenes fronterizos que ve Otto Kernberg nos hacen pensar en un continuum, en una forma donde se instalarían tanto la neurosis como la psicosis, que para el psicoanálisis son dos estructuras clínicas absolutamente diferentes. En ese continuum, él ubicaría los desórdenes fronterizos. He podido entender de las lecturas de Otto Kernberg que muchos de los casos que él cita, que muchas de las descripciones que él hace dentro de los desórdenes fronterizos, se tratan efectivamente de psicosis sin locura, que es a lo que vamos con esta falta de profundidad, con esta sensación crónica de vacío, como suele utilizarse, donde lo que más bien vemos es un vacío del ser, de alguien que no encuentra cuál es el fundamento de su existencia. No encuentra, por ejemplo, las pasiones, no encuentra el amor, no encuentra desde dónde sentir lo que otros sienten. Y eso es un dolor de existir fenomenal.

–En esa vivencia subjetiva de vacío, ¿el individuo siente que no siente nada?

–Es así. Es un término de un psiquiatra alemán que hablaba de la melancolía y que uno podría tomarlo para la psicosis a partir de su observación: del sentimiento de la falta de sentimiento. Ese es quizás el dolor de existir más grande que puede haber. Alguien que quizás dice: “Yo siento que no siento el amor”, “Siento que no siento a las pasiones”, “Siento que estoy vacío, realmente vacío”.

–¿Cómo juega la razón en la locura moral?

–Ahí tenemos el oxímoron del que hablábamos al principio: loco-moral. Es un oxímoron en tanto que era inadmisible pensar que el loco podía tener moral en una época. Lo que descubre la clínica clásica es que hay personas que están afectadas en sus sentimientos pero que la razón les funciona perfectamente, que hay una perversión de algunos instintos pero que no por ello dejan de circular en un ambiente compartido. Es decir que la razón en muchos de ellos no está afectada, funciona perfectamente. Está el caso emblemático de Jean-Jacques Rousseau, autor de El contrato social: era un paranoico. Es decir que las bases de la sociedad moderna con la que nos configuramos en Occidente están armadas en función de un paranoico. Y esto lo capta muy bien Mariano Moreno, que dice: “Jean-Jacques Rousseau, el maravilloso pensador ginebrino…” etcétera, pero aclara que él debió censurar la última parte de El contrato social, que tradujo porque el hombre deliró. Uno podría decir que Mariano Moreno sostuvo todo el delirio de Rousseau menos la última parte que tenía que ver con la religión, porque Moreno evidentemente no quería meterse de lleno con el clero en nuestras pampas, cuestión que no le fue muy bien tampoco porque no duró mucho la edición de El contrato social: esa traducción se quemó a los pocos meses. Pero ahí tenemos un cabal ejemplo de qué sucede cuando hay un loco que razona. Lacan dice: “Al fin y al cabo, la paranoia, como una forma de locura, lejos de ser algo disparatado, algo fantástico, es un ensayo de rigor lógico”. Ubica una forma de la psicosis del lado del rigor lógico. Es decir que tiene una visión muy desestigmatizante.

–En el polo normalidad-enfermedad como visión cultural, ¿cuál cree que es la que prevalece en el paradigma de esta época?   

–Evidentemente la visión de la enfermedad, lo clasificatorio. Los manuales de clasificación, como el DSM norteamericano, han ido incrementándose en el número de páginas y de clasificaciones. El DSM-1 era un folletín y hoy en día el DSM-5 tiene numerosas páginas. Han aumentado muchísimo las categorías. ¿Esto qué quiere decir? Que cada vez se ha vuelto más laxa la semiología, la observación minuciosa de los síntomas y, paradójicamente, se han incrementado las clasificaciones. Esto por lo menos en la psicopatología, mientras que en la medicina clínica se ha producido un efecto inverso. Esto genera mucha mayor estigmatización, mucha mayor tipificación de los seres humanos a punto tal que es imposible pensar que haya alguien en el mundo que no esté enfermo de algo: el buen humor es un tipo de manía, es un tipo de trastorno bipolar. O arrancarse los pelos, comerse las uñas también ya son formas clasificadas. Entonces, todos estaríamos enfermos.

–¿Por qué Lacan decía que el psicoanálisis es “un autismo de a dos”?

–Es una provocación más de Jacques Lacan. Me gustó porque me parece que le da ese tono distinto a la categoría. Utiliza la categoría de autismo para pensar la figura del psicoanalista. ¿Pensar qué cosa del psicoanalista o del psicoanálisis? El malentendido fundamental: entre analista y analizante no hay acuerdo, no hay una lengua compartida, no hay comprensión posible. No se puede analizar a alguien si se comprende. Esa es la tesis de Jacques Lacan. Si yo comprendo lo que me está diciendo, si me pongo en sus zapatos, no puedo analizarlo. Más bien lo que trataré de escuchar es cuál es la relación que tiene la persona a eso mismo que está hablando. Leer ese discurso y ver cómo surge un decir propio, que no se parece a ninguno, que es incomparable. Eso me parece la astucia de pensar ese “autismo de a dos”.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/138014-puede-haber-un-modo-de-locura-que-a-alguien-le-ayude-a-vivir

Bernardo, una historia de esquizofrenia y pintura

Luis Felipe Reynoso/Quadratín

El texto original de este artículo fue publicado por la Agencia Quadratín en la siguiente dirección: https://www.quadratin.com.mx/cultura/bernardo-una-historia-esquizofrenia-pintura/

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MORELIA, Mich., 8 de febrero de 2018.- Tiene 60 años, el cabello ya le blanquea por las canas, lo mismo que la barba. Está diagnosticado con esquizofrenia paranoide. Bernardo es uno de los 10 pacientes de la institución Sumando Esfuerzos IAP que participaron en los talleres de arte organizados por Outsiders Art de Rotterdam en Michoacán. Se ha tomado un descanso mientras platica y come una manzana. “He tenido tres temporadas que me dedico a la pintura o que pienso en la pintura”, dice. Para él la pintura llega por deseo y por gusto, como se supondría. “Pasan algunos años, dejó de pintar y después otra vez, así por temporadas”, recalca. “A veces estoy ocupado en otras cosas o tengo otras actividades” refiere el hombre cuando habla de esas temporadas donde no le dan ganas de pintar. Viste un suéter de colores y tiene la mirada serena. Sigue comiendo su manzana. “Lo que me gusta mucho pintar son paisajes” dice con cierta emoción, “es a lo que me dedico, es lo que hago, con flores… frutas”. Cuenta que empezó a pintar desde los 27 años, “y van tres temporadas que me dedico a pintar, pasan los meses y me la paso pintando como medio año, a veces lo dejo y vuelvo a regresar”, reitera. Confiesa que le han gustado los talleres de arte que sean dado ahí en la Casa de la Cultura de Morelia, espera poder hacer varios cuadros. Por lo pronto esa tarde pinta un cielo azul y unas palmeras en acrílico. Señala que utiliza acuarela, pastel y un poco al óleo, “porque es más difícil la técnica, se manchan mucho las manos y se mancha mucho la ropa; hay que tener mucha práctica”, explica. Dice tener contacto con su hermana porque se quedó como su tutora, “pero a ella la veo pasados muchos meses, pasan seis meses y la veo un día nada más. Sí sabe que estoy pintando, se lo comunican los directivos”, dice sin inmutarse, y es entonces que termina la manzana y continúa ampliando el horizonte de ese cielo azul que enmarca unas palmeras.

El texto original de este artículo fue publicado por la Agencia Quadratín en la siguiente dirección: https://www.quadratin.com.mx/cultura/bernardo-una-historia-esquizofrenia-pintura/

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Didier Anzieu: El Yo Piel

 

Melun, Francia, 1921.- La primera hija de los Didier nace muerta, Marguerite (28), está destrozada la consuelan su esposo y su hermana viuda que ha venido a vivir con ellos.

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Se embaraza de inmediato y la pasa muy mal, triste, agresiva y con pesadillas de que el bebé nacerá muerto.

El 8 de julio de 1923 tiene un varón sano: Didier, quien después será uno de los psicoanalistas más importantes de la historia.

Los primeros cinco meses está pegada al bebé, la madrina es su hermana, pero como no pudo tener hijos teme que se adjudique derechos sobre el pequeño Didier.

Poco a poco Marguerite empieza a mostrar síntomas de locura: pelea con los vecinos, renuncia a su trabajo y dice que será una gran novelista para lo que solicita su visa a Estados Unidos.

En estas condiciones ocurre su primera hospitalización psiquiátrica, al salir regresa a casa, y antes de que cumpla un año abandona a su hijo y se va a vivir a Paris.

Es entonces que tiene ideas raras con personas ajenas a su entorno, se enamora del Príncipe de Gales, al que le manda dos novelas que le dedica. Sorpresivamente trata de acuchillar a la actriz Huguette Buflos, asegurando que amenazaba a su hijo (lo cual obviamente es falso) y después de un tiempo en prisión es enviada al Hospital Psiquiátrico de Saint-Anne de París donde es atendida por un joven psiquiatra: Jacques Lacan, quien lee con interés sus novelas, basando su tesis en su caso y le adjudica el pseudónimo de: Aimée logrando fama con esta publicación: Acerca de la Psicosis Paranoica (1932).

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Mientras tanto Didier Anzieu, crece criado por su familia y sabe que “algo” pasa con su madre pues nunca le permiten preguntar por ella.

Anzieu termina sus estudios en la escuela Normal Superior, pero estando en una misa de difuntos se da cuenta de lo afectado que está por ser hijo de “mal amados” y decide que, en medio de tanta soledad, convertirse en analista le ayudará a superar su dolor. Estudia filosofía y psicología.

Para 1949 muchas cosas buenas han pasado en la vida de Anzieu: se casó, reencontró a su madre, quien había salido del hospital psiquiátrico y empezó su análisis con el ya famoso y admirado psicoanalista Jacques Lacan.

La madre de Anzieu trabaja casualmente como ama de llaves del padre de Lacan, en una visita del psicoanalista a esta casa Marguerite (su nombre verdadero) lo reconoce y le pide sus novelas, en su lugar él le regala su tesis y ella indignada se queja con su hijo.

Aunque Lacan negó saber que se trataba del hijo de su paciente, Anzieu decidió suspender su tratamiento y se distanció de él condenando “las derivas y la arbitrariedad de las prácticas lacanianas”.

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Superando su historia, Didier Anzieu desarrolló la teoría del Yo-piel, que será un libro publicado en 1974, donde brinda esta importante aportación: “En el desarrollo del lactante hay un estadio en el que la corporalidad es la primera realidad consciente. Lo sensorial es la primera huella que aparece en nuestra psique, empieza incluso antes de nacer a través de la vida intrauterina. El primer Yo es corporal, sensorial y sobre él se estructura un Yo psíquico que permite acceder a la identidad, al sentido de sí mismo y a la realidad”.

La piel es la envoltura que está en contacto con el sistema nervioso central posee 50 receptores cada 100 milímetros cuadrados y es el órgano sensorial con mayor peso y extensión del cuerpo. Es fuente de señales infinitas e inagotables: calor, frío, presión, dolor, placer, picor…. Nos sitúa en el mundo. Es una capa protectora que nos da sostenibilidad y continuidad.

Con los cuidados que se le da al bebé: estrecharlo entre los brazos, bañarlo, frotarlo, moverlo, masajearlo… se establece ese primer vínculo con la madre que inicialmente es perceptual y corporal. Este yo corporal es el paso previo necesario para la organización posterior y la palabra.

Es posible que el haber desarrollado esta teoría haya sido una forma de perdonar y entender la enfermedad mental de su madre pues fue quien lo cuidó en los primeros cinco meses de vida formando su propio Yo Piel.

Murió en París a los 76 años.

En sus palabras: “El Yo Piel es aquél yo que contiene los contenidos psíquicos a partir de la experiencia en la superficie del cuerpo”.

Yolanda Pica

 Es médico por la Universidad Autónoma Metropolitana, especialista en Psiquiatría por la Universidad La Salle, trabaja como psiquiatra adscrito al Hospital Ángeles del Pedregal y sus áreas de trabajo son: depresión resistente a tratamiento, trastorno bipolar y trastornos de la personalidad en adultos.
Tomado de: https://www.razon.com.mx/didier-anzieu-piel/

Una máquina detecta una futura psicosis sólo con oírte hablar

La psicosis supone una escisión de la realidad. En esa palabra caben muchos comportamientos y síntomas, pero en la manera de hablar los psiquiatras a veces toman puntos de referencia para evaluar a pacientes con cuadros psicóticos. Ahora, una aplicación informática puede anticiparse al facultativo.

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Tras darle a un ordenador grabaciones de entrevistas con jóvenes en riesgo de padecer este trastorno, la máquina pudo predecir en 83 de cada 100 casos un brote psicótico con hasta dos años de antelación. El ordenador detectaba perturbaciones en el flujo del habla.

Este mismo clasificador de lenguaje fue capaz de predecir el inicio de la psicosis en una segunda muestra en riesgo, con un 79% de precisión. Pudo, también, discriminar el habla de individuos con psicosis de individuos sanos con una precisión del 72%.

Los resultados del estudio se han publicado en World Psychiatry. En conjunto, los resultados de este estudio sugieren que esta tecnología tiene el potencial de mejorar la predicción de la psicosis y otros trastornos.

Sutil pero persistente

El pensamiento desorganizado, un síntoma de la psicosis, se evalúa regularmente mediante evaluaciones clínicas del habla basadas en entrevistas. Se caracteriza por el lenguaje tangencial, la flojedad de las asociaciones y la reducción de la complejidad del habla. Si bien puede ser lo suficientemente grave como para perjudicar la comunicación efectiva, la alteración del lenguaje es más típicamente una característica sutil pero persistente que puede estar presente antes de la aparición de la psicosis en los jóvenes en situación de riesgo.

Este estudio examinó las transcripciones de entrevistas con jóvenes en riesgo en dos grupos diferentes. Uno, en la ciudad de Nueva York, con 34 participantes. Otro, en Los Ángeles, con 59 participantes, para quienes se sabía del inicio de la psicosis en los dos años siguientes.

Los resultados son emocionantes.  Esta tecnología puede ayudarnos a prevenir la psicosis.

Las transcripciones se analizaron por computadora utilizando métodos automáticos de procesamiento del lenguaje natural, para determinar las diferencias en el habla entre los que desarrollaron psicosis y los que no.

“Los resultados de este estudio son emocionantes porque esta tecnología tiene el potencial de mejorar la predición de la psicosis y, en última instancia, ayudarnos a prevenir la psicosis al ayudar a los investigadores a desarrollar estrategias de entrenamiento que se dirijan a los déficits cognitivos que pueden subyacer a la alteración del lenguaje”, dijo el primer autor del estudio, Cheryl Corcoran, profesor asociado de psiquiatría, líder del programa del Icahn School of Medicine en el Hospital Monte Sinaí.

“En términos más generales, el lenguaje y el comportamiento son las principales fuentes de información para que los psiquiatras diagnostiquen y traten los trastornos mentales”, dijo el Dr. Corcoran. “Ahora hay nuevos métodos automáticos para caracterizar comportamientos complejos, como el lenguaje. El habla es fácil de recoger y poco costosa de analizar usando aplicaciones informáticas. Esta tecnología podría aplicarse a través de la psiquiatría, y de manera plausible en otros campos de la medicina”.

 

Fuente: https://www.elindependiente.com/futuro/2018/01/22/un-ordenador-detecta-una-futura-psicosis-solo-con-oirte-hablar/

Salud Mental participa en el concurso ‘Jóvenes y psicosis’ con el proyecto ‘Te quiero contar’, para la detección precoz de problemas mentales

La iniciativa, que se puede votar por internet hasta el 21 de enero, propone generar vídeos de testimonios para contribuir a dar visibilidad a la enfermedad mental

Pamplona/Iruña, 17 de enero de 2018

El área de Salud Mental del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea (SNS-O) participa en el concurso ‘Jóvenes y Psicosis’ con el proyecto ‘Te quiero contar’, que propone la elaboración de vídeos con testimonios de pacientes que hayan sufrido primeros episodios de psicosis. El objetivo es que su experiencia se pueda utilizar como material de trabajo en Atención Primaria para contribuir a dar visibilidad a este tipo de trastornos y fomentar su detección precoz.

Este premio, concebido para mejorar la asistencia en jóvenes con psicosis, es fruto del trabajo multidisciplinar desarrollado durante los tres últimos años por distintas entidades científicas y de pacientes, entre las que destacan la Asociación Española de Enfermería de Salud Mental (AEESM), la Asociación Española de Psiquiatría del niño y el adolescente (AEPNyA), la Sociedad Española de Psiquiatría, la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam).

En total, al concurso se han presentado 31 propuestas que se pueden votar a través de internet hasta el próximo 21 de enero. Un jurado multidisciplinar integrado por representantes de organizaciones de pacientes y familiares, sociedades científicas y representantes de la Administración valorará la mejor candidatura entre las cinco propuestas más votadas por el público. La propuesta ganadora recibirá una dotación de 30.000 euros para llevar adelante el proyecto.

El proyecto de Navarra, impulsado en el marco del Programa de Primeros Episodios Psicóticos, cuenta con una memoria explicativa y un vídeo de presentación que destaca el valor de los testimonios de las personas afectadas como material de abordaje terapéutico, para desestigmatizar los trastornos mentales y contribuir así a un mejor desarrollo personal y social de quienes los padecen. Bajo la invitación “Queremos que sean ellos quienes manden un mensaje a la sociedad”, el proyecto pretende dar voz a las dificultades que se encuentran estas personas en el ámbito familiar, social, de pareja, educativo o laboral.

La propuesta ganadora se desvelará en el encuentro ‘Jóvenes y Psicosis 2018: ¿Qué podemos hacer?’, en el que está prevista la presentación del Libro Blanco para la intervención temprana en psicosis, en cuya elaboración ha colaborado el área de Salud Mental del SNS-O.

Problemas que afectan al 3% de la población

La propuesta navarra a concurso busca desechar mitos y dar visibilidad a los sentimientos e inquietudes que tienen las personas que comienzan a experimentar trastornos psicóticos, un grupo heterogéneo de problemas mentales caracterizados por los denominados síntomas positivos y negativos, que van desde los delirios, las alucinaciones, la desorganización del pensamiento y conductas anómalas que dificultan el desarrollo personal y social de las personas que los padecen. Estos trastornos afectan al 3% de la población y están entre las enfermedades mentales potencialmente más graves y que más discapacidad ocasionan.

Con esta propuesta, se pretende que personas que han sufrido un primer episodio psicótico elaboren, con el apoyo de profesionales, un material audiovisual y escrito que luego se trabajará en distintos centros de Atención Primaria, una red que el SNS-O considera clave para la detección precoz de estas dolencias. De esta manera, se persigue acercar el conocimiento directo de la experiencia a los y las profesionales sanitarios, para mejorar su diagnóstico inicial y la atención a las necesidades de salud de las personas afectadas de psicosis. Además, el proyecto pretende empoderar y dar voz a los participantes, al mismo tiempo que satisfacer sus necesidades de empleo.

Fuente: https://pamplonaactual.com/salud-mental-participa-concurso-jovenes-psicosis-proyecto-te-quiero-contar-la-deteccion-precoz-problemas-mentales/

Día mundial de la salud mental: entender y convivir con la psicosis juvenil

Los padres piden ayuda en situaciones extremas, cuando el joven demuestra una gran desconfianza hacia su entorno, dice cosas extrañas o habla solo

 

Los episodios psicóticos, caracterizados por cambios en el comportamiento extremos, suelen exteriorizarse a edad temprana, en la juventud y, sobre todo, cuando se está atravesado una situación vital límite que supera los recursos emocionales y las herramientas cognitivas de las personas que los sufren, entrando en una crisis de angustia insoportable que muchas veces les aleja de la realidad. Uno de los síntomas más reconocibles de estos brotes psicóticos son las alucinaciones: hablar, ver, saborear, interrelacionarse con cosas que no existen. Pero, ¿cómo es convivir con un joven que padece este trastorno? Para responder a esta pregunta en este martes 10 de octubre, día en que se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, contamos con la experiencia de Silvia Parrabera, directora de la Unidad de Atención Temprana de Fundación Manantial, psicóloga y terapeuta.

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En España se detectan unos 4.500 casos nuevos al año, en su mayoría jóvenes. «Aunque más del 10% de la población escuchará alguna voz en su vida cuando no habla nadie», explica la experta. Los primeros episodios psicóticos suelen aparecer en la franja de edad entre los 14 y los 30 años, pero podría darse a cualquier edad.

“Las personas que sufren episodios psicóticos son personas que pueden mantener fuertes creencias que a los demás les pueden resultar extrañas. Por ejemplo, la creencia de que están siendo controlados sus pensamientos o que existe una conspiración contra ellos. Estas creencias han sido referidas como delirios”, añade Parrabera. Estas experiencias suelen coexistir junto a otras no tan llamativas, como son la falta de energía o el exceso, la depresión, la angustia y la ansiedad, el aislamiento, dejando de ver a los amigos y a la familia, y la falta de rendimiento escolar o laboral. “Todo ello podría anunciar una primera crisis psicótica”, añade Parrabera.

Según la experta, algunas personas experimentan estos episodios en una ocasión y otras de vez en cuando, en períodos de mucha angustia. En la mayor parte de los casos, el sufrimiento es tan grande que los propios jóvenes o las personas más cercanas buscan ayuda profesional. Parrabera nos pone en situación.

PREGUNTA: La primera pregunta es casi obligada: ¿cómo se detecta un episodio psicótico?

RESPUESTA: Obviamente es fundamental una detección temprana y un tratamiento adecuado para que lo que comienza siendo una crisis no se convierta con el tiempo en un trastorno mental grave. Como la mayoría de los primeros episodios se dan en la adolescencia o la primera juventud, son las personas que conviven con ellos los que pueden darse cuenta, principalmente la familia, los amigos, la pareja y los profesores. Estos se pueden percatar del estado de angustia, del aislamiento, de los cambios de hábitos… Pedir ayuda suele coincidir con la percepción de que el joven vive en una desconfianza extrema, dice cosas extrañas, habla solo o parece estar hablando con voces que ellos no escuchan o con presencias que ellos no perciben.

P: ¿Una vez detectado el episodio, cuál suele ser la primera reacción de los padres?

R: Se asustan. Una experiencia de este tipo no aparece sin más, suele tener un recorrido anterior en el que los padres o allegados se dan cuenta del cambio en su hijo. Antes de llegar a los delirios y las alucinaciones evidentes, es posible que se hayan dado cuenta de cómo se ha ido aislando o de cómo ha dejado de asistir a clase (…) está triste o perplejo, no duerme o lo hace de día. mientras vive de noche encerrado en la habitación. Hasta aquí se podría parecer a una adolescencia especialmente difícil, pero cuando aparecen los delirios o las alucinaciones es cuando se dan cuenta de que la situación es grave.

P: ¿Está prepara la Red de Salud Mental para actuar con rapidez?

R: No. En España sería necesario que la Red de Salud Mental desarrollara estrategias de sensibilización entre la población y diera una formación básica a médicos de atención primaria, profesorado y técnicos de servicios sociales para saber distinguir las señales que indican que una crisis de este tipo está sucediendo.

Actualmente, la atención temprana a los primeros episodios psicóticos, que incluye el desarrollo de la sensibilización y la divulgación de este conocimiento básico entre adultos y jóvenes para detectar los casos de crisis no tiene apenas recorrido, aunque existen algunos servicios especializados, como la Unidad de Atención Temprana que Fundación Manantial puso en marcha en Alcalá de Henares en el año 2014, en colaboración con el Servicio Madrileño de Salud.

Es objetivo de estas unidades demostrar la necesidad de atender a las personas que atraviesan estas primeras experiencias psicóticas y a sus familias, con el fin de desviar el camino que conduce a un trastorno mental grave de larga evolución, con las consecuencias discapacitantes que pueda conllevar en la vida de quienes los padecen y a su entorno.

P: ¿A pesar de los pocos recursos, cuáles son lo que existen para estas personas?

R: En nuestro país, hay algunas experiencias puntuales de programas de atención temprana, algunas de ellas con un recorrido más prolongado, como es el caso de comunidades como Cantabria o Andalucía. Pero servicios especializados solo los hay concertados en Cataluña, y desde hace poco en la Comunidad Valenciana y Navarra. En la Comunidad de Madrid existen algunos programas puntuales en algunos hospitales, como el Gregorio Marañón.

Hay que entender que cuando se trata de una experiencia psicótica, la situación de crisis es compartida por todas las personas que conviven juntas

Pero en España los profesionales de salud mental no disponen del tiempo necesario para acompañar el sufrimiento particular de estas personas y sus familias, ni de herramientas terapéuticas más allá del tratamiento psicofarmacológico y los ingresos psiquiátricos cuando la situación es muy grave. Y estos recursos no son los ideales para una persona que por primera vez se encuentra en una situación de crisis que le genera tanto miedo, desconfianza, confusión y vergüenza. Generalmente, esta forma de tratar las primeras experiencias psicóticas resulta traumática y, como consecuencia, genera rechazo hacia los profesionales que deberían estar cerca para ofrecer su ayuda en los momentos críticos.

P: ¿Una vez el joven consigue entrar en una de estas unidades o acude a un especialista privado, cómo sería el tratamiento?

R: Hay diversas formas de ofrecer tratamiento dentro del marco de la Atención Temprana a los primeros episodios psicóticos. Tradicionalmente en Occidente se atiende en primera instancia a través del uso de psicofármacos y si la experiencia psicótica persiste o se repite con actividades terapéuticas de tipo psicosocial. Nosotros preferimos inspirarnos en el marco de Diálogo Abierto proveniente de Finlandia, en el que se da prioridad a la terapia psicosocial en la que participan las familias, tratando de emplear la medicación en las menores dosis posibles. Además, lo más importante es que la persona pueda pensar porque le vas a ayudar a salir de la crisis y va a poder retomar su proyecto de vida.

P: ¿Entonces el tratamiento también incluye a la familia, cuál sería su trabajo en este proceso terapéutico?

R: Hay que entender que cuando se trata de una experiencia psicótica la situación de crisis es compartida por todas las personas que conviven juntas. Su participación nos puede ayudar a comprender las circunstancias que han precipitado la crisis, además de que la red de apoyo es fundamental para que la persona se sienta entendida, pueda pensar en lo que necesita en esos momentos y le apoyen con su intervención en los periodos críticos.

P: ¿Estos jóvenes se llegan a recuperar?

R: Querría dejar claro que la recuperación total es posible, que muchos de los jóvenes que se enfrentan a estas experiencias salen reforzados y más maduros sin que se vuelvan a repetir estos episodios. Si la atención temprana no se recibe desde el principio, sabemos por los estudios y por experiencia propia que las repeticiones continuadas de las crisis desembocan en un diagnóstico de trastorno mental grave difícil de revertir.

Además, convivir de forma continuada en esta situación de crisis deriva en otros problemas de salud mental, tales como el riesgo de suicidio, depresión, ansiedad y consumo de tóxicos que afectan tanto a las personas que viven la experiencia psicótica como a sus familiares.

Los cinco primeros años conforman una etapa fundamental para la recuperación. Sabemos que aseguran un futuro mejor si el tratamiento es el adecuado, aunque, reitero, el sistema de salud mental habitual en España no cuenta con recursos para ello. Y obliga a las familias a acudir a centros privados y concertados. Eso sí, como nosotros, están preparados para atenderlos.

 

FUENTE: https://elpais.com/elpais/2017/10/09/mamas_papas/1507536739_135768.html

Derribar estereotipos: menos del 3% de las personas con esquizofrenia comete actos violentos

Lejos de lo que muchos creen, quienes tienen este diagnóstico pueden trabajar y tener una vida insertos en la comunidad.

Muchos de los villanos de las películas y series de televisión son caracterizados con una enfermedad mental como la esquizofrenia. También las noticias como «murió apuñalado por un joven con problemas mentales» -como el caso de un chico que acuchilló a un desconocido en un quiosco de Caballito en marzo pasado- terminan construyendo la idea de que todas las personas -o la mayoría- con algún padecimiento mental son violentas.

in embargo, según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), menos del 3% de las personas diagnosticadas con esquizofrenia y otras psicosis comete actos violentos. Además, sólo el 1% de la población mundial desarrolla alguna forma de esquizofrenia durante su vida.

En los hechos, no existen evidencias médicas que demuestren una relación directa entre la esquizofrenia y las conductas agresivas. «Es un mito muy desafortunado porque estigmatiza. Las personas que sufren esquizofrenia son claramente más víctimas de violencia por parte de terceros que victimarios», dice Pedro Rafael Gargoloff, médico psiquiatra y asesor de la Asociación de Ayuda de Familiares de personas que padecen Esquizofrenia (AAFE).

Y agrega: «Mientras que alrededor del 10% de la población general presenta alguna conducta agresiva, las personas que sufren esquizofrenia registran un valor muy por debajo. Casi la mitad de estos episodios violentos son verbales y leves».

En esta línea, el neuropsiquiatra Gabriel de Erausquin señala que los trastornos de personalidad, el alcoholismo y la drogadicción aumentan mucho la probabilidad de actos violentos, mientras que los diagnósticos de trastornos del ánimo o psicóticos lo hacen en bastante menor grado. «Dentro de esta población, la mayoría de los actos violentos son autodirigidos [tentativas suicidas], y los que son para con otros no parecen diferir estadísticamente de los que se ven en la población general comparable», sostiene.

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Además aclara que «si bien es cierto que las personas con esquizofrenia que además abusan de las drogas cometen muchos más actos de violencia, esto también es verdad para aquellos que no padecen la enfermedad».

Mucha desinformación

Carlos Córdova es psicoanalista y supervisor de la Institución Fernando Ulloa. Trabaja en el hospital Moyano y asegura que, en sus pacientes, no conoció la violencia, sino el amor puro. También vio allí mucho abandono.

Explica que lo más grave de la esquizofrenia es que la persona no se puede comprometer con las cosas: «El mejor tratamiento para ellos es el de la amistad», afirma.

Los especialistas consultados coinciden en que existe mucha desinformación en relación a este padecimiento mental, y eso genera impresiones erradas. «Todo lo que es distinto a lo largo de la historia de la humanidad fue visto como amenazante. Una persona extravagante o diferente puede producir sensaciones de temor o fascinación. Cuando uno ve a alguien que habla solo en la calle, en general siente temor porque no se puede predecir lo que va a pasar», subraya Martín Nemirovsky, coordinador general de Proyecto Suma.

Sobre este punto, Julián Pessio, psiquiatra del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco), dice: «Se tiene la creencia de que estas personas son imprevisibles y peligrosas. Además del temor a lo desconocido, hay que tener en cuenta el rol que tienen los medios de comunicación. Muchas veces las noticias hacen énfasis en algunos hechos protagonizados por un pequeño porcentaje de las personas con esquizofrenia».

Otro mito que marca Pessio vinculado a quienes tienen esta condición, es que se piensa que están desconectados de la realidad. Explica que hay cuadros muy variados y existen personas que interactúan perfectamente con la sociedad. «Es importante resaltar que, en general, las personas con esquizofrenia que son acompañadas por sus familias tienden a cometer menos actos de violencia», cuenta.

En relación al rol de la familia, Nemirovsky advierte que es importante que los miembros del grupo familiar comprendan lo que le pasa a la persona con esquizofrenia. «Cuando entienden lo que le sucede no se enojan tanto, pueden acompañarla de una manera distinta y colaborar a que pueda reponerse», destaca. «Primero hay que ayudar a la familia a entender el trastorno. Luego, ellos tienen que darse cuenta cuando puede empezar a descompensarse, para estar prevenidos. El mayor aprendizaje es el de lidiar con la dificultad.»

Los profesionales consultados aseguran que para llevar una vida normal, quienes tienen este diagnóstico deben contar con psicoterapia, medicación y un abordaje de inclusión social. «Si la gente baja el nivel de estigma, discriminación y prejuicios, las cosas van a ser más fáciles. El cuadro cambia mucho si se empieza a tratar desde el primer episodio de forma adecuada», concluye Gustavo Guardo, director general de Proyecto Suma.

Algunas de las organizaciones que contienen a pacientes y familiares

Proyecto Suma

Tiene como objetivo dar tratamiento y conseguir la integración social, laboral y familiar de las personas con padecimientos mentales. Orienta su accionar a la promoción y al restablecimiento de la salud y de los lazos comunitarios

www.proyectosuma.org

Fundación Discar

Su misión es que la inclusión de las personas con discapacidad sea un hecho natural y cotidiano en la sociedad. Está integrada por un equipo interdisciplinario de profesionales, artistas, estudiantes y voluntarios

www.fundaciondiscar.org.ar

Los Embolsados

En este taller para los pacientes del hospital Borda se realizan bolsas ecológicas de papel. De esta forma, brindan una propuesta terapéutica y psicoeducativa, que ayuda a desarrollar habilidades, crear recursos y fortalecer la autoestima

proyectoecobolsas.blogspot.com.ar

AAFE

Es una organización con sede en La Plata, cuyo fin es la ayuda mutua entre familiares de personas con esquizofrenia. Trabaja para lograr una mejor calidad de vida, brindándoles a las familias orientación relacionada con ese padecimiento mental

www.aafe.org.ar

Institución Fernando Ulloa

Es un centro de psicoanálisis abierto a la comunidad. Se brinda asistencia clínica con orientación psicoanalítica a niños, adolescentes, adultos, parejas y familias a través de un bono voluntario de atención clínica

www.institucionulloa.com.ar

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/2043409-derribar-estereotipos-las-personas-con-esquizofrenia-contra-el-estigma-de-la-violencia

El interior de una esquizofrenia ilustrada: Kate dibuja la realidad de sus sombras

La joven Kate tiene sólo 18 años de edad y hace un año recibió el diagnóstico de esquizofrenia que, admitámoslo, es algo capaz de librarse de cualquier persona. Con Kate no fue diferente – el que cambia mismo es la manera como se maneja la condición.

Como siempre ha querido ser una artista, Kate acaba encontrando en su enfermedad una forma de manifestar sus expresiones artísticas, y decidió ilustrar algunas de las alucinaciones que ahora forman parte de su rutina. En una publicación en Bored Panda, ella habló sobre el tema.

“Yo siempre quise ser un artista, sólo que no se había dado cuenta de lo que eso significaba hasta que mi enfermedad mental apareció. Yo desprecio el término ‘enfermo mental’; esto implica que quien soy como persona es fundamentalte dañado y roto. Por desgracia, así que os cuento a las personas, siento que es todo lo que ellos vienen a mí. Vienen con el estigma perpetuado por los medios de comunicación, y los estereotipos incorrectos retratados en Hollywood. Es precisamente por eso que estoy tan abierta acerca de aquello con lo que yo vivo”, dijo ella.

El diagnóstico de Kate fue posible porque sus padres se dieron cuenta de que la joven estaba presentando diferencias de comportamiento y fueron a buscar ayuda médica. Para mostrar cómo sus alucinaciones se materializan para ella, Kate decidió traer para el papel. Cada alucinación tiene un contexto diferente y, según la joven, ella escucha voces, efectos sonoros, ruidos aleatorios y a menudo son conscientes de insectos, rostros y ojos separados.

1 – El mesías

2 – “la Alucinación: una experiencia que envuelve la aparente percepción de algo que no está presente”

3 – Para Kate, los insectos representan la forma como ella se siente, por causa de la depresión

4 – Esta criatura afirma ver saliendo del techo y muchas veces arrastrándose debajo de los muebles, haciendo ruidos

5 – Un autorretrato

6 – Las voces suelen pedir para que se encienda en varias cosas

7 – Ella suele ver muchos ojos separados en los ambientes de su casa

8 – Un pajarito que canta para ella

9 – “Tal vez si yo robar la belleza de ellos, yo voy a tener mi propia”

10 – A veces es así que ella ve a los ojos de las personas

11 – Es difícil administrar todos estos sentimientos

12 – Esta es Kate

“El que yo vivo no es fácil y puede ser debilitante, pero yo no vivo en las calles gritando sobre abducción extraterrestre. Esto no quiere decir que no hay personas que están en ese nivel severo – existen. Sin embargo, hay personas también que, así como yo, sólo se quedan en casa la mayor parte del tiempo encerrados en su habitación. Es un espectro de síntomas y con diferentes niveles de gravedad. Cada experiencia de cada persona es única”, concluyó.

Fuente: http://pysnnoticias.com/enfermedad-ilustrada-joven-con-esquizofrenia-dibuja-la-realidad-de-las-sombras/